JOSÉ ALBERTO SUTIL
En principio, no tienen que ver estas líneas con la leche de nuestros ganaderos. Lo que pasa es que hace poco se ha proclamado entre nosotros el relato del encuentro entre el apóstol Felipe y un etíope, precisamente en el camino de Jerusalén a Gaza. El innominado etíope va leyendo al profeta Isaías, venía de Jerusalén de adorar a Dios (o sea que algún rumor de ángeles había en su corazón...), pero ante la pregunta de Felipe sobre si entiende lo que estaba leyendo responde: «¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?». Y Felipe hace con él como el Jesús de Emaús, explicándole las Escrituras. Y aquel extranjero le pide a Felipe ser bautizado. Y termina diciendo el autor del texto sagrado: «El etíope siguió su camino lleno de alegría» (cf. Hch 8, 26-40).
Los hombres de la Biblia diferenciaban entre «chrónos», mero tiempo cronológico, y «chairós», tiempo de salvación. Si la JMJ de Madrid 2011 es ciertamente no sólo «chrónos» sino sobre todo «chairós», si es una oportunidad pastoral única, tendremos que ponernos todos manos a la obra. En nuestra diócesis se está trabajando con ilusión y con ganas. Los voluntarios, las familias de acogida, los diferentes agentes de pastoral y coordinadores del evento. Cada vez se va acercando más el momento de acoger a los 1.000 peregrinos que del 11 al 15 de agosto vendrán a Zamora de todas partes del mundo. Pero no olvidemos que después estamos citados todos en Madrid, del 16 al 21 de agosto. Lo primero sin lo segundo no tendría sentido. Y aquí es donde nos interesa ese camino que lleva de Zamora a Gaza pasando por Madrid y viceversa. Ha llegado el momento, si no lo hemos hecho ya, de aprender de Felipe y hacer cuantas invitaciones personalizadas mejor a los adolescentes y jóvenes que conocemos: en tu familia, en tu parroquia, entre tus vecinos, los hijos de tus compañeros de trabajo, y todos los que se pongan a tiro. Insistir, a tiempo y destiempo, poniendo a prueba nuestras estrategias de marketing y persuasión, sabiendo que Dios sigue trabajando mientras nosotros dormimos. Por cierto, hace veinte años se nos hacía impensable ver anuncios televisivos de leche Gaza a nivel nacional... Si nuestros ganaderos han podido llevar su marca adelante, nosotros, ¿vamos a ser menos?
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