Hoy se ha presentado en Zamora la fecha de la canonización de la Madre Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de las Siervas de San José, que ha sido hecha pública momentos antes por el papa Benedicto XVI.
Zamora, 21/02/11. A las 13,30 horas de hoy, el Colegio Divina Providencia de Zamora, regentado por las Siervas de San José, ha sido el lugar donde se ha presentado en rueda de prensa la fecha de la canonización de la Madre Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de la congregación.
La presentación ha estado a cargo del delegado diocesano de Medios de Comunicación Social, Luis Santamaría, que ha leído la comunicación oficial de la canonización hecha pública tan sólo media hora antes por el boletín de la Santa Sede, y que fija para el próximo 23 de octubre la fecha de la ceremonia, que la beata zamorana compartirá con los italianos, también fundadores, Luigi Guanella y Guido María Conforti.
Por parte de la congregación de las Siervas de San José, la primera en intervenir ha sido Mercedes Lozano, miembro de la comunidad del Colegio Divina Providencia de la capital zamorana, que ha resumido la importancia que tiene la próxima canonización para la congregación. A continuación, Almudena Prieto, miembro de la comunidad del Colegio San José, también de Zamora, ha expuesto la actualidad de la figura de la Madre Bonifacia.
El último en intervenir ha sido Juan Luis Martín Barrios, vicario general de la Diócesis, que ha mostrado la importancia de la canonización de Bonifacia Rodríguez tanto para la Iglesia como para la sociedad zamorana, por lo que supuso su figura y sus continuadoras, las Siervas de San José, en esta ciudad y en tantos lugares de España y del mundo.
Reproducimos a continuación las intervenciones de la mesa.
Importancia de la canonización para la congregación
Mercedes Lozano, SSJ
Para toda la Congregación y para cada una de las Siervas de san José, es una gran alegría, un gran gozo, el ver reconocida públicamente, por la Iglesia la santidad de nuestra fundadora, Madre Bonifacia Rodríguez de Castro.
De nuestro corazón brota un canto con el salmista: “La piedra que el cantero desechó es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”.
Bonifacia es una mujer que sufrió los desprecios de su propia comunidad en Salamanca y se vio obligada a venirse a Zamora. Aquí fue fiel a sus principios y al Proyecto Congregacional. Sufrió el aislamiento de la comunidad de Salamanca en silencio y perdón, disculpando a las que la ofendían. Vive con pasión su entrega a Jesús de Nazaret expresada en su frase: “Contigo y como Tú”.
Para las Siervas de san José, estos momentos, nos sirven de interpelación para vivir la santidad, como ella la vivió. No podemos quedarnos solo en el gozo, es muy importante que sea para nosotros un modelo de vida vivida para Jesús y como Jesús, fielmente entregadas al proyecto congregacional, trabajando por el Reino de Dios.
La Madre Bonifacia es una figura actual
Almudena Prieto, SSJ
Bonifacia vivió una espiritualidad encarnada en la realidad de su tiempo y que nos sirve para la realidad encarnada en el día de hoy. Busca la prevención de la mujer trabajadora y pobre en situación de riesgo, generando espacios de vida y trabajo en los que la vivencia del Taller de Nazaret se convierta en un medio de evangelización y promoción, que le permita a la mujer ver reconocida su dignidad.
La certeza de que la dedicación a la mujer pobre y trabajadora era medular en la congregación, la llevó a una plena dedicación apostólica a favor de ellas. Enseñar a leer, escribir; el catecismo era una tarea necesaria en un contexto de analfabetismo femenino; después formar en las tareas propias del hogar y en un oficio a fin de que pudieran ganarse el sustento. Este fue el programa de Bonifacia, llevado a la práctica con amor, dedicación y firmeza.
Bonifacia estaba convencida de que la cultura y el trabajo eran fuentes de liberación y autonomía para la mujer. Un trabajo remunerado, para ganarse el pan hacía de la mujer pobre tan sometida en todos los niveles, una mujer autónoma y liberada. Bonifacia, de una forma sencilla se adelanta a su tiempo en esta dimensión liberadora del trabajo.
El mundo trabajador y pobre es su preocupación y ocupación. En la actualidad, en la Congregación existen numerosos talleres, en distintas partes del mundo, en los que jóvenes que no tienen trabajo, a la vez que adquieren una preparación, encuentran un camino para salir adelante ellas y sus familias de una manera digna.
Bonifacia también acoge a niñas huérfanas y necesitadas, dándoles casa y formación. Las trata con cariño y las quiere “como a las niñas de sus ojos”. Siguiendo el modelo de Bonifacia, en nuestros centros siempre tienen preferencia los niños y niñas que proceden del mundo trabajador y pobre.
La Madre Bonifacia, un manantial de vida
Juan Luis Martín Barrios
Toda la Diócesis de Zamora, con su obispo a la cabeza, se siente gozosa al recibir la noticia que el Santo Padre nos acaba de comunicar esta mañana en el Consistorio de cardenales: Bonifacia será canonizada.
Bonifacia es una santa nuestra, por eso en primer lugar damos gracias a Dios por este don, y con la misma disponibilidad con la que a finales del siglo XIX Zamora acogió a Bonifacia y su carisma, con esa misma apertura la recibimos hoy como santa.
Subrayo tres cosas a la hora de esta noticia. En primer lugar, dar gracias a Dios por este don. Ella, con su carisma que, como dicen las hermanas, se refiere al mundo trabajador y pobre, sobre todo para acompañar a las chicas necesitadas de aquel tiempo, es un don para nosotros. Miles y miles de chicas y de chicos han pasado por estos colegios donde se ha cuidado su dignidad, su libertad, y toda su dimensión de ser hijos de Dios y hermanos de los demás.
En segundo lugar, es un motivo también de gratitud a las Siervas de San José por la labor que realizan en toda nuestra Diócesis. Madre Bonifacia ya es conocida tanto en las ciudades como en los pueblos de Zamora. Por eso, bienvenida sea la noticia.
Y en tercer lugar, súplica. A través de ella, por su intercesión, pedimos protección para nuestra Diócesis, para que laicos, consagrados y sacerdotes seamos coherentes con el don recibido en esta hora difícil y apasionante de la Iglesia y de la sociedad. Es un don para la Iglesia, pero es un don también para la sociedad zamorana. Porque a través de ella, y hoy de sus hijas, muchas generaciones han podido percibir lo que significaba al mundo trabajador y pobre.
Yo creo que estamos hechos para vivir a borbotones. Quien acoge a Jesús, disfruta de su vida dándola y dándose, y es ahí donde viene la ganancia. Podemos decir de Madre Bonifacia que es un manantial de vida, un “chorro” de vida. Ella nos ofrece poder beber hoy de su propio pozo, por su amor hecho ternura, perdón, disculpa, silencio, dulzura, cercanía, oración.
Destacaría la labor de cuatro obispos que a lo largo de esta pequeña historia han intervenido en el camino de Madre Bonifacia. En primer lugar, D. Tomás Belestá, que fue quien acogió a esta mujer, que por las dificultades que tenía en Salamanca, se vio empujada a venir a Zamora. D. Tomás la acogió y la ayudó, tanto desde el punto de vista espiritual como desde el punto de vista material, económico.
Y continuó la tarea D. Luis Felipe Ortiz, quien fue posibilitando las pequeñas casas, en este rincón precisamente, donde estamos ahora y ya huele a santidad. Porque aquí, en este lugar, se amasó su barro según la voluntad de Dios. En tercer lugar, hace prácticamente ocho años, D. Casimiro López, en aquella Plaza de San Pedro abarrotada solicitaba la beatificación de Madre Bonifacia. Y hoy le toca a D. Gregorio Martínez vivir el gozo de esta mujer en la Diócesis que él preside. Por todo ello damos gracias a Dios.
Pero hay algo que nos sorprende, porque si bien es verdad que en estos últimos tiempos hemos visto las “prisas” de la Iglesia por beatificar a Madre Teresa de Calcuta, de la que hemos “palpado” su santidad incluso a través de los medios de comunicación; no es menos cierto que Juan Pablo II, a pasos agigantados –“santo súbito”– ha llegado a la beatificación… Pero que Madre Bonifacia, en sólo once años, haya sido reconocida por la Iglesia como referente de santidad, es pura gracia de Dios. Por eso podemos decir que “el Señor adorna con la victoria a los humildes” y estamos alegres.