Esta mañana ha sido presentado en la Catedral
de Zamora a los medios de comunicación el lienzo del Martirio de San Juan
Bautista, copiado de una pintura de Caravaggio en el primer tercio del siglo
XVII, y que acaba de ser restaurado por Patricia Ganado a iniciativa del
Cabildo Catedral.
Zamora, 7/11/13. Reproducimos a continuación el estudio sobre el
lienzo recién restaurado, elaborado por el canónigo de la S.I. Catedral José Ángel Rivera de las Heras,
director del Museo Catedralicio.
LIENZO DEL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
Óleo sobre lienzo
Primer tercio del siglo XVII
Bastidor: 235 x 345 cm. Marco:
250 x 363 cm.
Es éste uno de los pocos lienzos
conservados en la catedral zamorana que ha merecido la atención de algunos
historiadores, aunque hayan reparado mínimamente en él.
Tomás María Garnacho, a fines del siglo XIX, lo cita de pasada: “Hay, sí, algunas buenas pinturas en la sala
capitular y la sacristía; entre otras una degollación de San Juan Bautista”.
Algo más dijo de él Manuel Gómez-Moreno: “Lienzo muy grande, con la Degollación del
Bautista, en la sacristía, que se parece a lo del caballero Máximo, y lo regaló
el bailío de Lora D. Alonso del Castillo”.
Alfonso Emilio Pérez Sánchez lo calificó de “copia excelente del cuadro de Caravaggio en San Juan de Malta” y
lo destacó como existente desde antiguo en la catedral al tratar el tema de Caravaggio y los caravaggistas en la
pintura española.
Guadalupe Ramos de Castro lo vio colgado en el muro Sur de la
capilla del Cardenal, y lo describió de esta manera: “Hay otro enorme cuadro, de más de tres metros… está tan oscurecido que
nos resulta casi imposible discernir lo que representa. Aplicándole una luz,
hemos advertido que es una decapitación, ya que hay un esbirro de espaldas, con
el torso desnudo que se inclina sobre un cuerpo a sus pies. Y una figura de
pie, en traje militar con escolta que contempla la escena; debe ser la
decapitación de San Juan. El cuadro no nos parece malo y es de factura italiana
del siglo XVI, en lo que hemos podido vislumbrar”.
Finalmente, José Ángel Rivera de las Heras, situándolo en el zaguán que
antecede al vestuario capitular, junto al claustro, lo identificó así: “En la sala que le precede hay un lienzo de
grandes dimensiones representando la degollación de San Juan Bautista, del
primer tercio del siglo XVII, firmado por el italiano Fanicheli. Se trata de
una copia del pintado por Caravaggio en 1608 para la catedral de San Juan de La
Valeta (Malta) y fue donado por el bailío de Lora Alonso del Castillo y Samano”.
El tema representado, el donante
y la cronología propuesta son datos aportados por la propia documentación
archivística. El cuadro aparece mencionado primera vez, como una adición, en el
inventario redactado con motivo de la visita pastoral efectuada en 1633: “mas otro quadro mui grande que es la
degollacion de sant Juan que dio el Señor Vaylio Don Alonso del Castillo”.
El hecho de que sea citado a
través de un texto añadido, algo habitual en los inventarios antiguos, nos
induce a pensar que su donación se llevó a efecto poco después de la redacción
de dicho inventario; por tanto, el lienzo ya se encontraba en Zamora poco
después del año 1633.
Respecto al donante, Alonso del Castillo y Samano, sabemos
que nació en Zamora, siendo hijo del Aposentador Alonso del Castillo y de María
de Samano; que en 1611, siendo ya caballero del Hábito sanjuanista, fue
admitido como miembro de la Cofradía noble de San Ildefonso de Zamora; que
ostentaba el título de bailío de Lora de la Orden de San Juan de Jerusalén o de
Malta en 1634; que pertenecía al Consejo de Su Majestad el rey Felipe IV y era mayordomo de la reina Isabel de Borbón, por lo que residía en
Madrid; y que en 1647, gozando del patronato de la iglesia de los Trinitarios
de Zamora, contrató la realización de su nicho sepulcral, situado en el costado
del evangelio de la capilla mayor de la iglesia conventual. Ignoramos las
relaciones del bailío con Italia o con Malta, pero es posible que las hubiere,
dados los cargos que tenía en la Corte y en la Orden, por lo que se puede
pensar hipotéticamente en un probable origen italiano o maltés del cuadro.
El tema del cuadro está bien
definido, se trata del martirio del Precursor. La indicación de sus grandes
dimensiones en el inventario citado no deja lugar a dudas de que se trata del
lienzo que aquí tratamos. Aunque no llegase a identificar el lienzo como copia
de un original de Caravaggio, no iba desatinado Gómez-Moreno cuando afirmaba
que la obra “se parece a lo del caballero
Máximo”, apelativo con el que se conocía en España al pintor Massimo Stanzione (hacia 1585-1658),
recordando acaso el cuadro del mismo tema que el caravaggista napolitano pintó
hacia 1634, conservado en el Museo del Prado.
Sin embargo, el lienzo
catedralicio copia fielmente el que Michelangelo
Merisi, Caravaggio (Caravaggio, 1571-Porto Ercole, 1610), pintase en 1608
para el Oratorio de San Juan Bautista de los Caballeros de la concatedral de La
Valeta, en Malta, por encargo de Alof de
Wignacourt, Gran Maestre vitalicio de la Orden de Malta.
Es la obra de mayor tamaño -361 x
520 cm.- que realizó el pintor, y la única firmada: “f. MichelAn”. Su nombre aparece escrito con la sangre que brota
del decapitado, y está precedido por la letra F (fratte/fray), pues en el momento de terminar el cuadro Caravaggio
ya había sido investido caballero de la Orden de Malta. Se sabe que desde su
confección, la tela adquirió una gran celebridad, de modo que en los años
subsiguientes pintores del norte de Europa y de otros lugares viajaron a Malta
para contemplarla e incluso copiarla.
Representa el momento preciso del
martirio del Bautista, tomado de la narración evangélica (Marcos 6, 17-29). Es
una escena de trágico realismo, sin complicaciones psicológicas ni apenas
gesticulaciones, en la que un cono luminoso destaca el núcleo de la
composición, en primer plano. Se presenta en toda su crudeza, sin aludir a la
santidad del martirizado ni a su gloria futura, como si fuera la muerte de
cualquier otro condenado.
El interior de la prisión de
Maqueronte, lleno de sombras y de vacío, resulta lúgubre. Los personajes se
disponen conforme a un ritmo compositivo simétrico. El cuerpo del Precursor se
halla tendido en el suelo y maniatado por la espalda, sobre la piel de camello
y cubierto parcialmente por un manto rojo. El verdugo, que agarra brutalmente
sus greñas, ya le ha cortado el cuello con la espada y acaba de desenvainar un
puñal con el fin de seccionar su cabeza y depositarla en la bandeja que
sostiene una sirvienta, según la indicación del carcelero, y que después habrá
de ser entregada a Salomé.
Una anciana se oprime el rostro
entre las manos en un gesto de horror o de aflicción. Tras la reja de la ventana
asoman dos prisioneros, que gracias a su morbosa curiosidad se convierten en
testigos de la terrible ejecución.
La presencia en Zamora de una
copia temprana de tan célebre cuadro revela el prestigio y la estima que
alcanzó el original de Caravaggio desde el principio. Su autor, posiblemente
italiano o maltés, debió de conocerlo in
situ, puesto que no sólo copió fielmente la composición, sino que también
hizo lo propio con la firma.
Ha sido restaurado por Patricia Ganado Gamazo en 2012-2013.