JOSÉ ÁLVAREZ
Con este título salió, hace una semana, la última Pastoral del obispo D. Gregorio. El breve intermedio de cinco días en Peñíscola me ha dado la oportunidad de «ajustar el tiro» y cambiar el sentido del comentario que ya había enviado con las parábolas al fondo. Sorpresa, sorpresa, al recibo de esta amplia Pastoral en lo que van siendo vísperas ya de la canonización de Madre Bonifacia. Sorpresa y admiración porque, aún sabiendo lo cargada que va la agenda de un obispo, no se logra entender cómo se puede sacar tiempo, tiempo y tranquilidad para esta más que mediana, por lo extensa, Pastoral. Una Carta que, con su medio centenar de páginas, letra gruesa para facilitar, no tiene por qué meter miedo a nadie. Con ella en la mano es como presentarse a examen con los apuntes del profesor, con esas cuatro lecciones bien aprendidas que uno entiende son el meollo de una asignatura. Acierto de nuestro obispo en el tema, acierto por el momento celebrativo de una Diócesis hermanada con la de Salamanca por obra y gracia de Madre Bonifacia.
La Pastoral resume y avanza esas cuatro «lecciones salvadoras», que llevan el nombre de «Apartados», cuatro vías de acceso a la santa que son su labor como fundadora, los rasgos de su experiencia creyente y el carisma que ella legó a la Iglesia en sus hijas, las Siervas de San José. Porque una fundación en la Iglesia es eso, un fundamento, una base, sobre la que se sostiene en el presente y se justifica en el futuro. Lo decía Juan Pablo II al hablar de los santos: «No envejecen nunca, no prescriben jamás; son siempre los hombres y mujeres del mañana, los testigos del mundo futuro».
Como en toda obra escrita fuerza es leer esta Pastoral a la luz del Prólogo y de la Conclusión donde nuestro Obispo nos relata los pasos de su acercamiento a la vida y obra de Madre Bonifacia y avanza su propósito de «alentar a nuestra Iglesia Diocesana de Zamora a acoger, celebrar y vivir con autenticidad y entusiasmo este acontecimiento de la canonización». Bien que vendría darse una vuelta por el nº 9 de la popular calle «La Reina» donde allí por el 1890, y gracias a la donación del entonces obispo de Zamora, se instaló la futura santa y su comunidad para «consagrarse a la educación de jóvenes pobres y trabajadoras». Es ahora, a poco más de un siglo, cuando de nuevo el obispo de Zamora nos hace y les hace donación de una Pastoral que invita a «recoger el aprovechable legado de la querida y admirada Madre Bonifacia». La gloria de Bernini parece como si nos alejara a los santos, como si fuesen de otra galaxia. Pero no, Madre Bonifacia es de aquí, carne y sangre como la nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario