domingo, 18 de abril de 2010

Catequesis en piedra


LUIS SANTAMARÍA DEL RÍO

Ayer tuvo lugar la tercera etapa de la iniciativa «Peregrinos por un día», que pretende recorrer diversos tramos de los Caminos jacobeos que pasan por nuestra Diócesis de Zamora. Unas 150 personas salimos de la iglesia visigótica de San Pedro de la Nave para llegar caminando a la parroquia de Muelas del Pan, precisamente dedicada al apóstol Santiago. Como este periódico dará buena cuenta de lo que aconteció, quiero limitarme a compartir lo que hicimos en el templo de salida, esa joya que nos queda como testimonio de la fe de nuestros hermanos de la Alta Edad Media.

Y lo que hicimos fue, simplemente, tener una breve catequesis. Las palabras fueron descorriendo el velo de las imágenes, para mostrar el sentido profundo de lo que hace más de un milenio dejaron las manos de artistas anónimos. Nos fijamos en los famosos capiteles historiados con las escenas bíblicas del sacrificio de Abrahán y del profeta Daniel en el foso de los leones, que transmiten la centralidad para los cristianos de la eucaristía y del bautismo, sacramentos que «hacen» la Iglesia. De ahí el agua que hay a los pies de Daniel, y de la que beben los leones, y la inscripción «altare» en el lugar del sacrificio de Isaac. Pero no sólo nos quedamos en las dos imágenes más conocidas, sino que fuimos desgranando el sentido de toda la iconografía. Sobre todo, la cruz, no como un instrumento de tortura, sino como el símbolo del triunfo de Cristo sobre la muerte, y la expresión de la universalidad de la fe cristiana, que se irradia hasta los cuatro puntos cardinales.

Los demás motivos que adornan basas y capiteles, y sobre todo el friso que rodea el templo visigótico, también nos han servido para desgranar la doctrina escatológica que nos dejan estas piedras: la finalidad del peregrinar de esta vida, su meta, es el paraíso, representado simbólicamente de muchas maneras. Pero un paraíso que tiene su «hoy», porque es accesible por el sacrificio de Cristo en la cruz, del que se hace memorial en cada eucaristía. Los creyentes en Jesús, los miembros de su familia -la Iglesia- son invitados al banquete de las bodas del Cordero, a la gloria del cielo. Cosa que se adelanta en la misa. Y que urge a la misión, para testimoniarlo a todo el mundo. Como los apóstoles que aparecen tallados en los capiteles: Pedro y Pablo, testigos del evangelio en Occidente, y Tomás y Felipe, que hicieron lo propio en Oriente. Toda una catequesis en piedra, o quizás todo un tratado teológico que vale la pena reseñar. Y visitar. Una fe que se hace historia… y se hace belleza.

La Opinión-El Correo de Zamora, 18/04/10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario