miércoles, 24 de agosto de 2011

Tras la JMJ, ahora empieza lo importante


Y, por fin, llegó el domingo 21, con la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Ésta es la última de las crónicas diarias que cuentan la participación de los jóvenes de la Diócesis de Zamora, con la firma del delegado de Medios de Comunicación Social, Luis Santamaría.

Zamora, 24/08/11. Tres días después, pero más vale tarde que nunca. El pasado domingo 21 de agosto fue el final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid. O, más bien, el día del envío, el día del nuevo inicio tras la experiencia de encuentro. Intentaré no ser muy largo, para reflejar lo que vivimos aquel día, sin que aparezcan las cosas al trasluz de lo que estamos viviendo con posterioridad.

El día del Señor amaneció muy pronto en Cuatro Vientos, porque nos despertó la luz del sol acariciando los rostros de los cientos de miles de jóvenes que habíamos pasado una noche cuanto menos peculiar. Para algunos el madrugón fue más notable, como para los sacerdotes de Zamora, que tuvieron que estar preparados a las 5,30 de la madrugada para poder concelebrar en la eucaristía con Benedicto XVI. O para quien esto escribe, que tuvo que salir muy de mañana del aeródromo para encontrarse con el coche de Radio Nacional de España, dispuesto a comentar el acto principal de la JMJ.

También el día comenzó con una sorpresa que, si no nos engañamos, fue bastante desagradable para todos: el temporal de la noche había causado desperfectos en las carpas habilitadas para guardar el pan que sería consagrado en la Misa, y por respeto al sacramento de la eucaristía se decía a través la megafonía que muy pocos podrían comulgar en la celebración, sólo los más cercanos al altar, y el resto tendría que conformarse con la comunión espiritual. Cuando resulta que la comunión es quizás el momento más intenso de una JMJ en la que todo gira en torno a Cristo, del que podemos participar realmente en este sacramento.

La eucaristía, el centro de la JMJ

Aún así, la Misa fue celebrada festivamente, después de que el Papa recorriera gran parte del aeródromo en el papamóvil. Miles de personas se habían incorporado a primera hora de la mañana a Cuatro Vientos, con lo que se hacía más difícil aún calcular por las imágenes de las pantallas una cantidad de gente que superaba con creces el millón de personas. Agradecimos el recuerdo cariñoso del que nos presidía al referirse a la noche que habíamos pasado, y cómo se había acordado de nosotros, que seguramente habríamos levantado nuestra mirada al cielo en algún momento, en una plegaria confiada a Dios.

En la homilía, Benedicto XVI fue a lo esencial, como suele hacer, y nos habló de permanecer en Cristo y buscar su amistad. Nos invitó a pasar de un conocimiento superficial de Jesús a la experiencia de la fe, que es un don de Dios, respondiéndole “con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro”. Y fue claro y directo al referirse a la comunidad de los creyentes: “seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.

Al final de la celebración, el mismo Papa desveló lo que ya era un secreto a voces. De hecho, muy bien situados en la parte delantera estaban un grupo de jóvenes brasileños. La próxima JMJ será en Brasil, en el año 2013. ¡Sólo quedan dos años!, pensaron algunos zamoranos enseguida, con ganas de volver a repetir esta aventura. Los brasileños mostraron regocijo por la buena noticia, y un momento emocionante lo vivimos todos al ver cómo un grupo de jóvenes españoles entregaba la Cruz de la JMJ y el Icono de María a un grupo de Brasil. Hemos pasado el testigo, y no podemos dejar de tener cierta nostalgia, al ver esa cruz y ese icono que han estado por nuestras tierras de Zamora el pasado noviembre, y que ahora cruzará el océano para continuar con un recorrido de fe y de testimonio.

Comunión y despedida

Tras la celebración de la eucaristía, sucedió lo inimaginable: la salida ordenada y relativamente ágil de Cuatro Vientos. Después del mediodía ya estábamos de vuelta en el Colegio Menesiano para poder ducharnos y comer tranquilamente, y para después recoger los equipajes. Allí también tuvimos ocasión de juntarnos en un momento de sencilla e intensa oración para participar de la comunión eucarística, que era lo que habíamos dejado pendiente de la mañana. Después, fotos de grupo, despedidas y vuelta al autobús, para regresar a Zamora y a Benavente.

¿Cansados? –nos han preguntado a la vuelta. Sí, pero contentos, muy contentos. Alentados en la fe, dispuestos a dar testimonio y fortalecidos en nuestra pertenencia a la Iglesia. Desde los adolescentes que han participado hasta los más veteranos en estos encuentros. La experiencia ha valido la pena. Y volvemos agradecidos, y mucho, a todos los que han hecho posible la JMJ. Tanto a nivel global –han sido tres años de intenso trabajo en Madrid y en muchos lugares– como a nivel diocesano y parroquial. Si tenemos que decir un nombre, el de Juan Carlos López, director del Secretariado de Pastoral Juvenil, a quien nuestro obispo, Gregorio Martínez Sacristán, encomendó la organización tanto de la JMJ como de los Días en la Diócesis (DED).

Puede estar contento, él y su magnífico equipo, de haber podido emplear horas, ilusiones y preocupaciones, para administrar estos acontecimientos de gracia. Gracias a todos, porque son muchos nombres. Gracias también al Colegio Menesiano de Madrid y a los voluntarios que, en representación de todos “los de verde”, han hecho posible la JMJ y que estuviéramos lo mejor posible. Gracias a la Archidiócesis de Madrid y a los organizadores de la Jornada. Dios, que sabe lo que ha hecho cada uno, sabrá premiar tantos esfuerzos, y hacer fructificar lo que se ha sembrado.

¿Y ahora?

Hemos vuelto a nuestra Diócesis coreando “Sí, sí, sí, nos vamos a Brasil”. Pero eso no es lo más importante. Lo decisivo empieza ahora: dar testimonio de lo que hemos vivido. Pero no sólo como una estrategia propagandística de la JMJ, ni siquiera de la misma Iglesia católica. Este encuentro nos ha servido para fortalecernos en la fe, para vivir la catolicidad de la Iglesia, para encontrarnos con el sucesor de San Pedro y escucharlo, para adorar juntos a Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ahora toca aplicar lo que hemos vivido. Releer con calma los mensajes de Benedicto XVI y ser fermento de una juventud nueva para un mundo nuevo. Ahora nos toca, en el día a día, en el instituto, la universidad, el trabajo, la parroquia o el movimiento… vivir “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”.

Álbumes de fotos de la JMJ:

https://picasaweb.google.com/101940642632218084507/

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