Presentamos a continuación el resumen de la
homilía pronunciada por el obispo de Zamora en la inauguración del curso
pastoral 2013/14 con la fiesta de San Atilano.
Zamora, 5/10/13. Hoy a mediodía el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha
presidido la eucaristía solemne de la fiesta de San Atilano, primer obispo y
patrón de la Diócesis de Zamora, en la iglesia que custodia sus restos junto a
los de San Ildefonso. El templo ha quedado pequeño para albergar a una nutrida
representación del clero diocesano, los institutos de vida consagrada e
institutos seculares, asociaciones de fieles y cofradías y laicos de muy
diversa procedencia.
Después de escuchar en la
proclamación del Evangelio la llamada de Cristo a ser sal de la tierra y luz
del mundo, el obispo ha saludado a los presentes y ha comenzado su homilía
señalando que “un año más, nos reunimos a los pies de los sagrados restos de
nuestros patronos Atilano e Ildefonso” en el inicio del nuevo curso pastoral.
“Así reunidos expresamos mejor
que en cualquier otro momento nuestra propia identidad”, subrayó. Identidad “que
nos ha revelado la Palabra del Señor: somos una comunidad de hermanos nacida de
la Pascua, con la misión de salir al mundo y anunciar el Evangelio”.
Para vivir así como Iglesia
afirmó la necesidad de una “actitud humilde, suplicante al Señor nuestro Dios,
porque nosotros solos ni somos ni valemos, y las circunstancias que nos rodean
son pobres y humildes, no grandilocuentes ni para tirar cohetes. El Señor,
reuniéndonos esta mañana, nos invita a mirarlo a él, y a reconocer en él la
fuerza, la gracia, la valentía que hemos de tener todos nosotros como Iglesia
que somos”.
Salir a las periferias
El Señor nos invita una vez más,
explicó, “a salir de nosotros mismos, a no vivir en repliegue ni tampoco por
inanición o aburrimiento… salir de nosotros mismos y de nuestros lugares
habituales. Nos invita a ser sal y luz en medio del mundo. Para eso tendremos
que salir a buscar las periferias existenciales de los hombres y estar allí. Particularmente
en los rostros de los adolescentes recién confirmados para acompañarlos en el
desarrollo de su vida cristiana hasta que estén plenamente incorporados a la
comunión de la Iglesia”.
Monseñor Martínez Sacristán
exhortó a “salir hacia lo profano, lo lejano, lo perdido, lo herido entre
nosotros. Tiene que haber un interés especial por mezclarse con los hermanos,
sean quienes fueren, como nos lo recuerda el Papa desde que fue elegido.
Seremos buenos hijos de la Iglesia si lo incorporamos en nuestro ser y en
nuestro hacer”.
Salir, estar… “pero sin el rostro
de Cristo, sin su figura, sin su experiencia, esas salidas nuestras se
convertirán en algo que no merecerá la pena, nos buscaremos sólo a nosotros
mismos y nos perderemos. Por eso, Cristo debe ser el principio y el fin de toda
nuestra vida, de nuestra renovación personal y de las comunidades cristianas a
las que pertenecemos. ¡Cristo siempre! Dejamos de ser un grupo específico en la
sociedad cuando Cristo es sustituido por nosotros, por nuestras cosas”.
Hay que salir con una actitud
fundamental, añadió el obispo: “la de la conversión, con el corazón triturado
por el Señor. Os invito a que cambiemos nuestras actitudes personales,
pastorales y comunitarias. Es lo único que podemos hacer, es lo mejor que
podemos hacer, es lo que está a nuestro alcance. De esto Dios nos pedirá
cuentas, del cambio del corazón”.
Valentía en tiempos difíciles
Sin embargo, hay que tener en
cuenta las dificultades y la realidad actual, y por eso es más urgente la
conversión personal y comunitaria: “a esto tenemos que sentirnos invitados, y a
esto tenemos que invitar a los otros cuando salgamos. Estamos en momentos de
particular dificultad en Zamora. Debemos cambiar todos el chip, porque estamos
en una situación de pobreza absoluta de medios humanos”. Dicho esto, monseñor
Martínez Sacristán afirmó: “desde que llevo aquí se han muerto 70 sacerdotes y
se han ordenado 11. Sed conscientes del desajuste”.
“Mucha fuerza, mucha valentía,
mucha paciencia… esto es lo que hay que tener”. Y entonces el obispo se dirigió
a los que habían acudido en gran número para celebrar su envío como agentes de
pastoral: “valentía para los catequistas y para los profesores de Religión, en medio
de las dificultades. No nos pongamos nerviosos, el Señor nos ha llamado en una
época pobre, deficiente, y hay que asumirlo, con humildad y con gozo. Nuestra
fuerza no somos nosotros; es el Señor. Ya nos sacará de aquí. El Señor saca a
su pueblo de las dificultades”.
Al final, reiteró una recomendación
especial a los profesores de Religión y a los catequistas, “que hoy vais a
renovar vuestra misión en la Iglesia, desde vuestro bautismo. Renovadla
poniendo vuestro corazón en Dios, poniendo vuestra alma a punto de energía, de
alegría, de mantenerse de pie en las dificultades… Dad testimonio frente a los
demás. Que el envío que hoy recibís de mi parte como cabeza de esta Iglesia lo
viváis fraternal y comunitariamente. Si os falta la valentía, la conversión, la
comunión… no sois nada. Sois alguien importante en nuestra Iglesia porque sois
estas cosas”.
Para terminar su homilía, el
prelado leyó una frase del papa emérito Benedicto
XVI, para “que sea meditada. Éste también es mi deseo para toda la Iglesia
en Zamora. Que nos acompañen nuestros hermanos santos, y la Virgen María,
nuestra Madre”. También tuvo, posteriormente, un saludo especial para los
seminaristas, presentes en la celebración.
Al finalizar la eucaristía el
obispo dirigió el rito de envío de los catequistas, y también la entrega de la “missio”
canónica a los profesores de Enseñanza Religiosa Escolar. En ambos casos,
algunos representantes de los dos colectivos recibieron oficialmente la
encomienda eclesial de manos del obispo representando a sus compañeros.