El grupo de la
Diócesis de Zamora que ha viajado hasta Brasil para participar en la Jornada
Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro está viviendo sus últimas horas
en Brasilia, antes de viajar a Iguazú y de trasladarse después a Río. Recogemos
sus testimonios al partir.
Brasilia, 24/07/13. El grupo de 16 zamoranos
pertenecientes al Camino Neocatecumenal que partió el pasado sábado 20 de julio
de la capital y llegó el domingo 21 al aeropuerto de Brasilia, fue acogido allí
con pancartas como puede verse en la fotografía. Después de acomodarse en las
familias de las parroquias de la ciudad tal como estaba previsto, han
participado en las misiones por las plazas y calles y han visitado el Seminario
Redemptoris Mater, donde celebraron ayer la eucaristía.
En el momento en el que el Papa Francisco preside su primera eucaristía
en Brasil en el Santuario de Nuestra Señora de la Concepción de Aparecida, los
jóvenes y familias de Zamora continúan con la misión callejera. Dentro de unas
horas partirán hacia Foz de Iguazú, donde podrán visitar las célebres
cataratas.
Aprovechamos la ocasión para
recoger algunos testimonios que ofrecieron antes de salir de Zamora, y que
reproducimos a continuación. En ellos comentan lo que supone para algunos de ellos
esta experiencia.
- “Para mí una peregrinación es
como ir de ejercicios espirituales” (Tati,
profesora y madre de familia).
- “Yo he tenido la suerte de
asistir a muchas JMJs en mi vida, que me han ayudado en muchos momentos
cruciales de mi vida, vivirlas junto a JP II, un santo, es una ocasión
fantástica para convertirse” (Mª Jesús,
profesora).
- “Hasta hace una semana pensé
que no podía ir por una luxación en el hombro, pero gracias a Dios todo se
arreglado” (Pedro, profesor y padre
de familia).
- “La verdad es que yo por mí no
iría, porque le tengo un poco de miedo al avión y eso, pero fui a la JMJ de
Madrid y disfrute tanto al ver a tantos jóvenes unidos por las mismas creencias
que dije: tengo que ir a Brasil. Y espero experimentar al Señor tan de cerca
como en Madrid y volver transformado” (Pedro,
estudiante).
“Ésta es mi cuarta JMJ y sé que por mucho que imagine qué vamos a vivir en
Brasil, ni me acercaré a lo que sucederá. Espero conocer gente, personas que
tienen una forma de ver la vida diferente a la sociedad en la que me
desenvuelvo y que es más cercana a mis valores, ideas y pensamientos. Eso nos
une y en mi caso considero que es algo cómodo, como estar en familia, dónde a
pesar de los posibles desacuerdos sabemos que tenemos el mismo sentido de la
vida, que vamos para el mismo sitio. Durante los últimos meses he experimentado
en las relaciones que uno tiene a diario con los compañeros de trabajo, de
piso, con ciudadanos, con amigos, etc., y entre ellos también, que no hay
respeto por el prójimo, que antes que intentar hacer piña y llevarse bien lo
que hacemos es poner zancadillas... Es una actitud en general que me hace
reflexionar, ¿hasta cuándo nos maltrataremos entre nosotros?, ¿qué tiene que
ocurrir para que cambiemos? Y todo esto me da pie para la frase del evangelio
del día: venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré...”
(Israel, policía).
- “Estoy viviendo estos momentos
previos a la JMJ con una mezcla de sentimientos diferentes pero por encima de
todo sé que es una experiencia de fe, de encuentro con el Señor y de Iglesia
joven unida en torno al Sucesor de Pedro” (David,
sacerdote).
- “No espero nada y lo espero
todo. A ver, no es que esté ilusionado ahí de decir que me subo por las
paredes, pero viajar a Brasil creo que es algo que sólo se hace una vez en la
vida. A partir de ahí pues lo que Dios quiera. Seguro que el Señor me
sorprenda, así que vamos a ver” (Alejandro,
estudiante).
- “Ilusiones todas, la verdad. El
tiempo de preparación para la peregrinación ha sido una espera ciertamente ‘dulce’,
porque en Brasil nos espera Cristo, que es el único que nunca defrauda, y por
eso ¡las expectativas son estupendas, pase lo que pase!” (Raquel, trabajadora).
- “Para mí las JMJs significan
mucho en mi vida vocacional y ministerial. Cada una ha marcado un hito en mi
historia. En el 97 en París yo ya había decidido entrar en el Seminario Mayor,
y el Señor me confirmó esa elección. Justo antes de acudir a Colonia 2005 me
habían destinado como formador al Seminario Menor y también ahí el Señor hizo
su trabajo. En Madrid 2011 fue el descubrir que el buen pastor ha de dar su
vida por las ovejas en medio de aquel silencio impresionante que se hizo en la
Vigilia de Cuatro Vientos para adorar al Señor. ¿Y ahora Brasil? Es la primera
JMJ fuera de Europa a la que voy a acudir y estoy ilusionado y contento, pero
al mismo tiempo a la expectativa, como diciendo: Señor, ¿y esta vez, qué me
querrás decir? Así que lo que Dios quiera. Por otra parte, doy gracias a Dios
por los jóvenes de la parroquia, porque si no hubiera sido por su “gusanillo”,
ahora mismo posiblemente no estaría escribiendo estas líneas” (José Alberto, sacerdote).
No hay comentarios:
Publicar un comentario