jueves, 29 de diciembre de 2011
El Seminario organiza unos talleres de Navidad para niños
martes, 27 de diciembre de 2011
Cáritas Diocesana presenta su Campaña de Navidad
lunes, 26 de diciembre de 2011
Fallece Francisco Fernández Matellán, párroco emérito de Morales del Vino
Fiesta de la Sagrada Familia: homenaje a los matrimonios
La fe
domingo, 18 de diciembre de 2011
Desconcertada y fiel
Infinitomasuno: ¡te puede pasar a ti!
lunes, 12 de diciembre de 2011
Zamora celebró la Fiesta de los Hispanos
Zamora, 12/12/11. Hoy es la festividad de la Virgen de Guadalupe, advocación mexicana de honda raigambre en la Iglesia en Hispanoamérica. Con este motivo, la Diócesis de Zamora celebró ayer la Fiesta de los Hispanos, junto con la población hispanoamericana asentada en Zamora. La iglesia parroquial de San Vicente se quedó pequeña para acoger a los feligreses zamoranos e hispanoamericanos que se unieron para honrar a la Madre: Nuestra Señora de Guadalupe.
La eucaristía fue presidida por el sacerdote zamorano Mateo Alejandro (nacido en Casaseca de las Chanas), misionero del Verbo Divino que lleva tiempo desempeñando su ministerio en Colombia, y concelebraron, entre otros, Volusiano Calzada, también religioso verbita y vicario parroquial del templo, y Javier Fresno, delegado diocesano para la Religiosidad Popular.
Durante la homilía el sacerdote recordó a los asistentes que en este tercer domingo de Adviento “Jesús nos invita a dar testimonio, pero siempre con alegría; siempre tenemos que estar contentos”. Además, animó a aprovechar este tiempo para preparar su llegada: “he visto que en Zamora ya se han iluminado las calles, se han colocado los alumbrados y en poco tiempo en las iglesias se pondrán los pesebres”, pero estos gestos tan habituales aquí no fueron posible en Colombia hace un año. “En la selva colombiana donde yo vivo ahora nos llegaba el agua por las rodillas y la iglesia estaba inundada, por eso no pudimos poner luces ni belenes”, recordó el presbítero. Sin embargo, lo importante es “testimoniar que Jesús está vivo y presente entre nosotros, en las circunstancias que sean”.
En el presbiterio, como es habitual en este día, estaba situado ante el altar el cuadro de la Virgen de Guadalupe que se venera en la iglesia de San Vicente. Tras la eucaristía, los inmigrantes sudamericanos residente en nuestra Diócesis y los feligreses zamoranos compartieron un pequeño ágape en el salón parroquial.
Álbum fotográfico en:
https://picasaweb.google.com/115137003494754343816/FiestaDeLosHispanos
domingo, 11 de diciembre de 2011
Voz y testigo
AGUSTÍN MONTALVO FERNÁNDEZ
Domingo III de Adviento – Ciclo B
“Juan venía como testigo para dar testimonio de la luz” (Jn 1, 6-8. 19-28)
Se dice que en este momento nuestra sociedad necesita testigos más que maestros, aunque seguramente no se pueda ser maestro si no se es testigo al mismo tiempo. Para la trasmisión de la fe hoy esto es indudable, no sólo porque así fue el encargo del Señor: «seréis mis testigos», sino porque cualquier otro camino es inútil. En otros tiempos, en los que la fe se trasmitía por contagio porque el ambiente era «cristiano», el testimonio tal vez fuera menos necesario; hoy, en cambio, es imprescindible.
Como Juan, «que venía como testigo para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe», los seguidores de Jesús están llamados a ser luz, no escondida bajo el celemín, sino puesta sobre el candelero. En tiempos difíciles existe la tentación de replegarse al interior de la comunidad o del templo por miedo o por cobardía. Entonces, acaso sin saberlo, muchos nos dirán como la judía ciega de «El padre humillado» de Claudel a su amigo cristiano: «Vosotros los que veis, ¿qué habéis hecho de la luz?».
Juan es también «la voz que grita en el desierto». Entre tantas voces que gritan desde todas partes y que invitan a gozar, a votar, a comprar, a indignarse, a firmar, a evadirse… hoy también el Salvador necesita que su voz sea escuchada, y son sus discípulos quienes tienen que prestarle la propia para hacerlo posible. Testimonio y voz son el medio a través del que hoy el que es Luz y Vida se ha de hacer presente en nuestro mundo, escaso de ambas realidades. Testimonio y voz que no son otra cosa sino la vida coherente de los cristianos, su palabra oportuna y su presencia visible.
Es probable que muchas veces esta voz sea voz que grita en el desierto de la indiferencia o del prejuicio hostil, y experimente el cansancio y la tentación de abandonar, pero el testigo tiene que responder no del éxito, sino de la fidelidad al mensaje y a quien lo encomienda.
¿Tú quién eres?, le preguntan al Bautista. Y él responde con humildad: «yo no soy el Mesías ni Elías; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, al que no soy digno de desatarle la correa de la sandalia». El testigo tiene que tener su misma modestia. Sabe, y lo manifiesta con claridad, que no se anuncia a sí mismo, sino a Otro, y que ha de dejar espacio a la libertad de los otros. La Iglesia y cada uno de sus miembros deben cuidar mucho el evitar que su protagonismo impida la trasparencia de quien es realmente la Luz. Y esto no siempre es fácil.
Anudar extremos
ÁNGEL CARRETERO MARTÍN
En las últimas semanas presenciamos desenfrenados maratones en los templos del consumismo que son los grandes centros comerciales. Ya sé que esto no es nuevo; se repite siempre y sin demora por estas fechas. Pero este año me sorprende un poco más porque parece que la gravedad de la crisis económica no nos corta mucho, y conste que no pretendo aguar la fiesta a nadie. El caso es que casi todo el mundo se provee de un sinfín de cosas como si se hubiera anunciado la llegada apocalíptica de una glaciación que nos fuera a dejar a todos atrapados en nuestras casas.
Quienes tratamos de llenar nuestra vida no de cosas sino de Dios y de solidaridad con todos sabemos que estos días que llamamos Adviento son una excelente vacuna contra toda despersonalización e ideologización de nuestra esperanza cristiana. No esperamos algo abstracto sino a alguien concreto: la persona de Cristo. Pero ¿cómo puede esperarse a alguien que ya ha venido? Pues precisamente porque rememoramos la Navidad podemos esperar la Parusía; es decir, Cristo ha venido como niño para venir también como Señor; y tenemos la certeza de que vendrá como Señor porque vino como niño. Así es como la tensión de nuestra esperanza se mantiene en esos dos polos: Navidad y Parusía.
En realidad, más que de una venida tendríamos que hablar de una vuelta, ya que desde que Dios se hizo hombre permanece con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Sólo que cuando llegue ese final se manifestará en poder y gloria, se correrá totalmente el velo corroborándose que el nacido de María en la humildad de Belén es el Señor de la historia. Hasta entonces somos muchos quienes «ya» lo afirmamos en la fe, «todavía no» en la visión. De ahí que para los creyentes el tiempo cristiano sea genuinamente humano; un tiempo estructurado, no desparramado en fragmentos inconexos, sino armónicamente entretejidos; un tiempo que anuda el extremo inicial de un proceso inaugurado en Palestina con el extremo último que afectará a toda la creación, transformada en los cielos nuevos y la tierra nueva.
De este modo lo que esperamos de Cristo es, ante todo, la salvación. Lo decimos sabiendo que a no pocos les suena extraño o no se sientan necesitados de ella. Pero la salvación del hombre no se reduce a tener lleno su estómago, también necesita reconciliarse consigo mismo, con los demás, con el misterio de la vida y de la muerte... No ha habido ni habrá sistema o sociedad capaz de lograrnos plenitud de sentido, de ser y de realidad. Sólo la esperanza cristiana nos revela que «ya» hay salida y salvación para todo y para todos, por muy oscuras que veamos las cosas a nuestro alrededor, sólo que «todavía no» no la disfrutamos totalmente.
viernes, 9 de diciembre de 2011
Bodas de oro de una religiosa de Jesús Redentor en Fariza
Fariza, 9/12/11. El pasado martes 6 de diciembre, las Religiosas de Jesús Redentor, residentes en Fariza, celebraron los 50 años de profesión religiosa de una de sus integrantes, la hermana Elena.
Para ello tuvieron una Eucaristía en acción de gracias, presidida por el párroco de Fariza, Manuel Benito García, y con el cual llevan a cabo el trabajo pastoral de estas nueve parroquias de Sayago: Argañín, Badilla, Cozcurrita, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera, Villar del Buey y Zafara. La ceremonia fue concelebrada por otros tres sacerdotes del arciprestazgo: Rufino de Castro, Isaac Prieto y Javier Fresno.
A la celebración acudieron también hermanas de la misma congregación de Valladolid, y otras religiosas que trabajan en las parroquias rurales de la Diócesis de Zamora: las Religiosas del Amor de Dios de Alcañices, las Franciscanas del Sagrado Corazón de Manzanal del Barco y las Misioneras de la Inmaculada Concepción de Fermoselle. Asimismo, acudió la gente de los pueblos, no sólo de las parroquias donde las hermanas están presentes en la acción pastoral, sino también de otros pueblos cercanos.
Según explica la hermana Mª Ángeles Antolín, “fue una ceremonia sencilla, donde nuestra hermana renovó su ‘sí’ al Señor dado hace 50 años, acogiendo el proyecto que Dios tenía para ella. A lo largo de todos estos años ha ido viviendo la consagración religiosa y haciendo realidad la misión que le fue encomendada en diferentes lugares: Palencia, Valladolid, y ahora en Fariza de Sayago, como religiosa de Jesús Redentor, siguiendo las huellas de Victorine Le Dieu, nuestra Fundadora”.
Como continúa diciendo esta religiosa de Jesús Redentor, refiriéndose a la hermana que ha celebrado sus bodas de oro, “ella ha ido respondiendo día a día con su entrega y dedicación al carisma de la congregación: colaborar con Cristo en la obra de la Redención, a través de la adoración a Jesús Eucaristía, en el servicio a los pobres, los marginados, las mujeres en riesgo de exclusión y todos los que sufren las consecuencias de las injusticias y de la explotación. Teniendo como centro de la vida la Eucaristía, sacramento del amor de Dios que reconstruye la unidad en todo lo que está quebrantado, herido, roto”.
El acto terminó con un ágape fraterno con todos los que participaron en esta celebración de acción de gracias al Señor “por la vida de nuestra hermana Elena y su compromiso con la Iglesia y el mundo”, tal como señalan las religiosas, que concluyen diciendo: “damos gracias a Dios por su entrega, dedicación y generosidad y le pedimos que siga concediendo muchos años a nuestra hermana para que siga viviendo y testimoniando con gozo su entrega al Señor”.
domingo, 4 de diciembre de 2011
Espera y evangelio
JESÚS GÓMEZ FERNÁNDEZ
Domingo II de Adviento – Ciclo B
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (Mc 1, 1-8)
Consolad, consolad a mi pueblo -dice Dios-, hablad al corazón, gritad que se ha cumplido la pena». Uno de los miles de judíos desterrados que penan en Babilonia, judío anónimo al que llamamos Segundo Isaías, acogió estas palabras y se convierte en pregonero. A voz en grito convoca a los desterrados: «En el desierto preparad un camino al Señor». Hablarle a un judío del «desierto» al instante le trae a la memoria el éxodo: la salida de Egipto y la travesía del desierto hacía la tierra prometida. Así, pues, un segundo éxodo es inminente y urge preparar el camino por donde pasará Dios mismo al frente de su pueblo. El pregonero está apresurado. Vuela rápido a la Tierra Prometida y desde una montaña vuelve a gritar, que lo oigan toda la Tierra: «Atención. Dios el Señor llega con fuerza», pero tan delicado con su pueblo como pastor que lleva en brazos los corderos y cuida de las madres.
Siglos más tarde Juan el Bautista coge el testigo del Segundo Isaías. Del Bautista conocemos el nombre de sus padres, las circunstancias de su nacimiento, su formación austera y su carácter intachable; sabemos dónde vivía, cómo vestía, qué comía, qué actividad lo caracterizó: la predicación de un cambio de mentalidad y conducta en tiempos de cierta corrupción, y el bautizar con agua a cuantos aceptaban su predicación. La predicación cristiana lo proclama como el precursor de Jesucristo. Con razón puede san Marcos encabezar su evangelio con estas palabras: «Principio del evangelio de Jesucristo Hijo de Dios».
La palabra evangelio ha significado propina en la «Odisea», buenas noticias en un decreto proconsular, el contenido de la predicación de Jesús en Mt/Mc y en este encabezamiento puede significar el evangelio que Jesús predica o el evangelio que predicamos de Jesús o el evangelio que es el mismo Jesús (Jesús mismo es la buena noticia). En cualquiera de los casos el punto de partida es el pregón multisecular: «Preparadle el camino al Señor».
Una estrofa del canto más bello del Adviento repite las palabras de Dios «Consolad, consolad a mi pueblo. Rápido llega tu salvación». El consuelo con que nos consuela el Bautista es el anuncio de que le está pisando los talones «quien es más fuerte que él y que nos bautizará con Espíritu Santo». Jesucristo apareció en forma de esclavo siendo Hijo de Dios. Eso fue en Belén. Dios lo enalteció. Eso fue en Jerusalén. Él es el Fuerte, todopoderoso para transformar nuestra corrupción y malicia en rectitud y honradez, para recrearnos mediante la infusión de su Espíritu Santo a través del rito bautismal. Él es nuestra salvación. Nuestro gozo y consuelo. Esto es en nuestro corazón. Es obligado, no obstante, manifestar y comunicar nuestro gozo y consuelo.
Apresurad la venida del Señor
JOSÉ ÁLVAREZ ESTEBAN
No voy a tener la oportunidad de otro comentario previo a la Navidad y no quisiera quedarme sin la satisfacción de sugerirla. «Apresurar la venida» es eso, adelantarla, avivar y abreviar los plazos. En la magistral obra «El hombre eterno» de G. K. Chesterton hay un capítulo expresamente dedicado al nacimiento de Jesús que lleva el título de «El Dios de la cueva». Lo recomiendo. «Celebramos la Navidad, dice, seguimos celebrándola, porque somos psicológicamente cristianos. Si uno busca un aspecto no controvertido del cristianismo probablemente escogería la Navidad». Este año no he leído ni un folleto de propaganda navideña. La gente no está por el consumo, ahora menos que nunca, y las grandes superficies lo saben y no se permiten excesos. En años pasados se hacía interesante revisar esa propaganda que competía y hasta se aprovechaba del mensaje religioso del Adviento y de la Navidad. Navidad es el sonido simultáneo de muchas notas: la humildad, la alegría, la gratitud, el temor sobrenatural y, al mismo tiempo, la vigilancia, el drama y la esperanza. Esperanza sobre todo.
Benedicto XVI en su ya finalizado viaje a África también ha hablado de esperanza y lo ha hecho en términos que bien nos vendría aplicar aquí. Ha hablado en Benín, pero el suyo es un mensaje sin fronteras. «No privéis a vuestros pueblos, dice, de la esperanza. No amputéis su porvenir mutilando su presente. Tened un enfoque ético valiente en vuestras responsabilidades y, si sois creyentes, rogad a Dios que os conceda sabiduría. Esta sabiduría os hará entender que, siendo los promotores del futuro de vuestros pueblos, es necesario que seáis verdaderos servidores de la esperanza».
Nada parece tan urgente como el retorno a la esperanza. Esa fue la profecía de Isaías para con un pueblo servil que necesitaba levantar el ánimo. Nuestras pasadas elecciones nos han traído también una buena dosis de esperanza, augurio de nuevos tiempos y oportunidades. Esta España nuestra, tan adormecida y engañada en sus excelencias, siente miedo. La base económica sobre la que nos hemos empeñando en asentar el futuro, cruje y amenaza ruina como esa estatua con pies de barro que hemos venido leyendo en la Profecía de Daniel. El veredicto de «contado, pesado y dividido» sobre la corte babilónica es sentencia que, salvadas las distancias, suena y mucho a rechazo de quienes nos han gobernado y a prevención y guardia para quienes toman el relevo en la gestión pública. Ya decía Ana Frank que no se podía construir nada sobre la base de la muerte, la miseria y la confusión. De confusión sabemos ya bastante, de miseria, vamos aprendiendo. Pero el creyente lucha por «ese cielo nuevo y esa tierra nueva en que habite la justicia» (2P. 3,14).
sábado, 3 de diciembre de 2011
El obispo de Zamora nombra nuevos canónigos
El obispo de Zamora ha realizado nombramientos en el Cabildo Catedral, resultando designado Juan González como nuevo penitenciario y José Francisco Matías y Esteban Vicente como canónigos.
Zamora, 3/12/11. El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, acaba de realizar nuevos nombramientos que afectan al Cabildo Catedral. El deán-presidente, Juan González López (Villanueva del Campo, 1934) asume ahora también la función de penitenciario.
Por otro lado, el vicario general, José Francisco Matías Sampedro (Belver de los Montes, 1956), y el secretario particular del obispo, Esteban Vicente Hernández (Fuentesaúco, 1970), han sido nombrados canónigos.
Según señala el Código de Derecho Canónico, “el cabildo de canónigos, catedralicio o colegial, es un colegio de sacerdotes, al que corresponde celebrar las funciones litúrgicas más solemnes en la iglesia central o en la colegiata; compete además al cabildo catedralicio cumplir aquellos oficios que el derecho o el Obispo diocesano le encomienden” (canon 503).