JOSÉ ÁLVAREZ ESTEBAN
Curioso que alguien se ponga escribir sobre lo que no ha ocurrido todavía y que, cuando vaya a ser leído, se haya convertido lo escrito en un acontecimiento del pasado. Me refiero, ¿cómo no?, al III Congreso Regional «La enseñanza de la Religión en la Escuela» que, bajo el título «Otra forma de mirar», ha tenido lugar en Zamora este viernes y sábado pasados. Las dos anteriores citas fueron en Valladolid; esta vez por opción local, por organización y por gestión, en Zamora. Felicitaciones al obispo D. Gregorio, a la Delegación Diocesana de Enseñanza, a los numerosos colegios de la Iglesia en Zamora, a todo ese esforzado contingente de Profesores de Religión en Centros Estatales. La presencia de los obispos de Castilla y León, de Rectores de Universidades de la Iglesia, de personalidades del mundo de la cultura ha venido a dar realce a este Congreso, al que se han apuntado medio millar de personas. Curioso que se haya escogido Ifeza para este Congreso, un lugar tan necesitado de vida y al que le damos el nombre de «recinto». Un recinto es un lugar acotado, que marca límites, al igual que los colegios, institutos y universidades, que también están para dejar claro lo que se debe o no se debe hacer, lo que la sociedad demanda y tiene derecho a esperar de ellos. Los decimos «recintos educativos». Adolece Zamora de reclamos de tan alta dimensión e Ifeza habrá recibido un fuerte impulso a ser reducto no sólo de exposiciones, también de congresos en los que se debatan temas de tan rabiosa actualidad como el pasado de la «Mujer en el mundo rural» o como éste de la «Enseñanza de la Religión en la Escuela».
¿Objetivo del Congreso? Pues no otro que el de fortalecer la formación del profesorado de Religión, compartir experiencias y hacerse presente en el ámbito de lo público para que sea reconocido el lugar en la sociedad de los profesores de Religión y sus servicio a unos padres, que demandan su enseñanza en la escuela.
Demasiadas las sospechas que suscita esa «educación» que se nos propone como alternativa, demasiados los alcances de otros intereses, demasiado corto el recorrido. Y cuando se renuncia a visiones más amplias, que es lo que nos propone el mundo de lo religioso, los valores se devalúan. Cuentan en la escuela, ¿cómo no?, la tradición, la cultura y sus asentamientos, cuenta el mundo de los valores. Sin eso ni se construye el presente ni hay garantías de futuro, la política se convierte en una fábrica de ocurrencias y la educación en un barco apresado del que no se sabe cómo salir físicamente ileso y emocionalmente no afectado, como en el atunero «Alakrana». Duro en ambos casos el precio del rescate.
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