JOSÉ ALBERTO SUTIL
Javier Clemente no reza antes de
los partidos, pero María Teresa Rivero sí que lo hace, e incluso invita a sus
jugadores vallecanos a que vayan a misa los domingos? Nuestro insigne Amando de
Miguel dice que el Juicio Final va a ser interesantísimo. El filósofo Gustavo
Bueno se define como ateo católico, mientras que Pío Moa confiesa que a veces,
aun sin creer, reza. El historiador Ricardo de la Cierva afirma taxativamente
que vivimos entre ángeles y demonios, mientras que Carlos Bustillo, productor
del programa deportivo «El Larguero», reza el rosario todos los días. Rita
Irasema Aragón, una de las herederas de los entrañables payasos de la tele,
confiesa que vive entregada a Jesucristo, mientras que el desparpajo de Nati
Mistral le lleva a asegurar que al hijo pródigo le hubiera tirado un plato de
lentejas a la cabeza?
Los ingleses dicen que no es de
buena educación hablar de Dios, pero oiga, aquí estamos en España, mal que les
pese a algunos. Por eso les propongo hoy un libro con 101 personajes como la
copa de un pino, entre actores y actrices, magistrados, malabaristas y
taxistas, mecánicos y profesores, madres de familia y amas de casa,
expresidiarios y exterroristas, futbolistas y médicos deportivos, rockeros,
apologetas de la fe, puntos e íes, ovejas perdidas (y recuperadas), periodistas
y escritores, médicos, publicistas y ¡hasta una princesa! Gente de bien y gente
de a pie de obra, gente famosa y anónimos ciudadanos, católicos de parroquia y
católicos de movimientos, de piedad sencilla o de formación teológica, pero
todos ellos sinceros y sin complejos, convencidos de que hay que dar testimonio
público de lo que se cree. Los ha reunido el periodista Gonzalo Altozano, quien
durante varios años lleva entrevistando a toda esta gentecilla para la
contraportada del seminario «Alba». No les ha sometido al tercer grado, ni ha
condicionado sus respuestas, pero los temas son recurrentes -Dios, la fe, la
Iglesia, el mundo-, de forma que se va escribiendo la biografía espiritual de
este centenar más uno.
Dice el libro del Génesis que en
los inicios de la creación Dios pensó que no era bueno que el hombre estuviera
solo (Gn 2, 18). Pero es que tampoco es bueno que Dios esté solo. Quien más,
quien menos, alguna vez habremos pensando esto también nosotros, ¿no? ¿Quiere
usted, querido lector, hacerle un poco de compañía? Le garantizo que con este
libro le resultará más fácil, y usted tampoco se sentirá solo…
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