jueves, 25 de agosto de 2011

¿Pasado histórico o presente dinámico?


AGUSTÍN MONTALVO FERNÁNDEZ

Domingo XXI del tiempo ordinario – Ciclo A

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 13-20)

Juan el Bautista, Elías, Jeremías…, con algunos de esos grandes personajes de su historia identificaban a Jesús los judíos, según reflejan las respuestas a la pregunta que dirige a sus discípulos sobre lo que la gente pensaba acerca de su identidad. Lo intuyen como alguien importante, pero perteneciente al pasado. «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» les suelta a bocajarro. En nombre de todos Simón responde: «Tú eres el Mesías», es decir, el que esperábamos y está entre nosotros. ¿No tenemos con frecuencia la impresión de que para muchos cristianos Jesús sigue siendo un personaje del pasado? Ya no es uno de los profetas, conocemos su vida, rezamos ante sus imágenes, representamos bellamente su pasión, muerte y resurrección, pero… con traje de época, histórico. A veces incluso no se acierta a distinguir entre la Eucaristía y una reliquia de algún santo.

Un personaje histórico suscita admiración, emociona, crea simpatía, invita a saber más sobre él, incluso mueve a imitarlo. Pero Jesús pide seguirlo: «El que quiera venirse conmigo niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga», continúa el evangelio unas líneas más adelante, y eso no puede hacerse por un recuerdo, sino únicamente por alguien vivo, cercano y especialmente significativo. Por ello es muy importante que quienes hoy escuchamos el evangelio sintamos la pregunta como dirigida personalmente a cada uno: ¿quién es Jesús para mí? y tratemos de darle respuesta.

La respuesta de Simón da pie a Jesús para cambiarle el nombre: «Tú eres Pedro», indicando la misión que le confía, la de ser piedra que da solidez y unidad a su Iglesia y confirmar con autoridad la fe de sus hermanos.

Quien ocupa su lugar en este momento, el papa Benedicto XVI, se encuentra entre nosotros para presentar a los jóvenes (y a los no tan jóvenes) a este Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el que sigue estando vivo y cercano en este siglo XXI como Señor y como amigo, capaz de dar sentido pleno a una vida, y orientación verdadera en las inquietudes y búsquedas. No viene a adoctrinar ni a condenar. Viene a proponer a Jesús como raíz y como centro de la vida. «Arraigados en Cristo, firmes en la fe» es el lema de esta XXVIª JMJ. Viene a sembrar ilusión y a invitar a seguirlo con valentía y generosidad. Ser cristiano no es algo pasado de moda, propio de otra época más oscura. Seguir a Jesús no es mirar para atrás y añorar el pasado, sino mirar hacia adelante y afrontar el futuro, por oscuro que se presente, con esperanza y esfuerzo. Cristo y su mensaje son vivos y actuales ayer, hoy y siempre.

La Opinión-El Correo de Zamora, 21/08/11.

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