domingo, 16 de mayo de 2010

Nombres propios


LUIS SANTAMARÍA DEL RÍO

Esto es lo que recordaban las personas acompañadas (y no sólo ayudadas) por Cáritas, cuando la Universidad de Navarra hizo un estudio sobre la acción de cinco Cáritas diocesanas de España: los nombres propios. Agentes con rostro que son el nombre propio de una Iglesia que no puede permanecer impasible ante tantos que siguen quedando en las cunetas de la vida, arrojados a la exclusión y a la marginalidad. Las cifras claman ante nuestros ojos ciegos y nuestros oídos sordos. Y lo más terrible es que no son meras cifras, sino rostros con un nombre y una historia.

En un contexto de crisis global, que empeora la situación de la mayoría de la población mundial, que sigue pasando hambre, y que ahora nos toca más de cerca a todos, asistimos escépticos al espectáculo de una clase política -unos y otros- que se ha subido al carro de un crecimiento económico progresivo levantado sobre la injusticia y la insolidaridad, y que no es capaz de hacernos salir del agujero.

Nos lo han mostrado de forma lúcida los dos miembros de Cáritas Española que han acudido a Zamora estos días. Fidel García ha cuestionado el modelo actual de desarrollo, que siembra pobreza y así, en un futuro cercano, tendremos que resignarnos a cosechar pobreza. Y empleó unas frases y otras del Magisterio de la Iglesia (¿por qué no son éstas los titulares de vez en cuando, en lugar de otras noticias que nos salpican día tras día?), como aquella de que el desarrollo, si no es para toda la persona y para todas las personas, no es verdadero desarrollo; o la más reciente de Benedicto XVI, que señala la crisis como una ocasión de revisar nuestro camino, de discernir y proyectar de un modo nuevo.

Ana Abril fue la encargada de mostrar el nuevo modelo de acción social de Cáritas. De la Iglesia que no se resigna a que haya excluidos. Que ni siquiera se contenta con dar limosna a los empobrecidos. Que tiene a la persona como centro de su pensar y actuar, que es movida por el amor de Dios encarnado, que es signo y sacramento de la Iglesia samaritana y que está inmersa en una civilización en crisis. A los oyentes nos dejó una frase dura del teólogo José Luis Segovia. Por responsabilidad, te la dejo a ti, lector: «las víctimas tienen dignidad; los que no la tenemos somos nosotros, que no intervenimos para que su situación cambie». A Cáritas, que piensa, dice y hace, en un ejercicio de ejemplar coherencia, muchas gracias. O más bien, gracias a todos sus nombres propios, a su buena gente.

La Opinión-El Correo de Zamora, 16/05/10.

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