domingo, 3 de abril de 2011

¿Quién tiene la última palabra?


NARCISO-JESÚS LORENZO

Domingo IV de Cuaresma – Ciclo A

“Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo” (Juan 9, 1-41)

Poco a poco nos vamos acercando a la celebración de la Pascua anual. Y digo anual porque los católicos y ortodoxos celebramos desde la época apostólica la Pascua cada domingo con la Eucaristía. Pero también, desde muy pronto, ya en el siglo II, los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús se contemplaron y se celebraron de forma solemne anualmente. Aunque al inicio hubo algunas discrepancias, pues las comunidades asiáticas preferían conmemorar la Pascua el 14 de Nisán, fecha de la Muerte de Jesús, el resto de las iglesias lo hacían el domingo siguiente, subrayando de este modo la Resurrección. Práctica que se establecería universalmente.

Esta celebración anual de la Pascua venía precedida de varios días de ayuno y oración. Muy temprano se consideró esta fecha el momento idóneo para la incorporación de los catecúmenos a la Iglesia y a Cristo mismo. ¿Qué mejor ocasión que el Memorial anual de la Muerte y Resurrección de Cristo por las cuales los hombres participamos de su redención y adquirimos la condición de los hijos de Dios mediante los santos sacramentos?

Desde entonces tanto los fieles como los catecúmenos vamos preparándonos a las fiestas pascuales, no con un ramadán de ayuno, sino con un programa de oración, limosna, ayuno y reconciliación que nos brinda todos los años la santa Cuaresma. Es curioso que llame más la atención en Occidente la fuerza de voluntad de los musulmanes por observar su riguroso Ramadán que la observancia de la Cuaresma por parte de muchos católicos, limitada a la costumbre, y «si es que», de comer pescado los viernes. Es necesario que aprovechemos estos cuarenta días, o los que nos queden, para volver a Dios. Para que cuando llegue la Pascua los que nos decimos católicos, un buen número, la mayoría de este país si atendemos a las encuestas, no se reduzca todo a ver procesiones o a salir en alguna. Lo dice alguien que desde niño ama la Semana Santa y pertenece a cuatro cofradías.

En este itinerario hacia la Pascua este domingo es llamado «Del ciego de nacimiento» porque se lee Jn 9,1-41, texto que se presentaba a los catecúmenos y se ofrece a todos los bautizados para indicar que con el Bautismo la fe es la luz de nuestra vida. Cristo es nuestra luz. Pero no basta con decirlo, es necesario «comprobarlo». Preguntémonos de verdad quien tiene para nosotros la última palabra sobre la vida. ¿El escepticismo cultural reinante? ¿Las opiniones que se vierten en Redes? ¿Los artículos de opinión de los grandes periódicos? ¿Los tertulianos de la mañana en las cadenas de radio? ¿O la última palabra sobre las cuestiones éticas, económicas, vitales, incluso culturales la tiene Cristo?

La Opinión-El Correo de Zamora, 3/04/11.

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