jueves, 29 de diciembre de 2011
El Seminario organiza unos talleres de Navidad para niños
martes, 27 de diciembre de 2011
Cáritas Diocesana presenta su Campaña de Navidad
lunes, 26 de diciembre de 2011
Fallece Francisco Fernández Matellán, párroco emérito de Morales del Vino
Fiesta de la Sagrada Familia: homenaje a los matrimonios
La fe
domingo, 18 de diciembre de 2011
Desconcertada y fiel
Infinitomasuno: ¡te puede pasar a ti!
lunes, 12 de diciembre de 2011
Zamora celebró la Fiesta de los Hispanos
Zamora, 12/12/11. Hoy es la festividad de la Virgen de Guadalupe, advocación mexicana de honda raigambre en la Iglesia en Hispanoamérica. Con este motivo, la Diócesis de Zamora celebró ayer la Fiesta de los Hispanos, junto con la población hispanoamericana asentada en Zamora. La iglesia parroquial de San Vicente se quedó pequeña para acoger a los feligreses zamoranos e hispanoamericanos que se unieron para honrar a la Madre: Nuestra Señora de Guadalupe.
La eucaristía fue presidida por el sacerdote zamorano Mateo Alejandro (nacido en Casaseca de las Chanas), misionero del Verbo Divino que lleva tiempo desempeñando su ministerio en Colombia, y concelebraron, entre otros, Volusiano Calzada, también religioso verbita y vicario parroquial del templo, y Javier Fresno, delegado diocesano para la Religiosidad Popular.
Durante la homilía el sacerdote recordó a los asistentes que en este tercer domingo de Adviento “Jesús nos invita a dar testimonio, pero siempre con alegría; siempre tenemos que estar contentos”. Además, animó a aprovechar este tiempo para preparar su llegada: “he visto que en Zamora ya se han iluminado las calles, se han colocado los alumbrados y en poco tiempo en las iglesias se pondrán los pesebres”, pero estos gestos tan habituales aquí no fueron posible en Colombia hace un año. “En la selva colombiana donde yo vivo ahora nos llegaba el agua por las rodillas y la iglesia estaba inundada, por eso no pudimos poner luces ni belenes”, recordó el presbítero. Sin embargo, lo importante es “testimoniar que Jesús está vivo y presente entre nosotros, en las circunstancias que sean”.
En el presbiterio, como es habitual en este día, estaba situado ante el altar el cuadro de la Virgen de Guadalupe que se venera en la iglesia de San Vicente. Tras la eucaristía, los inmigrantes sudamericanos residente en nuestra Diócesis y los feligreses zamoranos compartieron un pequeño ágape en el salón parroquial.
Álbum fotográfico en:
https://picasaweb.google.com/115137003494754343816/FiestaDeLosHispanos
domingo, 11 de diciembre de 2011
Voz y testigo
AGUSTÍN MONTALVO FERNÁNDEZ
Domingo III de Adviento – Ciclo B
“Juan venía como testigo para dar testimonio de la luz” (Jn 1, 6-8. 19-28)
Se dice que en este momento nuestra sociedad necesita testigos más que maestros, aunque seguramente no se pueda ser maestro si no se es testigo al mismo tiempo. Para la trasmisión de la fe hoy esto es indudable, no sólo porque así fue el encargo del Señor: «seréis mis testigos», sino porque cualquier otro camino es inútil. En otros tiempos, en los que la fe se trasmitía por contagio porque el ambiente era «cristiano», el testimonio tal vez fuera menos necesario; hoy, en cambio, es imprescindible.
Como Juan, «que venía como testigo para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe», los seguidores de Jesús están llamados a ser luz, no escondida bajo el celemín, sino puesta sobre el candelero. En tiempos difíciles existe la tentación de replegarse al interior de la comunidad o del templo por miedo o por cobardía. Entonces, acaso sin saberlo, muchos nos dirán como la judía ciega de «El padre humillado» de Claudel a su amigo cristiano: «Vosotros los que veis, ¿qué habéis hecho de la luz?».
Juan es también «la voz que grita en el desierto». Entre tantas voces que gritan desde todas partes y que invitan a gozar, a votar, a comprar, a indignarse, a firmar, a evadirse… hoy también el Salvador necesita que su voz sea escuchada, y son sus discípulos quienes tienen que prestarle la propia para hacerlo posible. Testimonio y voz son el medio a través del que hoy el que es Luz y Vida se ha de hacer presente en nuestro mundo, escaso de ambas realidades. Testimonio y voz que no son otra cosa sino la vida coherente de los cristianos, su palabra oportuna y su presencia visible.
Es probable que muchas veces esta voz sea voz que grita en el desierto de la indiferencia o del prejuicio hostil, y experimente el cansancio y la tentación de abandonar, pero el testigo tiene que responder no del éxito, sino de la fidelidad al mensaje y a quien lo encomienda.
¿Tú quién eres?, le preguntan al Bautista. Y él responde con humildad: «yo no soy el Mesías ni Elías; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, al que no soy digno de desatarle la correa de la sandalia». El testigo tiene que tener su misma modestia. Sabe, y lo manifiesta con claridad, que no se anuncia a sí mismo, sino a Otro, y que ha de dejar espacio a la libertad de los otros. La Iglesia y cada uno de sus miembros deben cuidar mucho el evitar que su protagonismo impida la trasparencia de quien es realmente la Luz. Y esto no siempre es fácil.
Anudar extremos
ÁNGEL CARRETERO MARTÍN
En las últimas semanas presenciamos desenfrenados maratones en los templos del consumismo que son los grandes centros comerciales. Ya sé que esto no es nuevo; se repite siempre y sin demora por estas fechas. Pero este año me sorprende un poco más porque parece que la gravedad de la crisis económica no nos corta mucho, y conste que no pretendo aguar la fiesta a nadie. El caso es que casi todo el mundo se provee de un sinfín de cosas como si se hubiera anunciado la llegada apocalíptica de una glaciación que nos fuera a dejar a todos atrapados en nuestras casas.
Quienes tratamos de llenar nuestra vida no de cosas sino de Dios y de solidaridad con todos sabemos que estos días que llamamos Adviento son una excelente vacuna contra toda despersonalización e ideologización de nuestra esperanza cristiana. No esperamos algo abstracto sino a alguien concreto: la persona de Cristo. Pero ¿cómo puede esperarse a alguien que ya ha venido? Pues precisamente porque rememoramos la Navidad podemos esperar la Parusía; es decir, Cristo ha venido como niño para venir también como Señor; y tenemos la certeza de que vendrá como Señor porque vino como niño. Así es como la tensión de nuestra esperanza se mantiene en esos dos polos: Navidad y Parusía.
En realidad, más que de una venida tendríamos que hablar de una vuelta, ya que desde que Dios se hizo hombre permanece con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Sólo que cuando llegue ese final se manifestará en poder y gloria, se correrá totalmente el velo corroborándose que el nacido de María en la humildad de Belén es el Señor de la historia. Hasta entonces somos muchos quienes «ya» lo afirmamos en la fe, «todavía no» en la visión. De ahí que para los creyentes el tiempo cristiano sea genuinamente humano; un tiempo estructurado, no desparramado en fragmentos inconexos, sino armónicamente entretejidos; un tiempo que anuda el extremo inicial de un proceso inaugurado en Palestina con el extremo último que afectará a toda la creación, transformada en los cielos nuevos y la tierra nueva.
De este modo lo que esperamos de Cristo es, ante todo, la salvación. Lo decimos sabiendo que a no pocos les suena extraño o no se sientan necesitados de ella. Pero la salvación del hombre no se reduce a tener lleno su estómago, también necesita reconciliarse consigo mismo, con los demás, con el misterio de la vida y de la muerte... No ha habido ni habrá sistema o sociedad capaz de lograrnos plenitud de sentido, de ser y de realidad. Sólo la esperanza cristiana nos revela que «ya» hay salida y salvación para todo y para todos, por muy oscuras que veamos las cosas a nuestro alrededor, sólo que «todavía no» no la disfrutamos totalmente.
viernes, 9 de diciembre de 2011
Bodas de oro de una religiosa de Jesús Redentor en Fariza
Fariza, 9/12/11. El pasado martes 6 de diciembre, las Religiosas de Jesús Redentor, residentes en Fariza, celebraron los 50 años de profesión religiosa de una de sus integrantes, la hermana Elena.
Para ello tuvieron una Eucaristía en acción de gracias, presidida por el párroco de Fariza, Manuel Benito García, y con el cual llevan a cabo el trabajo pastoral de estas nueve parroquias de Sayago: Argañín, Badilla, Cozcurrita, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera, Villar del Buey y Zafara. La ceremonia fue concelebrada por otros tres sacerdotes del arciprestazgo: Rufino de Castro, Isaac Prieto y Javier Fresno.
A la celebración acudieron también hermanas de la misma congregación de Valladolid, y otras religiosas que trabajan en las parroquias rurales de la Diócesis de Zamora: las Religiosas del Amor de Dios de Alcañices, las Franciscanas del Sagrado Corazón de Manzanal del Barco y las Misioneras de la Inmaculada Concepción de Fermoselle. Asimismo, acudió la gente de los pueblos, no sólo de las parroquias donde las hermanas están presentes en la acción pastoral, sino también de otros pueblos cercanos.
Según explica la hermana Mª Ángeles Antolín, “fue una ceremonia sencilla, donde nuestra hermana renovó su ‘sí’ al Señor dado hace 50 años, acogiendo el proyecto que Dios tenía para ella. A lo largo de todos estos años ha ido viviendo la consagración religiosa y haciendo realidad la misión que le fue encomendada en diferentes lugares: Palencia, Valladolid, y ahora en Fariza de Sayago, como religiosa de Jesús Redentor, siguiendo las huellas de Victorine Le Dieu, nuestra Fundadora”.
Como continúa diciendo esta religiosa de Jesús Redentor, refiriéndose a la hermana que ha celebrado sus bodas de oro, “ella ha ido respondiendo día a día con su entrega y dedicación al carisma de la congregación: colaborar con Cristo en la obra de la Redención, a través de la adoración a Jesús Eucaristía, en el servicio a los pobres, los marginados, las mujeres en riesgo de exclusión y todos los que sufren las consecuencias de las injusticias y de la explotación. Teniendo como centro de la vida la Eucaristía, sacramento del amor de Dios que reconstruye la unidad en todo lo que está quebrantado, herido, roto”.
El acto terminó con un ágape fraterno con todos los que participaron en esta celebración de acción de gracias al Señor “por la vida de nuestra hermana Elena y su compromiso con la Iglesia y el mundo”, tal como señalan las religiosas, que concluyen diciendo: “damos gracias a Dios por su entrega, dedicación y generosidad y le pedimos que siga concediendo muchos años a nuestra hermana para que siga viviendo y testimoniando con gozo su entrega al Señor”.
domingo, 4 de diciembre de 2011
Espera y evangelio
JESÚS GÓMEZ FERNÁNDEZ
Domingo II de Adviento – Ciclo B
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (Mc 1, 1-8)
Consolad, consolad a mi pueblo -dice Dios-, hablad al corazón, gritad que se ha cumplido la pena». Uno de los miles de judíos desterrados que penan en Babilonia, judío anónimo al que llamamos Segundo Isaías, acogió estas palabras y se convierte en pregonero. A voz en grito convoca a los desterrados: «En el desierto preparad un camino al Señor». Hablarle a un judío del «desierto» al instante le trae a la memoria el éxodo: la salida de Egipto y la travesía del desierto hacía la tierra prometida. Así, pues, un segundo éxodo es inminente y urge preparar el camino por donde pasará Dios mismo al frente de su pueblo. El pregonero está apresurado. Vuela rápido a la Tierra Prometida y desde una montaña vuelve a gritar, que lo oigan toda la Tierra: «Atención. Dios el Señor llega con fuerza», pero tan delicado con su pueblo como pastor que lleva en brazos los corderos y cuida de las madres.
Siglos más tarde Juan el Bautista coge el testigo del Segundo Isaías. Del Bautista conocemos el nombre de sus padres, las circunstancias de su nacimiento, su formación austera y su carácter intachable; sabemos dónde vivía, cómo vestía, qué comía, qué actividad lo caracterizó: la predicación de un cambio de mentalidad y conducta en tiempos de cierta corrupción, y el bautizar con agua a cuantos aceptaban su predicación. La predicación cristiana lo proclama como el precursor de Jesucristo. Con razón puede san Marcos encabezar su evangelio con estas palabras: «Principio del evangelio de Jesucristo Hijo de Dios».
La palabra evangelio ha significado propina en la «Odisea», buenas noticias en un decreto proconsular, el contenido de la predicación de Jesús en Mt/Mc y en este encabezamiento puede significar el evangelio que Jesús predica o el evangelio que predicamos de Jesús o el evangelio que es el mismo Jesús (Jesús mismo es la buena noticia). En cualquiera de los casos el punto de partida es el pregón multisecular: «Preparadle el camino al Señor».
Una estrofa del canto más bello del Adviento repite las palabras de Dios «Consolad, consolad a mi pueblo. Rápido llega tu salvación». El consuelo con que nos consuela el Bautista es el anuncio de que le está pisando los talones «quien es más fuerte que él y que nos bautizará con Espíritu Santo». Jesucristo apareció en forma de esclavo siendo Hijo de Dios. Eso fue en Belén. Dios lo enalteció. Eso fue en Jerusalén. Él es el Fuerte, todopoderoso para transformar nuestra corrupción y malicia en rectitud y honradez, para recrearnos mediante la infusión de su Espíritu Santo a través del rito bautismal. Él es nuestra salvación. Nuestro gozo y consuelo. Esto es en nuestro corazón. Es obligado, no obstante, manifestar y comunicar nuestro gozo y consuelo.
Apresurad la venida del Señor
JOSÉ ÁLVAREZ ESTEBAN
No voy a tener la oportunidad de otro comentario previo a la Navidad y no quisiera quedarme sin la satisfacción de sugerirla. «Apresurar la venida» es eso, adelantarla, avivar y abreviar los plazos. En la magistral obra «El hombre eterno» de G. K. Chesterton hay un capítulo expresamente dedicado al nacimiento de Jesús que lleva el título de «El Dios de la cueva». Lo recomiendo. «Celebramos la Navidad, dice, seguimos celebrándola, porque somos psicológicamente cristianos. Si uno busca un aspecto no controvertido del cristianismo probablemente escogería la Navidad». Este año no he leído ni un folleto de propaganda navideña. La gente no está por el consumo, ahora menos que nunca, y las grandes superficies lo saben y no se permiten excesos. En años pasados se hacía interesante revisar esa propaganda que competía y hasta se aprovechaba del mensaje religioso del Adviento y de la Navidad. Navidad es el sonido simultáneo de muchas notas: la humildad, la alegría, la gratitud, el temor sobrenatural y, al mismo tiempo, la vigilancia, el drama y la esperanza. Esperanza sobre todo.
Benedicto XVI en su ya finalizado viaje a África también ha hablado de esperanza y lo ha hecho en términos que bien nos vendría aplicar aquí. Ha hablado en Benín, pero el suyo es un mensaje sin fronteras. «No privéis a vuestros pueblos, dice, de la esperanza. No amputéis su porvenir mutilando su presente. Tened un enfoque ético valiente en vuestras responsabilidades y, si sois creyentes, rogad a Dios que os conceda sabiduría. Esta sabiduría os hará entender que, siendo los promotores del futuro de vuestros pueblos, es necesario que seáis verdaderos servidores de la esperanza».
Nada parece tan urgente como el retorno a la esperanza. Esa fue la profecía de Isaías para con un pueblo servil que necesitaba levantar el ánimo. Nuestras pasadas elecciones nos han traído también una buena dosis de esperanza, augurio de nuevos tiempos y oportunidades. Esta España nuestra, tan adormecida y engañada en sus excelencias, siente miedo. La base económica sobre la que nos hemos empeñando en asentar el futuro, cruje y amenaza ruina como esa estatua con pies de barro que hemos venido leyendo en la Profecía de Daniel. El veredicto de «contado, pesado y dividido» sobre la corte babilónica es sentencia que, salvadas las distancias, suena y mucho a rechazo de quienes nos han gobernado y a prevención y guardia para quienes toman el relevo en la gestión pública. Ya decía Ana Frank que no se podía construir nada sobre la base de la muerte, la miseria y la confusión. De confusión sabemos ya bastante, de miseria, vamos aprendiendo. Pero el creyente lucha por «ese cielo nuevo y esa tierra nueva en que habite la justicia» (2P. 3,14).
sábado, 3 de diciembre de 2011
El obispo de Zamora nombra nuevos canónigos
El obispo de Zamora ha realizado nombramientos en el Cabildo Catedral, resultando designado Juan González como nuevo penitenciario y José Francisco Matías y Esteban Vicente como canónigos.
Zamora, 3/12/11. El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, acaba de realizar nuevos nombramientos que afectan al Cabildo Catedral. El deán-presidente, Juan González López (Villanueva del Campo, 1934) asume ahora también la función de penitenciario.
Por otro lado, el vicario general, José Francisco Matías Sampedro (Belver de los Montes, 1956), y el secretario particular del obispo, Esteban Vicente Hernández (Fuentesaúco, 1970), han sido nombrados canónigos.
Según señala el Código de Derecho Canónico, “el cabildo de canónigos, catedralicio o colegial, es un colegio de sacerdotes, al que corresponde celebrar las funciones litúrgicas más solemnes en la iglesia central o en la colegiata; compete además al cabildo catedralicio cumplir aquellos oficios que el derecho o el Obispo diocesano le encomienden” (canon 503).
martes, 29 de noviembre de 2011
Encuentro de apostolado seglar en Zamora
Zamora, 29/11/11. El próximo jueves 1 de diciembre tendrá lugar el IV Encuentro de grupos, movimientos y asociaciones de apostolado seglar de la Diócesis de Zamora. Será a las 19 horas en el Seminario San Atilano (sala 2, San José). La actividad está organizada por la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar, que la incluía en su programación pastoral.
Cada grupo, movimiento o asociación presentará una sencilla aportación sacada de la lectura reflexiva de la exhortación apostólica postsinodal de Benedicto XVI Verbum Domini. Como explica la delegada de Apostolado Seglar, Josefa de la Fuente, “es nuestra manera de participar en el objetivo diocesano de este curso y de contribuir a la formación de los seglares”.
Cabe recordar que el objetivo pastoral diocesano para el curso 2011/12 es “La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia”. Como se explica en la presentación del objetivo anual, a la luz del documento pontificio “nuestra diócesis quiere hacer suyo este don del Magisterio de Benedicto XVI e iluminar con él nuestra vida pastoral cotidiana”.
Entre las concreciones que la Diócesis de Zamora ha señalado para llevar a cabo este objetivo, se encuentran fomentar “la fortaleza de la vocación laical, la grandeza de la misión que el cristiano ha recibido de ser testigo y servidor del amor en nuestro mundo concreto” y, por otro lado, alentar “la presencia real y el compromiso creyente en las diferentes realidades de nuestra sociedad”.
lunes, 28 de noviembre de 2011
Ángel Sastre, de Villaralbo al martirio
Francisco Abad (*)
El 25 de octubre de 1992 tuve la oportunidad de asistir a la Beatificación del hermano Ángel Sastre en Roma. No me movieron en ese momento especiales motivos de devoción. Era una buena excusa para conocer parte de Italia acompañando a un grupo de gente de Villaralbo, lugar de nacimiento del beato. Claro que para la inmensa mayoría de sus habitantes pasó desapercibido aquel acontecimiento. Entonces y ahora la figura del beato es ignorada tanto en su pueblo natal como en su Diócesis de Zamora donde solo resuena su nombre de vez en cuando en las Letanías que se proclaman en las celebraciones solemnes. El ritual así lo exige.
En la Misa de Beatificación concelebraron con el Papa el Obispo de Zamora y el párroco de Villaralbo. A otro sacerdote y a mí nos situó nuestro Obispo en el lugar reservado a los familiares de los nuevos Beatos. El Obispo, sin saberlo, había acertado en el sitio que me correspondía. Mi padre me dijo más tarde que teníamos lazos familiares con el hermano Ángel por parte de mi abuela paterna. Es por mi padre, de la misma edad que él, como me enteré un poco de su vida. Lo que más recordaba era su origen humilde. Me decía: “si nosotros éramos pobres, mucho más pobres eran ellos”. En la pequeña biografía de Ángel Sastre de Vicente Bécares publicada con motivo de su Beatificación no hace otra cosa el autor que señalar lo que mi padre me contaba.
Ángel quedó huérfano de padre muy pronto, murieron dos hermanos, y a los diez años ingresa con otros tres hermanos en el Hospicio de Zamora. Parece ser que su madre, Blasa, sólo podía atender a una hija discapacitada que quedó a su lado. En el orfanato su comportamiento es reconocido como “excelente”, puede que ya vieran en él las profundas raíces cristianas a las que más tarde se mantuvo tan fiel. A los 16 ó 17 años sale y decide hacer el servicio militar. Lo destinan en Melilla. Decide al volver a Villaralbo y, cumplido el servicio militar, ser religioso. Desde Valladolid camina a pie hasta Ciempozuelos, donde solicita ser admitido en la Orden de San Juan de Dios el 12 de marzo de 1936. El 2 de junio toma el hábito de novicio. Todos sabemos que corrían malos tiempos por España en aquellos años. Ángel los iba a vivir con mucha intensidad.
La situación era difícil. Los superiores de Ángel, recibiendo malas noticias de otros lugares, ofrecen la oportunidad a los más jóvenes de buscar refugio fuera del convento. Algunos así lo hacen, pocos. La mayoría responde: “donde estén nuestros hermanos allí estaremos nosotros”. Ángel era uno de ellos. Los sucesos de aquel verano del 36 se sucedieron con rapidez. En agosto detienen a los hermanos, que son asesinados tres meses mas tarde en Paracuellos del Jarama. Ángel dio la vida por su fe en Cristo en la mañana del 28 de noviembre. Este día celebramos su fiesta litúrgica y bien pudiéramos recordarlo entre nosotros un poco más. Si su martirio hubiera sucedido en otra época y en otro lugar sobrarían méritos para honrarle como se merece, pero tuvo la mala suerte de ser en España y en el 36 y todo lo tiene en contra. Parece ser que estos hombres no merecieron ni merecen un pequeño espacio en la multitud de obras cinematográficas sobre aquellos años de nuestros grandes maestros del Cine. Y esto sólo por mencionar algo muy popular. Eso sí, eran solo unos pobres frailes inocentes que servían a los enfermos.
Todos somos responsables de este olvido. Yo mismo no me he atrevido a decir nada sobre él, incluso pienso que este escrito no me atraerá excesivas simpatías. La mayoría de los cristianos no quiere faltar a lo “políticamente correcto” y ni siquiera se pronuncia. Otros, más situados en sus ideologías, rechazan de plano a estos mártires que murieron a manos de los republicanos que supuestamente eran “amigos de los pobres”. Sería como aceptar que los que ellos consideraban “buenos” fueron injustos y asesinos. Para otros, de distinto signo, el hermano Ángel, “pobre de solemnidad”, “le falta clase para ser santo”, “era un pobre desgraciado que no merece ningún interés”. En fin, todo esto explica la falta de reconocimiento en muchos, tanto en su entorno eclesial como social. Un signo tan sólo es ver los que acuden en su pueblo a la Misa de su fiesta.
No existen santos menores y el hermano Ángel es un santo como Dios manda, y nunca mejor dicho en este caso. Su vida y su muerte son testimonio de fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Debiéramos pensar cómo responderíamos cada uno de nosotros en situaciones semejantes. Él decidió ser religioso y consagrar su juventud al servicio de los enfermos y los necesitados. Supo estar con los suyos en momentos de persecución y sobre todo entregó la vida por su fe pudiendo librarse de la muerte (ya que a los más jóvenes se les ofrecía al final apuntarse al combate de la guerra evitando la ejecución). Ángel solo tenía 20 años. Yo me pregunto: ¿un joven que decide ser religioso con honestidad es culpable de algo para ser ejecutado sin contemplaciones? A uno de los testigos de ese final le impresionaba como iban los hermanos: “no se quejan, ni gimen, sólo rezan y cantan, van a la muerte con mucho valor, perdonando, y se despiden unos a otros con el saludo ‘hasta el cielo’ y ‘ánimo, Dios nos espera’”. ¿Cómo es posible que algunos se avergüencen de estos mártires?
Debemos agradecer a Dios este don que nos ha dado en la vida y testimonio del hermano Ángel. Su corta vida estuvo llena de heroísmo, entrega y fe. Tomó a Dios en serio, sirvió a los pobres y fue testigo de la fe hasta dar la vida, ¿qué más se puede pedir? Creo de verdad que a todos nos puede ayudar su testimonio. A tantos jóvenes despistados hoy en día puede ser una luz en medio de un mundo descreído y olvidado de Dios. Es muy difícil llegar a su altura, pero su recuerdo nos puede impulsar a ser fieles a nuestros compromisos cristianos. Según algunos, aunque otros lo consideren exagerado, no estamos lejos de parecidas persecuciones como las vividas por nuestro hermano. Sin olvidar que a día de hoy esa persecución a la fe cristiana es ya real en algunos lugares de nuestro mundo. Muchos cristianos, por el hecho de serlo, son marginados, perseguidos y algunos asesinados. No es algo que sucedió en el pasado. Eso sí, sigue sin ser una preocupación importante y no sale en las primeras noticias del Telediario.
(*) Párroco de San Isidro (Benavente)
domingo, 27 de noviembre de 2011
¡Estás y te esperamos!
NARCISO-JESÚS LORENZO
Domingo I de Adviento – Ciclo B
“Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (Mc 13, 33-37)
Este domingo comenzamos el Adviento, un tiempo litúrgico de cuatro semanas que nos introduce en la Navidad. También a este tiempo le ha pasado, un poco, como a la Navidad, que ha quedado para muchos reducido a mera estética. El Adviento puede verse limitado, al interior de nuestras comunidades, en el cambio de color, por cierto, morado, expresión de penitencia.
Tampoco hemos conseguido dar a entender suficientemente el verdadero valor de los tiempos litúrgicos. Los fieles se debaten entre el recuerdo y la repetición. Algunos explican a los niños cuando llega la Navidad o la Semana Santa: «¡Mira! Recordamos que Jesús nació en Belén» o «Recordamos que Jesús murió en la cruz» o que «Hoy, Jesús nace» u «Hoy, Jesús muere». La Liturgia de la Iglesia y los tiempos litúrgicos no son ni mera evocación ni repetición de cosas pasadas, sino «memorial», actualización. Ciertamente es algo difícil de explicar, porque tiene que ver con lo que Dios hace. Si para nosotros «lo pasado, pasado está», para Dios «lo pasado presente está». El tiempo en Dios es eternidad y lo que Cristo vivió, lo vivió por nuestra salvación, no sólo como hombre, sino también como Dios; por tanto, los hechos fundamentales de su existencia, que técnicamente llamamos «misterios», tienen la cualidad de la eternidad y la de actualidad. Por tanto en los tiempos litúrgicos se hacen presentes esos hechos de modo que podamos participar en ellos.
Se trata de una experiencia de fe, que necesita ser iluminada por la Palabra de Dios y la teología, y que requiere el verdadero deseo de vivir unidos a Jesús y vivir con él todo aquello. Pero centrémonos en el Adviento, que vendría a ser como el primer tiempo litúrgico, porque en las primeras comunidades existía un anhelo, casi impaciencia, por que el Señor volviese en gloria y majestad. Ellos nos han dejado esta súplica: ¡Marana Tha! ¡Ven, Señor Jesús! Conviene, no obstante, constatar: primero, la ausencia del Señor es sólo relativa, podríamos decir que él tiene un pie en la gloria y otro en la historia. Él se ha comprometido a quedarse entre los suyos pero, a la vez, se manifestará visiblemente, en día y hora que nadie sabe, y «como dice el otro: en la hora que menos esperes» para llevar a plenitud su obra de salvación. En segundo lugar, aunque sea doloroso reconocerlo, algunos sectores ideológicos y en el corazón de algunos cristianos, también, se hace realidad la célebre frase de la Zarzuela: «Ni está, ni se le espera».
Sólo habrá un verdadero Adviento que nos prepare para la Navidad y la Parusía si de verdad esperamos al Señor, si deseamos de corazón que Jesús entre en nuestra vida, y si ponemos los medios de conversión para ello.
La caridad
M.ª BELÉN SÁNCHEZ DE ANTA
La caridad es la dimensión religiosa del mismo amor humano y para el cristiano creyente es un acto de amor a Dios. Como dice el Evangelio, todo lo que se hace por otro ser humano necesitado, por Dios lo hacemos.
Para el creyente, Dios se hace presente donde se vive y se practica el amor, siendo uno de estos ejemplos la caridad hacia el prójimo y, para el no creyente que ama, también se ve que ejerce la caridad al amar a los demás. Una vida sin amor es una vida vacía, por eso también los escépticos, agnósticos, ateos y de otras religiones practican la caridad, porque aman al prójimo. Puede ser que ese amor no se base en la fe de los creyentes cristianos, pero aman y sin saberlo también están practicando el ejercicio de la caridad.
Algunas personas utilizan un lenguaje burlón al hablar de la caridad en el sentido de ridiculizar a muchas personas que hacen de su vida una dedicación plena a los demás; personas que han contraído el compromiso, que nace desde la fe, de ejercer la fraternidad ayudando a los necesitados; también trivializan el concepto de la caridad reduciéndolo a tener lástima por los demás o a dar una limosna solamente para tranquilizar su conciencia; o cuando se confunde con la justicia. Llegar a la justicia plena realmente es dificilísimo, ya que siempre habrá desiguales, pero podría aplicarse el principio jurídico de trato igual a los iguales y desigual a los desiguales. Para practicar la caridad, no sólo uno es justo cuando da al otro lo que le corresponde, sino cuando doy de mí mismo al otro.
Pero ¿cómo podemos ejercitar la caridad? Por supuesto que satisfaciendo las necesidades materiales de los necesitados, eso es lo primero, siendo generosos económicamente y dando ejemplo a nuestros hijos al preocuparnos por los más necesitados; aunque no sólo así. La podemos ejercitar dándonos a nosotros mismos; dedicando parte de nuestro tiempo a los demás; aceptando a las personas como son; comprendiendo sus errores y limitaciones; empatizando -palabra muy usada hoy en día- con los demás, es decir, poniéndonos en el lugar de los otros; perdonando en la discordia y de muchas otras formas que conducen a la universalidad en el amor fraterno, devolviendo a la comunidad parte de lo que hemos recibido de ella con la intención de ayudar a los necesitados.
La madre Teresa de Calcuta dijo que para amar no hacía falta intentar acciones espectaculares, porque amar debe ser tan natural como respirar. Todos tenemos cerca a muchas personas con las que ejercer la caridad y que vemos a diario. ¿Por qué no hacemos algo por ellas?
domingo, 20 de noviembre de 2011
Días contados y pesados
FRANCISCO GARCÍA MARTÍNEZ
Solemnidad de Cristo Rey – Ciclo A
“Venid, benditos” (Mt 25,31-46)
La tierra no es el cielo, ¡gracias a Dios! Un cielo en la tierra siempre supone la violencia y la insolidaridad de algunos para resguardar su pedacito de felicidad, por otra parte, siempre pasajera. Siempre supone unos extrarradios llenos de miseria que se convierten en tierra infernal para muchos. Pero, ¿cabe esperar desde la tierra un cielo en el cielo? Muchos no lo creen, a la mayor parte nos cuesta creerlo, por eso nos agarramos con uñas y dientes a este mundo como un niño el primer día de colegio se agarra a su madre llorando desconsoladamente porque la tiene que dejar quiera o no. Lo que hoy nos anuncia el evangelio es que un día los días se acabarán. Esto no hace falta creerlo, es tan evidente que de pura evidencia se pierde en los recodos de nuestra memoria y lo olvidamos. Pero es así, los días están contados, sean más o menos, un día terminan. Y el cielo o el infierno de la tierra se acaban. Y entonces ¿qué?
Ahora viene en el evangelio lo que hay que creer y es difícil de creer. Se abrirán los cielos verdaderos y se oirá una voz que diga: «venid, benditos de mi Padre» porque vuestra vida recogió el dolor de los que os rodeaban y sembró amor en pequeños gestos de acogida. Y entonces, cuando la muerte haya parecido acabar con todo y no quede más que la fragilidad de nuestra existencia que no puede sostener ni siquiera lo mejor de sí misma, contemplaremos el poder del amor que tiene su nido en Dios y espera envolvernos como una gallina a sus polluelos. Entonces los que amaron con el mismo amor de Dios sin ni siquiera conocerlo dirán: «bendito sea Dios», y los que lo conocíamos ya, aunque no supiéramos vivirlo del todo, responderemos: «amén, bendito sea». Y conoceremos que los días estaban pesados y que Dios contaba hasta los pelos de nuestra cabeza sin olvidarse de los que estaban en el infierno de la tierra y de los que los visitaban desde los cielos de la tierra. Y podremos cantar: «Aleluya».
Pero, el evangelio nos alerta, en especial en estos tiempos en los que Dios parece haberse vuelto solo un consuelo del alma para muchos de esa parte del mundo donde todavía nos va bien. También la voz continuará hablando: «apartaos de mí, porque os habéis hecho malditos», porque no creísteis en el cielo del cielo, olvidando así a los que estaban en el infierno de la tierra. ¿Cómo vais a disfrutar de mi bendición si no sabéis amar? Sin embargo Dios pronuncia esta palabra hoy, para no tener que hacerlo entonces. Despertemos, pues, y bendigamos a Dios con nuestras obras para que al final sólo Cristo con su amor sea el rey del cielo y de la tierra.
¡Tú puedes ser Nick Vujicic!
JOSÉ ALBERTO SUTIL
La vida siempre te sorprende. Un amigo mío estaba buscando en Internet, en la famosa plataforma de vídeos cortos YouTube, algo sobre motivación o motivadores y se encontró con Al Pacino, Stallone o Guardiola, pero también con una historia sorprendente, la de Nick Vujicic (su apellido se pronuncia «voi-a-chich»). A sus 27 años, Nick se ha convertido posiblemente en el motivador más impactante de todo el mundo gracias a estos ingredientes, tal y como él mismo señala en su libro «Una vida sin límites», ya en las librerías de nuestro país: un poderoso sentido del propio fin, esperanza inquebrantable, fe en Dios y en las posibilidades infinitas, amor y autoaceptación, actitud con altitud, un espíritu valeroso, disposición a cambiar, un corazón confiado, ansia de oportunidades, la habilidad de evaluar riesgos y de reírme de la vida, la misión de servir primero a otros. Su frase es: «Si tienes el deseo y la pasión para hacer algo y si esa es la voluntad de Dios, lo lograrás. Si no puedes obtener un milagro, ¡conviértete en él!». Hijo de una familia de emigrantes yugoslavos profundamente cristianos afincados en Estados Unidos, al nacer Nick, el equipo médico pronunció delante de sus padres una terrible palabra: focomelia. Esto significaba que Nick había nacido con una malformación, sin brazos ni piernas. ¿Cómo se las iba a arreglar? ¿Qué iba a ser de este niño? Cuando tenía 8 años intentó incluso suicidarse ahogándose en la bañera, pero fue el pensamiento recurrente del amor de sus padres lo que impidió el fatal desenlace. A partir de ahí comenzó a tomar las riendas de su vida. Luchar, sufrir, caerse y levantarse para aceptarse y ser aceptado. Un día, dando una charla-testimonio a sus compañeros de instituto, una adolescente se levantó llorando, corrió hace él y abrazándole le dijo: «Nick, acabas de cambiar mi vida, nadie me había dicho jamás que Dios me ama y que soy bella». Desde entonces, Nick se dio cuenta de que tenía que dar algo a los demás. Su discapacidad en el fondo era una bendición, pues a través de él Dios podía tocar el corazón de muchas personas a lo largo y ancho del mundo. Y así está siendo. Pensarás, querido lector, que hay que tener mucha fe para pensar así, pero es que Nick la tiene y la transmite. El cristiano es por definición el hombre del milagro. Te invito a que leas el libro autobiográfico de este hombre excepcional o a que bucees en Internet y veas alguno de sus vídeos. Son bastante mejores que los que hemos tenido que tragar en esta campaña electoral? ¿Saben nuestros políticos realmente de motivación? ¿Conocen ellos a Nick Vujicic?
lunes, 14 de noviembre de 2011
Clausura de la visita pastoral al arciprestazgo de El Vino
Zamora, 14/11/11. El obispo de la Diócesis, Gregorio Martínez Sacristán, clausuró el pasado sábado 12 su visita pastoral al arciprestazgo de El Vino en la ermita del Cristo de Morales. El prelado presidió allí la eucaristía que concelebraron los sacerdotes del arciprestazgo, entre ellos Antonio Jesús Martín, el nuevo arcipreste de la zona.
Los vecinos de Morales del Vino recibieron con alegría la visita del obispo y además los feligreses recordaron a su anterior párroco, Zacarías García Prieto, fallecido el pasado mes de agosto. Un momento que emocionó a los presentes y en el que se observó también a Martínez Sacristán especialmente conmovido.
Durante su homilía el obispo realizó algunas peticiones a los presentes. Por un lado, puso el acento en el sacramento de la confirmación para atraer a los jóvenes a la fe y acercarlos a la Iglesia. “Les debemos acompañar y no tener miedo al rechazo”, afirmó el obispo en relación al vínculo entre los presbíteros y la juventud. Pero, sobre todo, Martínez Sacristán advirtió de que la Iglesia “está herida de muerte” por la escasez de vocaciones y alentó a los feligreses a que pidieran constantemente al Señor “para que no se olvide de nosotros”. El obispo insistió en que “estamos viviendo momentos difíciles” y por ello hay que esforzarse y trabajar más aún “porque otros verán la recompensa”.
En referencia a las dificultades por las que atraviesa la Iglesia, también se dirigió a sus “hermanos”, los sacerdotes de El Vino: “permaneced unidos y en comunión; otra cosa no podemos hacer, pero no olvidéis nunca reforzar y trabajar la unión”. Mientras que a los laicos les pidió que fueran “testigos del Señor” en esta tierra “recia” donde los fieles tendrán que responder también “reciamente”. Los cristianos deben “estar gozosos de serlo y practicarlo como tal en la Iglesia”, afirmó.
Álbum fotográfico de la clausura en:
https://picasaweb.google.com/115137003494754343816/ClausuraDeLaVisitaPastoralAElVino
domingo, 13 de noviembre de 2011
Guardar por miedo
AGUSTÍN MONTALVO
Domingo XXXIII del tiempo ordinario – Ciclo A
“Tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra” (Mt 25, 14-30)
Cuántas veces hemos escuchado y nos han comentado la parábola de los talentos que hoy se nos repite de nuevo. Tendría que sorprendernos la dureza de Jesús con el tercero de los criados. ¿Qué había hecho de malo para ser juzgado tan severamente? No había malgastado ni perdido el talento entregado, estaba intacto, tal vez con algo de moho por la humedad de la tierra, pero ¿eso es malo? Sin duda el gran pecado de aquel hombre fue el miedo, la cobardía, aquello que lo llevó a guardar.
Son innumerables las ocasiones en las que en el evangelio se alaban las acciones positivas y se fustigan las omisiones. Recordemos la parábola del buen samaritano, el juicio final, la luz sobre el candelero para alumbrar y no bajo el celemín, «entra mar adentro»… No es un buen seguidor de Jesús quien se contenta con no hacer nada malo. «Yo no robo ni mato ni hago mal a nadie» dicen muchos, creyéndose por ello buenos cristianos. Claro que eso es necesario, pero absolutamente insuficiente.
En el lenguaje piadoso abundan palabras como guardar, conservar, preservar… que no dejan de tener un cierto tufillo a un cristianismo «en conserva». Se habla de conservar la fe, la gracia, la vocación, etc. Pero la fe no se conserva, se vive y nos aviva; la gracia se aumenta; la vocación tampoco se guarda, se realiza en una misión. Dios no sólo concede cualidades, da la fe y con ella una misión que es viva y dinámica, para vivirla con valentía y una buena dosis de riesgo. Cuando las situaciones se tornan difíciles nos entra miedo y tendemos a la involución, a la seguridad, a guardar y conservar, al conservadurismo en definitiva, tentación constante en la Iglesia. De nuevo el Papa nos convoca a una Nueva Evangelización, que requiere «nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones», en palabras de su predecesor. A transmitir la Buena Noticia de siempre, sin rebajas ni adulteraciones, pero de manera adecuada al tiempo presente, y esto requiere audacia.
¿Qué habría sido del cristianismo sin el coraje de Pablo enfrentándose a Santiago y a los judaizantes? ¿No supuso un gran avance para la teología la introducción por santo Tomás de la filosofía pagana griega, con gran escándalo para muchos? ¿De qué serviría hoy esta teología si se hubiera estancado en el siglo XIII y no hubiera recibido nuevas aportaciones de otros grandes teólogos posteriores, entre ellos de Ratzinger?
Esta parábola de los talentos tiene que hacer pensar también a muchos laicos si no están llamados a complicarse la vida en la actividad política para contribuir desde su fe a promover la justicia, la libertad, el respeto a los valores, la honradez… Y a todos a evitar la añoranza estéril y el miedo paralizante. Que no tenga que decirnos el Señor: «Hombres de poca fe, ¿por qué tenéis miedo?». Claro que el coraje y la intrepidez están tan lejos de la temeridad y la insensatez como de la cobardía y la pusilanimidad.
Política y cristianismo
ÁNGEL CARRETERO MARTÍN
El próximo domingo elegimos a nuestros gobernantes. Tal y como está la situación dentro y fuera del país no es extraño que cunda el desánimo y la falta de esperanza en que las cosas vayan a ir mucho mejor después del 20-N. A pesar de los pesares es necesario que recuperemos la confianza en la clase política y en el convencimiento de que es más numeroso el grupo de empeñados con los ciudadanos que el de los aprovechados a su costa. Supongo que algo de esto debe de estar en la mente del episcopado español cuando anima a acudir a las urnas ante las próximas elecciones. La nota que ha publicado no pretende decir a quién tenemos que votar, sino ofrecer unas «consideraciones desde el horizonte de los fundamentos prepolíticos». En este sentido todos estaremos a una al reconocer que no todo lo legalmente establecido por un gobierno, sea del signo que sea, se identifica con lo éticamente aceptable. Unas veces puede que sí, en otras el «no» es rotundo.
Por eso cada vez es más importante, urgente y deseable poder llegar a un común reconocimiento de lo bueno, lo justo y lo verdadero que no esté a merced del poder político de turno: el derecho a la vida de cada persona (desde su concepción hasta su muerte natural), el apoyo a la familia con base en la unión matrimonial de un varón y una mujer, la atención prioritaria a los desfavorecidos y desempleados, la libertad de los padres a la hora de educar religiosa y moralmente a sus hijos sin interferencias del papá estado, la paz y la unidad de la nación dentro de la legítima diversidad, etc.
Los cristianos tratamos de ser los primeros implicados en un mundo más justo y solidario del que hasta ahora han logrado quienes rigen los destinos de los pueblos. Más aún: somos conscientes de que sólo si cada uno de nosotros realiza sacrificios radicales en la manera de vivir hará que, poco a poco, vayamos más allá del cumplimiento de la legalidad en la solución a los graves problemas que se presentan al conjunto de la sociedad. Es como cuando los ecologistas nos recuerdan que la conservación del planeta es cosa de todos, de esfuerzos personales, no sólo de decisiones políticas.
No quiero decir con todo ello que el cristianismo busque suplantar al estado, pero tampoco éste puede pretender tutelar a la Iglesia: «a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César» (Mt 22, 21). Dar un voto de confianza a nuestros políticos no significa que vivamos en el mejor de los mundos ni que la política pueda llegar a gestar la mejor de las sociedades. Sólo quienes nos sabemos ciudadanos de dos mundos, el de la sociedad terrestre y el de la futura ciudad celeste, conocemos el remedio de salvación contra toda crisis: poner a Dios en el lugar que le corresponde. Sin Él, sin sentido y sin valores vamos construyendo un infierno social que no ha hecho más que comenzar.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Semana de formación litúrgica en Zamora
Zamora, 12/11/11. La Delegación Diocesana de Liturgia ha organizado, para la próxima semana, un curso de formación para las personas que llevan a cabo los servicios litúrgicos en las comunidades cristianas. Con el aperitivo que será, esta misma mañana del sábado, el primer Encuentro de Acólitos (a las 11 horas en el Seminario San Atilano), se anticipa lo que será un curso sobre los ministerios más comunes en las parroquias.
Según explica en su carta de convocatoria el delegado de Liturgia, Narciso Jesús Lorenzo, el objetivo de esta semana es “ofrecer un complemento formativo, práctico y espiritual a las personas que generosamente realizan o vayan a realizar diversos servicios litúrgicos en las parroquias”.
La semana de formación litúrgica tendrá lugar del lunes 14 al viernes 18 de noviembre, de 19 a 21 horas en el Seminario San Atilano. Los días 14 y 15 estarán dedicados al oficio de los lectores; los días 16 y 17 darán formación a los ministros extraordinarios de la Comunión; y por último, el viernes 18 será el turno de los animadores del canto.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Nuevos arciprestes para Toro-La Guareña y El Vino
El obispo de Zamora ha nombrado nuevos arciprestes de Toro-La Guareña y El Vino a los sacerdotes Mariano Pérez Diego y Antonio Jesús Martín de Lera, respectivamente.
Zamora, 11/11/11. El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, acaba de hacer público el nombramiento de dos nuevos arciprestes. El párroco de Fuentelapeña, Mariano Pérez Diego, ha sido nombrado responsable del arciprestazgo de Toro-La Guareña, mientras que el párroco de Villaralbo, Antonio Jesús Martín de Lera, es el nuevo arcipreste de El Vino.
Ambos arciprestazgos habían quedado con el puesto de arcipreste vacante desde el pasado verano. Toro-La Guareña, por el traslado de Mario Manso de Vezdemarbán a Morales del Vino; y El Vino, por el fallecimiento de Zacarías García.
Los arciprestazgos son estructuras pastorales intermedias entre la Diócesis y la parroquia, con la finalidad de coordinar la labor pastoral. La Diócesis de Zamora está organizada territorialmente en 7 arciprestazgos, que abarcan las 303 parroquias con las que cuenta.
Al frente de cada arciprestazgo está un sacerdote, designado por el obispo tras oír al clero de la zona, que tiene como misión “fomentar y coordinar la actividad pastoral común en el arciprestazgo” (Código de Derecho Canónico, canon 555), promover la integración de los diversos agentes, impulsar acciones conjuntas entre las parroquias, dirigir las reuniones periódicas, atender las necesidades de los sacerdotes, velar por los libros parroquiales, etc.
Para la elección de los arciprestes se ha seguido, como es habitual, el procedimiento previsto por el Código de Derecho Canónico, según el cual “el arcipreste es nombrado por el Obispo diocesano, después de oír, según su prudente juicio, a los sacerdotes que ejercen el ministerio en el arciprestazgo del que se trata” (canon 553).
La Diócesis de Zamora publica sus cuentas del año 2010
En torno al Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra el 13 de noviembre, la Diócesis de Zamora ha hecho público su balance de ingresos y gastos del año 2010, para mostrar con transparencia la situación actual del sostenimiento de la Iglesia y de su labor.
Zamora, 11/11/11. Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra en Zamora el próximo domingo 13 de noviembre con el lema “La Iglesia contigo, con todos”, en el folleto distribuido por todas las parroquias se informa a los fieles del balance económico de ingresos y gastos de la Diócesis correspondiente al año 2010.
INGRESOS (Año 2010)
1.- APORTACIONES DE LOS FIELES
Colectas 80.967,85
Suscripciones 25.258,00
2.- ASIGNACIÓN TRIBUTARIA
Fondo Común Interdiocesano 1.929.109,65
3.- INGR. DE PATRIMONIO Y OTRAS ACTIVIDADES
Alquileres Inmuebles 139.013,55
Financieros 125.030,82
4.- OTROS INGRESOS CORRIENTES
Ingresos por Servicios 63.313,97
Subvenciones públicas corrientes 4.700,00
Ingresos de Instituciones Diocesanas 311.935,56
TOTAL INGRESOS ORDINARIOS 2.679.329,40
INGRESOS DE PARROQUIAS 1.979.701,07
TOTAL GENERAL 4.659.030,47
GASTOS (Año 2010)
1.- ACCIONES PASTORALES Y ASISTENCIALES
Actividades pastorales 119.578,28
Ayuda a la Iglesia universal 12.619,56
Entregas a instituciones diocesanas 93.387,65
2.- RETRIBUCIÓN DEL CLERO
Sueldos sacerdotales y religiosos 790.488,45
Seguridad Social y otras prestaciones 156.037,71
3.- RETRIBUCIÓN DE PERSONAL SEGLAR
Salarios 166.728,89
Seguridad Social 53.420,11
4.- CONSERVACIÓN DE EDIFICIOS Y
GASTOS DE FUNCIONAMIENTO 726.193,42
TOTAL GASTOS ORDINARIOS 2.118.454,07
GASTOS DE PARROQUIAS 2.068.284,50
Capacidad de financiación 472.291,90
TOTAL GENERAL 4.659.030,47
En el capítulo de ingresos puede observarse, por un lado, el dinero administrado directamente por el Obispado, que procede de las aportaciones de los fieles (tanto en las colectas como en las suscripciones o cuotas periódicas), del Fondo Común Interdiocesano, de los ingresos por el uso del patrimonio o financieros, y de otros ingresos por servicios. En total, 2.679.329,40 euros. A esto habría que añadir la suma de los ingresos de las parroquias, que ascendió a 1.979.701,07 euros.
En cuanto a los gastos, por orden de cantidad empleada son los siguientes: la retribución del clero, la conservación de edificios y gastos de funcionamiento, las acciones pastorales y asistenciales, y la retribución del personal seglar. En total, los gastos ordinarios del Obispado sumaron 2.118.454,07 euros. Junto a esto hay que poner los gastos de las parroquias, que fueron en de 2.068.284,50 euros.
En la hoja diocesana Iglesia en Zamora, que se distribuirá el domingo 13 en las parroquias, el vicario de asuntos económicos y sociales, Eustaquio Martínez Conde, explica que “servir a Dios en los hombres es considerarlos como hermanos y estar disponible para ellos, colocarse en todo momento a su altura, compartir sus problemas y ayudar a superarlos”. Por eso “la comunidad cristiana sabe que sólo sirve bien a Dios cuando sirve a los hombres con total desinterés y entrega”.