Esta mañana el secretario general de Cáritas Española, Sebastián Mora, ha acudido a Zamora para visitar Cáritas Diocesana y presentar los retos para la acción socio-caritativa de la Iglesia en la situación actual. Además de analizar la crisis, ha planteado la mística de Cáritas y cómo debe afrontar su intervención social: “Cáritas no está llamada a tener muchos roperos ni muchos comedores, sino a mostrar el amor de Dios al mundo”.
Zamora, 7/06/11. El secretario general de Cáritas Española, Sebastián Mora Rosado, pronunció esta mañana en el Seminario San Atilano de Zamora la conferencia “La caridad en la vida y en la misión de la Iglesia”. Más de 150 voluntarios y trabajadores de Cáritas Diocesana de Zamora, sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral participaron en esta intervención, presentada por el delegado episcopal de Cáritas de Zamora, Antonio Jesús Martín de Lera.
La crisis y las crisis
El ponente comenzó hablando de la crisis actual, que “no es sólo económica, sino también de valores, alimentaria… ya antes de la crisis en el mundo había 970 millones de personas que pasaban hambre, y decíamos que no estábamos en crisis. Lo que nos fallaba era la mirada”. Según Mora, “estamos también en una crisis democrática; no estamos contentos con nuestra vida democrática”, y a esto se suma la crisis energética, la crisis de hegemonía, etc.
Aludió al Informe FOESSA, que constataba hace unos años que en época de crecimiento económico la riqueza crecía para los ricos, pero el umbral de pobreza aumentaba, “y ahora tenemos unas cifras de paro importantes, con 1.400.000 hogares donde ninguno de sus miembros trabaja, y eso nos da un país roto, frágil y vulnerable”.
“Hemos tardado 12 años en recuperar empleo con un crecimiento del 3 y 4%. Ahora que se prevé un crecimiento menor del 1%, la recuperación va para largo”, explicó el secretario general de Cáritas Española. Sin embargo, lo más importante está en la crisis de “lo humano”, y aludió al individualismo y el consumismo. “Ahora lo importante es ‘mi felicidad’, y por eso nos miramos al ombligo. Ya no tenemos sociedad: tenemos individuos que se juntan. Esto es la mayor crisis de la sociedad”.
Otro elemento a tener en cuenta en esta crisis de lo humano es “la reducción a lo cuantitativo, cuando los números empiezan a ser lo más importante. Una mujer africana me decía recientemente: ¿cuántos africanos tenemos que morir para que seamos noticia? Un menor que beba, no es problema. Cien menores que se juntan a hacer botellón, eso ya es un problema”.
La tercera nota de esta crisis de lo humano es el estrechamiento del lugar para el sentido. “El sentido de la vida lo hemos convertido en un proceso psicológico, y vivimos una sociedad con menos sentido vital. Cuando miramos la realidad de la pobreza y la exclusión, no sólo nos fijamos en las necesidades materiales, sino en una realidad de carencias básicas de sentido. No se puede estar en la acción social sin políticas de sentido”, afirmó.
La mística de Cáritas
“Lo que nosotros hacemos como trabajadores y voluntarios de Cáritas es experiencia de lo humano. La identidad de Cáritas está en el testimonio. No estamos para hacer cosas, ni muchas cosas, sino que lo importante es el cómo. Si Cáritas no aporta un valor añadido a lo que hace, no tiene sentido que lo haga”, explicó a los presentes. Y, además, señaló, “quiere hacerlo desde un lugar privilegiado: desde el pobre. Nuestra mística consiste en priorizar aquello que ayude a los más pobres”.
Cáritas tiene que estar “donde nadie quiere estar, donde estén los últimos de los últimos, aunque tengamos pocos éxitos, o nos persigan, o no nos saquen en los periódico”, y aludió al reciente pronunciamiento público de Cáritas Española sobre las detenciones de inmigrantes indocumentados, que trajo consigo una crítica generalizada a Cáritas por su trabajo con los más despreciados. “Nuestra mística es de opción preferencial por los pobres, por los últimos”, añadió, “con una acogida incondicional”.
Sebastián Mora también explicó la reciprocidad de la evangelización: “en Cáritas damos y recibimos, porque no hay nadie tan pobre que no pueda dar nada, ni nadie tan rico que no necesite nada”. Citó al pedagogo de la liberación Paulo Freire, que señalaba que “no hay nadie que libere a nadie, ni nadie que se libere solo. Los hombres nos liberamos en comunión”.
La acción social de Cáritas
Lo que hace Cáritas es, en ocasiones, “muy ingenuo, trabajando itinerarios personales de inclusión, pero no una sociedad inclusiva. Las personas se incluyen en contextos sociales, y si éstos no cambian, difícilmente se va a hacer con un cambio personal”. En este punto el ponente llamó a “una acción social más comunitaria, en una sociedad enferma que orilla a muchas personas”.
La intervención de Cáritas ha sido a veces cuantitativa y fragmentada, técnica y metologizada, carente del aspecto comunitario y valorativo. Por eso “tenemos que reconceptualizar lo que hemos hecho en nuestra intervención social. Lo técnico es necesario, pero tiene que estar al servicio de lo humano”. De hecho, es un reto la vinculación humana, porque “lo que nos humaniza, lo que nos pone en marcha, es el encontrarnos, la proximidad y el abrazo”. Todo lo técnico y lo proyectado, si no tiene esto en la base, no sirve.
“En Cáritas no estamos para dar, sino para darnos, como dice el Papa. Y cuando nos damos, nos complicamos”, dijo Sebastián Mora, y sentenció: “quien no esté dispuesto a complicarse la vida, Cáritas no es su sitio”. De hecho, no hay un buen profesional si no hay implicación. “Nosotros trabajamos con personas, no con cosas, y por eso debe haber vinculación”, explicó.
En Cáritas “tenemos que meternos en política. No ser partidistas, sino políticos, ya que cuando defendemos a los pobres, cuando luchamos por sus derechos, cuando reflexionamos sobre la justicia y los derechos humanos, estamos metiéndonos en política. Y esto es cosa de todos los cristianos, incidir en la sociedad”. Por eso ha de trabajarse la dimensión comunitaria en la acción cristiana, en las parroquias y en todos los niveles eclesiales. Terminó diciendo que “Cáritas no está llamada a tener muchos roperos ni muchos comedores, sino a mostrar el amor de Dios al mundo, desde una perspectiva comunitaria, desde la denuncia y el anuncio proféticos, de acuerdo con lo que el Señor nos decía que es el Reino de Dios”.