Hoy se ha celebrado en el Colegio del Amor de Dios en Toro el encuentro
diocesano de adolescentes. Publicamos a continuación una crónica escrita por
Gabriel Ramos, alumno del Seminario Menor San Atilano.
Toro, 10/03/12. El encuentro diocesano de adolescentes en Toro, un
pueblo lleno de espíritu, ha estado compuesto por un montón de actividades, cada
una de las cuales representaba un sacramento distinto, y acompañado de un
montón de sacerdotes que nos contagiaban su alegría. A mí personalmente este
encuentro me ha gustado mucho, ya que he podido conocer gente de todos los
lugares de la Diócesis, y todos compartimos la mismas creencias, la misma fe.
Este encuentro comenzó a las 11
de la mañana en el Colegio del Amor de Dios, que nos acogió durante toda la
convivencia. En el encuentro participamos unos 320 chavales de diferentes
sitios de la Diócesis, la mayor parte de nosotros entre 14 y 16 años (3º y 4º
de ESO), acompañados de nuestros párrocos, catequistas y monitores. Tuvimos la
gran suerte de contar con gente de diferentes lugares, entre los que destacaron
por número de asistentes Zamora ciudad, Aliste-Alba y Benavente, y como no los
chavales de Toro, los cuales nos prestaron su pueblo durante todo un día.
Después del recibimiento, pasamos
a la capilla del colegio, en la que todos los jóvenes rezamos y nos pusimos en
manos de Dios ofreciéndole la convivencia. Después nos repartieron en grupos y
empezamos a trabajar en los talleres. Los talleres, que como ya dije antes,
estaban enfocados a los sacramentos, nos sirvieron para poder interpretar de
otra manera distinta los sacramentos y lo que ellos conllevan, por ejemplo el
sacramento del bautismo, en el que nos mancharon las manos de ceniza, que
simboliza el pecado, y nos las lavaron, lo que simboliza la limpieza del
bautismo. Después de los talleres hubo una mesa redonda, en la que nos
explicaron los sacramentos del servicio a la comunidad: un matrimonio, un hijo
de una familia cristiana, un sacerdote y un joven que se plantea su vocación al
sacerdocio.
Yo he sido privilegiado, ya que
me ha tocado dar testimonio como joven que se está planteando la posibilidad de
ser sacerdote. Esto a mí me ha marcado. Yo pensaba que al contar mi experiencia
y decir mi vocación, muchos chavales me darían de lado, e incluso me
ignorarían, pero me confundí: al contar mi experiencia como cristiano, y mi
vocación al sacerdocio, los chavales entre 14 y 16 años a los que les estaba
hablando se quedaron asombrados, se interesaron por mi vocación y querían
descubrir más sobre ella.
A continuación paramos a comer
cada uno la comida que nuestras familias con todo cariño nos habían preparado.
Al acabar volvimos a los talleres, para terminar de ver los sacramentos que nos
quedaban, los de curación. Y finalmente llego el obispo, Gregorio Martínez
Sacristán, que nos dio las gracias por nuestra asistencia. Con él, hicimos un
pacto en el cual tres síes tenían que marcar nuestra vida: el primero un “sí a
Jesús”, el segundo, “sí a la Iglesia, y el tercero, “sí a nosotros mismos, a
nuestra vocación. Al acabar con la oración final nos marchamos a casa a
predicar lo aprendido, y a aprender lo predicado.
Álbum fotográfico del encuentro
en: http://t.co/idCNGeOK
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