Zamora, 27/09/10. Reproducimos a continuación el informe que ha hecho público esta mañana, en una rueda de prensa en la S.I. Catedral de Zamora, el canónigo director del Museo Catedralicio, José Ángel Rivera de las Heras.
INFORME SOBRE LA APERTURA DEL LUCILLO SEPULCRAL DE DON LOPE RODRÍGUEZ DE OLIVARES DE LA S. I. CATEDRAL DE ZAMORA
El día 27 de mayo de 2010 se procedió a la prospección endoscópica de los lucillos sepulcrales cegados desde principios del siglo XVII, situados en las naves septentrional y meridional de la S. I. Catedral de Zamora.
Dada la importancia de los resultados obtenidos mediante la citada prospección, el Cabildo Catedralicio solicitó a la Comisión Territorial de Patrimonio Cultural de Zamora, con fecha 15 de julio, la apertura total del lucillo correspondiente al sepulcro del alcaide Don Lope Rodríguez de Olivares (+1402), situado en el muro Sur del primer tramo de la nave meridional.
En la sesión celebrada el día 29 de julio, la Comisión Territorial autorizó dicha apertura, condicionada al compromiso del promotor de que, una vez realizada la intervención, el lucillo quedase restaurado y protegido en las debidas condiciones. La aceptación de dicho compromiso fue comunicada por el Cabildo Catedralicio a la Comisión Territorial el día 19 de agosto.
Así, pues, con los permisos correspondientes, el Cabildo encargó los trabajos de apertura del lucillo a la empresa STRATO, Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico, S.L., con sede en La Cistérniga (Valladolid), que ya había intervenido en el momento de la prospección endoscópica de los lucillos.
El jueves pasado, día 23 de septiembre, con la presencia del arqueólogo Don Miguel Ángel Martín Carbajo, del canónigo director del Museo Catedralicio Don José Ángel Rivera de las Heras, del canónigo fabriquero Don Juan Manuel Hidalgo Manteca, del director de Estudio-Taller Diocesano de Conservación y Restauración Don Bernardo Medina Garduño, y del director del Archivo Histórico Provincial de Zamora, Don Florián Ferrero Ferrero, se procedió a la apertura del lucillo sepulcral del alcaide Don Lope Rodríguez de Olivares.
Hay que advertir que el sepulcro fue labrado en los primeros años del siglo XIV y que Don Lope Rodríguez de Olivares falleció en 1402, por lo que originalmente perteneció a otro personaje, actualmente desconocido, y que posteriormente fue reutilizado para albergar los restos del mencionado alcaide.
Las tareas, que duraron toda la jornada, consistieron en el apeo de cada uno de los sillares que sellaban el nicho, la extracción de todo el material de relleno que ocupaba la zona inferior del lucillo y la eliminación del polvo acumulado en su interior. Según lo previsto, se halló el relieve de la Transfiguración del Señor (1), que ya se conocía en su mitad superior gracias a la prospección endoscópica previa. Sin embargo, las tareas realizadas han permitido conocer la escena representada en su totalidad, así como el descubrimiento de dos obras artísticas exentas en el interior del nicho.
La escena de la Transfiguración del Señor, representada conforme a los relatos evangélicos de Mateo 17, 1-8, Marcos 9, 2-8, Lucas 9, 28-36 y 2 Pedro 1, 16-18, es un relieve escultórico, labrado en piedra, dorado y policromado, que puede datarse en el primer tercio del siglo XIV.
La representación se circunscribe en una mandorla de perfil periforme, dotándola de profundidad. El centro de la composición está ocupado por la figura de Cristo, de pie, rodeado por un haz de rayos dorados, bajo la Dextera Patris o Dextera Dei, representación plástica de la voz de Dios, que habló desde una nube, diciendo: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadle” (cf. Mateo, 17, 5). Va vestido con túnica y manto, bendice con la mano derecha alzada y en su izquierda porta una filacteria, mutilada en la zona inferior, con la inscripción “VISIONEM : QUAM : V[IDISTIS]” (La visión que habéis visto), que alude a las palabras que Jesús dirigió a los apóstoles testigos de hecho: “No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos” (cf. Mateo 17, 9).
A su izquierda aparece la figura de Moisés, representante de la Ley, de pie, vestida con túnica y velada, con la mano izquierda alzada y portando en su derecha una filacteria desplegada con la inscripción “ISTE : AMICUS” (Éste es el amigo), que alude al texto bíblico en que se afirma que “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo” (cf. Éxodo 33, 11).
A su derecha aparece la figura de Elías, representante de los Profetas, igualmente de pie, vestida con túnica y velada, con la mano derecha alzada y portando en su izquierda una filacteria con el texto “ISTE : VIRGO”. Curiosamente, el término latino “virgo” (virgen) no aparece en las narraciones bíblicas veterotestamentarias que contienen el ciclo del profeta Elías (1 y 2 Libro de los Reyes). Sí aparece, sin embargo, en un texto de Isaías, el otro gran profeta de Israel: “He aquí que la virgen está encinta y da a luz un hijo” (cf. Isaías 7, 14), que posteriormente recogería un texto evangélico (cf. Mateo 1, 23) para demostrar el cumplimiento de la profecía en Cristo. Así pues, a falta de otra explicación convincente, creemos que se trata de un “unicum”, una rareza iconográfica, pues no se conoce otro caso en que se aplique al profeta Elías en la representación de la Transfiguración un texto de otro profeta, concretamente de Isaías. Y no podemos afirmar si es fruto de un equívoco en la aplicación de un texto bíblico a un profeta, si responde a la incorrecta identificación de la figura a quien se asignó dicho texto por parte del pintor-amanuense, o si el que dictó el texto lo hizo conscientemente al no encontrar otro más apropiado para aplicar al profeta Elías.
En el plano inferior de Cristo, Moisés y Elías aparecen los tres apóstoles a quienes el Señor les llevó consigo a la montaña. A la izquierda Santiago el Mayor, barbado, vestido con manto y túnica; reconocible por el sombrero de pico que cae sobre sus espaldas. Arrodillado, tiene la mano izquierda alzada y en su derecha porta una filacteria con la inscripción “S I : Uo : FA”.
En el centro, San Juan Evangelista, imberbe, con la cabellera rubia, vestido con manto y túnica. Como su hermano, aparece arrodillado, tiene la mano izquierda alzada y en la derecha porta la filacteria con el texto “UNUM : D…”.
Finalmente, entre dos árboles, aparece San Pedro, barbado, vestido con manto y túnica. Está tumbado, con la mano derecha en posición vertical, evitando el resplandor que irradia la figura de Cristo, y con la izquierda sostiene una filacteria con una inscripción que resulta ilegible por estar perdida casi en su totalidad.
En el intradós del arco se conservan cuatro pinturas con personajes bíblicos, todos nimbados, que van identificados por sus nombres contenidos en las filacterias que despliegan entre las manos. A la izquierda y de arriba abajo, David (“DAVID :”) e Isaías (“YSAIAS”). A la derecha, Salomón o Samuel (“SA…”) y otro desconocido.
La tapa del sepulcro es totalmente lisa. Su frente está decorado con cuatro escudos ojivales.
En el transcurso de la intervención se descubrió en el interior del nicho, sirviendo de relleno, una escultura pétrea, policromada y dorada, y parcialmente mutilada, que parece representar a un ángel, imberbe y con larga cabellera dorada, vestido con túnica y manto. Se puede datar en los primeros años del siglo XIV, como el grupo escultórico de la Transfiguración, pero se desconoce su ubicación y su función originales. Tras eliminar el polvo superficial que contenía, fue trasladada a la sala de esculturas pétreas del Museo Catedralicio, donde se expone.
Asimismo, se halló lo que parece ser una ménsula pétrea, parcialmente policromada en uno de sus lados, con la representación de un rostro al que, antes de utilizarla como material de relleno, le fueron pintados de blanco ojos, bigote y perilla. Al igual que la pieza anterior, fue trasladada a la sala de esculturas pétreas del Museo Catedralicio, donde se expone.
El Cabildo Catedralicio, cumpliendo el compromiso adquirido con la Comisión Territorial de Patrimonio, tiene previsto encargar en los próximos días la redacción de un proyecto de intervención integral en este destacado monumento funerario, con el fin de ponerlo en valor para la contemplación y el disfrute de todas aquellas personas que visiten nuestra Catedral.
Zamora, 27 de septiembre de 2010
José Ángel Rivera de las Heras. Canónigo Director del Museo Catedralicio
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