FRANCISCO GARCÍA MARTÍNEZ
Domingo IV de Adviento – Ciclo B
“Llena de gracia, el
Señor está contigo” (Lc 1, 28)
El evangelio de la anunciación
habla del desconcierto de María y creo que esto nos puede ayudar a comprender
el misterio de esperanza del Adviento. No se le anuncia solo un nacimiento,
sino el nacimiento de alguien «grande», del «Hijo del Altísimo», que se
«sentará en el trono de David», o lo que es lo mismo, que traerá la paz y la
justicia a su pueblo, y que «reinará para siempre», es decir, que nada ni nadie
podrá nunca malograr su reino de vida. En presencia del ángel María dice:
«¿cómo será esto, pues no conozco varón?», pero en presencia de la vida de
Jesús, María pudo seguir preguntándose «¿cómo será esto?», porque lo que va a
ver es que su hijo es uno más entre los niños del pueblo, uno más entre los
trabajadores de la aldea, uno más?, tanto es así que, cuando empieza su misión
mesiánica, los mismos de su familia no terminarán de ver claro que sea el
enviado de Dios. Además, sin que pase mucho tiempo, cuando ya es admirado y
seguido por muchos, empieza un conflicto con las autoridades que lo dejará sin
aliento, que lo llevará a la muerte y una muerte terrible, humillante?
El desconcierto de María
pertenece a su vida de fe y va más allá de un embarazo sin padre. Es el
desconcierto de todo creyente que en un momento dado escuchó las promesas de
vida de Dios para él, para los suyos o para el mundo y se confió, y empieza a
ver cómo nada queda en pie, que vienen enfermedades, desgracias e injusticias?
que hacen que la palabra que anunció el Señor sobre cada uno («llena de gracia,
el Señor está contigo») suene a hueco. Pero en ella el desconcierto se agrava
porque había escuchado en su corazón que el fruto de su vientre era la
bendición del mundo y lo contempla maldecido por este mismo mundo.
María sin embargo espera, confía,
persevera en la soledad de la oración y la discreción de un segundo plano en la
historia. Y es ahí donde va a nacer la fe verdadera, que para muchos será solo
una enajenación creada por los que no soportan las contradicciones de la vida y
se inventan mundos irreales. Pero María tenía razón, se puede esperar en medio
del desconcierto y la contradicción, porque Dios es fiel a su palabra.
Mientras nos acompaña en estos
últimos días de Adviento recordemos que dará a luz en la noche del mundo, pues
el que llega quiere vestirse de nuestras sombras para llenarlas de luz. Quizá
algunos estéis en ese momento de desconcierto que fue casi toda la vida de
María. Ella con su vida nos dice: «confía, el Señor es fiel, Yo lo sé. La luz
vence a las tinieblas». Y nos repite las palabras del ángel: «llenos de gracia,
el Señor está con vosotros».
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