jueves, 11 de noviembre de 2010

CruzCampus: la fe en diálogo con la cultura y la modernidad


CruZamora 2: Cientos de jóvenes universitarios y estudiantes de Bachillerato se congregaron en el Campus Viriato de la capital zamorana para recibir la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María, signos de la JMJ.

Zamora, 11/11/10. El Campus Viriato de Zamora, dependiente de la Universidad de Salamanca, ha acogido a las 13 horas el acto CruzCampus, organizado por el Secretariado Diocesano de Pastoral Universitaria. Palabra, música e imagen se han unido ante la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María, los dos signos principales de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que fueron acogidos por la comunidad universitaria y los alumnos de Bachillerato de Zamora.

“Si hay un signo universal, si hay un signo que lo dice todo y no se agota nunca, ese signo es la cruz, aunque sea una simple cruz de madera”, explicó el sacerdote Jesús Campos, director del Secretariado Diocesano de Pastoral Universitaria y profesor de la Universidad de Salamanca.

El escenario estuvo presidido por la Cruz y el Icono. En las filas del moderno Salón de Actos del Campus, representantes de los alumnos universitarios, de los profesores y del personal no docente, además de una nutrida asistencia de estudiantes de Bachillerato de la capital: 130 alumnos del Colegio Medalla Milagrosa, 80 del Colegio Sagrado Corazón de Jesús y una veintena del Colegio Corazón de María.

Ser creyente es ser moderno

CruzCampus se inició con la música: los sones de la melodía “Exsultate Justi”, de la banda sonora de la película Empire of the Sun fueron los que acompañaron la entrada de la Cruz en el salón, donde ya esperaba el Icono de María sobre el escenario, y donde se escuchó, proclamado por Yolanda Schintu, locutora de Radio Zamora (Cadena Ser) el himno “Oh cruz fiel”, tan conocido para los zamoranos en su versión latina cantada en la Semana Santa.

Una vez concluido el himno, hubo una pieza de danza ante la Cruz, representada por el Grupo de Expresión Corporal del Colegio María Inmaculada de la ciudad. Se trataba del “Aleluya” de R. Wainwright. Acabado este momento, el director del Secretariado Diocesano de Pastoral Juvenil, Juan Carlos López, tuvo unas palabras de saludo y bienvenida a los asistentes.

“Ser creyente hoy es moderno”, dijo a los jóvenes asistentes. Según López, “no hemos querido esconder nuestros signos, desechando cualquier complejo”, ya que “los cristianos estamos llamados a ser motores para la humanización del mundo”. Recordó la acogida de la Cruz, la víspera, en Benavente, “una acogida cálida a pesar del frío”. “La JMJ está a tiro, sólo quedan 272 días... vosotros tenéis la oportunidad de participar directamente en este evento, posiblemente uno de los más importantes que España vivirá en esta década. No os perdáis esta oportunidad”, les insistió.

La sabiduría de la cruz

Tras esta introducción, fue el momento más académico, con la intervención del catedrático de Literatura Española Antonio Ramajo Caño, que versó sobre la cruz en los hombres y mujeres de Castilla, centrándose en algunas grandes figuras de la literatura mística de esta tierra, como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, además de uno más reciente, San Rafael Arnaiz.

El profesor constató la presencia de la cruz en la vida del hombre, una cruz de la que huimos, pero que es inevitable en la forma del dolor. “Si Cristo sufre al morir por nosotros, nuestro sufrimiento nos puede hermanar con él”, explicó, refiriéndose a la santa abulense. La cruz nos salva porque en ella reside la auténtica sabiduría, como escribía el hermano Rafael. El alma, para entender, debe padecer, según el místico Juan de la Cruz.

Ciertamente, la cruz resulta dura para el hombre, pero los santos explican que tras el dolor se esconde la gloria, y tras la muerte, la resurrección. Pero estos personajes no fueron insensibles al sufrimiento, sino que lo vivieron. Para San Rafael, “la cruz fue de una vulgaridad insoportable”, pero descubre que el amor de Dios se revela en hacer las acciones más pequeñas. Como Santa Teresa, que hallaba la huella divina en lo cotidiano. Y San Juan de la Cruz “amaba las cruces desnudas”. La sabiduría de la cruz es unificar a la persona enteramente con la voluntad de Dios, es un camino que eleva a la cima de la unión mística, al examen final del amor.

Este momento fue completado con la interpretación de una pieza de piano, a cargo de Vicente Urones Sánchez, alumno universitario y también del Conservatorio de Salamanca. La pieza fue “Poema”, de Rolf Rolland. Y hubo dos testimonios de estudiantes, que contestaron a la pregunta “¿Qué es la cruz para mí?”. Para una de ellas, “no es una cruz apoyada en una pared, sino que se ha puesto en movimiento por todo el mundo para acercar a todos los jóvenes a Jesús. Los jóvenes somos los pilares sobre los que se apoyará la Iglesia del futuro, y por eso la Iglesia tiene que escuchar nuestros ideales”.

Signo de alegría para el camino

Para la otra estudiante que intervino, “esta cruz, desprovista de todo adorno, nos recuerda a los peregrinos que, ligeros de equipaje, hacen su camino hacia Dios, y nos hablan de la sencillez de la vida, sin un consumo abusivo”. Y añadió: “queremos que este acercamiento de la Cruz renueve la fe de los que la tienen, y haga a otros acercarse a Jesús”. Tras estas palabras, el Coro Parroquial de San Lorenzo interpretó el canon “Crucem tuam” de Taizé. Y el Grupo de Expresión Corporal continuó con su realización de la danza que antes había comenzado.

Y volvió el turno de la palabra, con la charla de Jorge Sierra Veloso, miembro del personal de administración y servicios de la Universidad, que invitó a contemplar tranquilamente la cruz, quitándole los restos de sombras y sangre de la historia, aceptando “la paradoja que nos nutre y reconforta: esta cruz, que empezó siendo signo de muerte y sufrimiento, se ha convertido en signo de paz y de concordia”.

La cruz no es un recurso ornamental, sino que la hallamos en el arte y en la poesía, señaló Sierra. Aparece en muchos emblemas y escudos, preside el dormitorio de muchas familias, está en llaveros o calendarios... y que “a su modo, nos asignan un lugar en el mundo y una forma de concebir la existencia. Nos acompaña hasta la muerte, y nos da la fuerza del estímulo, del reto, de la lucha. No tenemos que tener miedo a mirarla de frente”. Nos fijamos en su sentido de peso, carga o trabajo, cuando la señal del cristiano tiene que serlo de “alegría, de compromiso fraterno, de camino compartido. Así pues, caminemos”.

Un signo lleno de vida

Y, a continuación, fue el propio Jesús Campos, responsable del evento, el que intervino con una charla sobre “La cruz en el mundo contemporáneo”. Se trata, dijo, de un elocuente signo que parece enfrentar, y que siempre es más, llevando consigo lo de menos. “Un signo vinculado a la muerte, pero lleno de vida. Es un icono de humanidad”. En sus palabras, se acercó a la figura de Edith Stein, de la que resumió su vida y su historia de conversión.

Una mujer que hizo de la cruz el centro de su vida, cuando pasó de la Universidad al Carmelo, de la frialdad religiosa a la profundidad creyente. El responsable de la pastoral universitaria diocesana también hizo algunos comentarios sobre el libro de Stein La ciencia de la cruz. Cuando fue llevada al campo de concentración de Auschwitz, terminó la obra que no pudo concluir en el papel. “La cruz, si no es asumida y vivida, es simplemente madera. Pero vivir la ciencia de la cruz nos permite unirnos al Dios amor, en una actitud de vida junto a los que sufren”, explicó.

Tras otra pieza musical a cargo de Vicente Urones (“Adagio”, de Rolland), hubo un testimonio de un joven estudiante de Bachillerato. “Mi vida es como una cruz que tengo que cargar, con mayor o menor dificultad”, afirmó, señalando la centralidad de los estudios en su vida, y la importancia de la familia y los amigos para ayudar a llevar la carga de la vida. “Y Dios es el gran Simón de Cirene, que siempre está con nosotros, ayudándonos a llevar el peso de la vida. Y al habernos juntado hoy, podemos ver que es más fácil llevar la cruz entre todos”. Volvió a continuación la música con otro canon de Taizé, “De noche iremos”, cantado por el Coro de San Lorenzo.

Una joven vinculada a la Pastoral Universitaria leyó las palabras de San Pablo, en su Carta a los Corintios, sobre la cruz como poder y sabiduría de Dios. Y el obispo subió al escenario para dar las gracias a todos los asistentes. “Este acto merece toda la alabanza y toda la acción de gracias a Dios por vosotros, los jóvenes. Porque, mirando a la cruz, ¿qué descubrimos? Descubrimos que Dios nos amó y se entregó por nosotros. Recordadlo siempre, toda vuestra vida”.

Después llegó el turno del obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, quien se dirigió con naturalidad y con un estilo directo a los jóvenes presentes: “ese signo es para nosotros un signo de gloria y de orgullo. Quienes le seguimos somos invitados a no avergonzarnos nunca de la cruz. Detrás de este signo está Dios amándonos, Dios acercándose a nosotros, recorriendo el camino de nuestra vida, abrazándonos”, afirmó. Y aconsejó a los jóvenes: “en la vida escucharéis muchas voces y se os presentarán muchos caminos. Pero hay uno, el de la cruz, que por Jesucristo, conduce hacia la vida, a la justicia, a la paz, a la fraternidad y solidaridad entre nosotros. Es el camino que inauguró Jesucristo subiendo a ella y siendo signo para todos nosotros”.

“No lo abandonéis nunca. ¡Nunca! No tengáis complejo de ser cristianos; todo lo contrario: con la cabeza bien alta, porque sois lo mejor que se puede ser en la vida, y de ello debéis presumir delante de la sociedad, de vuestros coetáneos, y de los mayores y de los pequeños. Sí, soy cristiano, y a mucha honra”, les insistió a los jóvenes. “Vosotros sois signos de la cruz en medio de la vida. Ánimo, adelante, con valentía, con orgullo, no estáis solos, sois el futuro, no tengáis miedo, el Señor está con vosotros, y toda la Iglesia está con vosotros y os mira en estos días que preceden a la JMJ en torno a la cruz”. Además, les invitó a participar activamente en la JMJ, que es una posibilidad para el encuentro con Dios, para el cambio de vida.

Después de sus palabras, el obispo bendijo unas sencillas cruces de madera, que a la salida del acto fueron entregadas a los participantes en CruzCampus. Vicente Urones volvió al teclado para interpretar “Song from a secret garden”, de Rolland. Jesús Campos desveló al final la cantidad de 658 cruces que aparecía en el cartel anunciador del acto: cruces que están en la cornisa del edificio del Campus.

Para finalizar CruzCampus, el Grupo de Expresión Corporal interpretó su última danza, a partir de la canción “Nada nos separará del amor de Dios”, del grupo Brotes de Olivo.

El álbum fotográfico de Cruz puede verse en el siguiente enlace:

http://picasaweb.google.com/obzamora.mcs/CruzcampusPabloRodriguez#

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