ÁNGEL CARRETERO MARTÍN
Don Benito Peláez, zamorano de pura cepa, va a cumplir 81 años dentro de cuatro días. Nació el 29 de octubre de 1928. Y aunque diga el refrán que «sabe más el diablo por viejo que por diablo», quede claro que él, siendo uno de los curas más sabios de esta diócesis, no tiene nada ni de diablo ni de viejo. Su espíritu renovado siempre le ha mantenido joven, alegre y generoso.
El 6 de julio de 1952, con 23 años, es ordenado presbítero. Su vida sacerdotal y pastoral es muy intensa y variada. Desde haber sido profesor y director espiritual del Seminario Mayor y cura del barrio del Espíritu Santo; pasando por ser vicario de Pastoral y párroco de San José Obrero; hasta llegar a servir esta Iglesia de Zamora como vicario General de la misma y, durante algunos de esos años, siendo secretario de los obispos de la Iglesia en Castilla. En este período don Benito juega un importante y reconocido papel en la Iglesia regional.
En el año 1995 es trasplantado a la zona del casco antiguo como nuevo párroco de S. Ildefonso dando inicio a una nueva etapa de corresponsabilidad pastoral. Aquí ha echado raíces durante quince años compaginado la vida parroquial con algunas otras tareas pastorales como la de haber sido delegado episcopal para las religiosas de vida contemplativa de la ciudad. Además es todo un ejemplo de fraternidad sacerdotal al haber ejercido habitualmente su ministerio compartiendo vida, casa y tarea con otros sacerdotes y con los mismos seminaristas tal y como los curas jóvenes podemos dar fe de ello. Quienes le conocemos podríamos hacer una lista de sus cualidades como persona, como creyente y como sacerdote. Sin embargo, para no sacarle colores me conformaré con mencionar su profunda espiritualidad, su actualización intelectual, su sencillez y cordialidad humana, su ilimitada entrega pastoral y una gran generosidad con todos, pero especialmente con aquellos que están en la cuneta de la vida y a los que él, semana tras semana, sienta a comer en su misma mesa.
Basten estas pinceladas para que si alguien todavía no lo conoce se pueda hacer idea de que estamos hablando de un cura especial y muy querido no sólo en esta diócesis, sino en toda la Iglesia de Castilla y más allá de ella. Muchos dicen, y dicen bien, que hubiera sido un obispo excepcional y, de hecho, la mitra es lo único que le ha faltado a este hombre de Dios. Prefiero pensar que Dios no se la ha querido dar a que se la haya arrebatado algún hombre que no esté muy cerca de Dios. Don Benito: ¡Feliz cumpleaños y muchas gracias por su ejemplo de vida! A muchos curas, religiosas y laicos nos sigue motivando a ser fieles y generosos en nuestra propia vocación. ¡Y que cumpla muchos más!
La Opinión-El Correo de Zamora, 25/10/09.
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