Zamora, 28/10/10. Ayer, miércoles 27 de octubre, la Diócesis de Salamanca recibió la Cruz de los Jóvenes y el icono de María, que estarán estos días haciéndose presentes en multitud de actos. Varios jóvenes zamoranos acudieron por la noche al Festival “Cruz-a la Plaza”, que congregó a cientos de personas en la emblemática Plaza Mayor salmantina.
Después del rezo de Vísperas en la Catedral de la ciudad, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y el icono de María, símbolos principales de este evento eclesial que se encuentran actualmente en peregrinación por todas las Diócesis españolas, fueron llevados en procesión hasta la Plaza Mayor, donde tuvo lugar el Festival juvenil.
Los jóvenes zamoranos, algunos llegados desde Zamora para la ocasión, y otros residentes allí por sus estudios, pudieron encontrarse con algunos conocidos en un Festival que reunió a gente de todas las edades, y que contó con una gran presencia de sacerdotes y religiosos que se unían a los jóvenes para seguir el ritmo de la música. Resultaba curioso ver a religiosas que trabajan la pastoral juvenil en las residencias universitarias, unidas a sus colegiales con camisetas –sobre su hábito– en las que habían puesto “Jesús mola” bajo el logotipo de la JMJ.
El escenario se llenó de luces de colores para acompañar la música que expresó lo mejor de la juventud con los ritmos más actuales: el rap y el hip-hop, música coral africana, folk y hasta rock del más duro. Todo ello, acompañando a un happening que fue mostrando, a lo largo del Festival, las luces y las sombras del mundo actual, las desigualdades e injusticias y la esperanza que nace de la Cruz de Cristo.
Entre actuación y actuación, los actores de la organización fueron representando escenas de falta de sentido y de ganas de vivir, el drama de las drogas, la abundancia de unos y la necesidad de compartir, los presos de países árabes, el maltrato doméstico de la mujer, la aparición del cáncer en la vida de una persona… Situaciones de dolor y de esperanza, ante las cuales la Cruz tiene algo que decir. Una Cruz que permaneció durante todo el Festival en el escenario, junto al icono de la Virgen María salus populi romani.
Hubo un manifiesto conclusivo, que leyó Miguel Ángel, un joven con síndrome de Down. Afirmó que “tengo algunas limitaciones… pero todos somos distintos, y todos somos especiales”. Subrayó una y otra vez el valor de la vida, de toda vida humana: “me encanta vivir… estoy feliz de estar vivo, y de poder leeros esto en la Plaza Mayor de Salamanca”. También dio testimonio de su fe, declarando que “la cruz que está aquí significa mucho para mí, porque en ella ha muerto un amigo mío hace muchos años. Sin embargo, mi amigo vive. Se llama Jesús, y espero que también vosotros podáis conocerlo algún día”. Su intervención fue largamente aplaudida, y respondida con los gritos de “que bote Salamanca”.
El momento final, después de todas las actuaciones musicales y de la lectura del manifiesto, fue la formación en el escenario, con los jóvenes que habían ido “redimiendo” las situaciones negativas mostradas en la Plaza durante el Festival, de la palabra “esperanza”, pues cada uno de ellos tenía una letra en su camiseta. “En el escenario de la vida, nos dejaremos la vida para que otros tengan vida”, se oyó. “Sí, hay esperanza en cada uno de nosotros”, fueron las palabras de la voz en off, que pedía también una sociedad más justa y fraterna y una Iglesia más cercana a los jóvenes. Y éstas fueron las palabras finales de todo el Festival: “Sí, hay esperanza”.
Los jóvenes zamoranos se llevaron buen sabor de boca de un Festival bien preparado. Y con ganas de acoger la Cruz de los Jóvenes y el icono de María, que llegarán a Zamora el próximo 11 de noviembre, para estar en la Diócesis hasta el 14. ¡Bienvenida!
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