Continuamos haciendo el seguimiento de los peregrinos zamoranos por
tierras inglesas, siguiendo a distancia la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)
de Río de Janeiro. Nuestro enviado especial, Pablo Rodríguez, nos cuenta lo que
vivieron ayer, día de la clausura del evento internacional.
Aylesford Priory, 28/07/13. Ayer hablaba de la historia de Freddy y César, una historia que me ha marcado mucho en esta peregrinación,
pero hay otra historia que me llama la atención por su protagonista y por su
servicio. El protagonista es Álvaro
Cavestany, es de Madrid y tiene pensado hacer Comunicación Audiovisual,
después de haber hecho el grado superior de imagen y sonido.
Cuando lo ves, puede parecer el
típico chico de barrio urbano de Madrid, pero en cuanto pasas unos minutos con
él y hablas, ves lo que es en realidad, uno de tantos jóvenes que buscan a Dios
a través del servicio. Conoció el monasterio a través de una alumna de su
madre, profesora de universidad. Al principio vino solo como estudiante de inglés,
pero algo le hizo cambiar de parecer. En la tragedia del Madrid Arena, murieron
3 amigas suyas. Por entonces, Álvaro estaba aquí ya de voluntario. Cuando los
hermanos se enteraron, se volcaron con él. Cuenta como el Padre Brandon, el
prior, le “ayudó a comprender que la vida
es dura y que esto pasa”.
Este comportamiento hacia él le
animó a venir la segunda vez, para devolver lo que The Friars le había dado. Él
dice que es católico, pero no practica. A pesar de ello, dice que el
voluntariado aquí “te llena muchísimo
respecto a la religión”. En este monasterio siempre hay alguien con quien
puedes hablar, “sea de lo que sea”.
En cuanto al grupo de Zamora,
dice que hemos “dejado el listón muy
alto”. Comenta que somos los primeros españoles aquí, ya que pensaban que éramos
“vagos, fiesteros y que no éramos
religiosos”. Al final, cuatro de los monjes, entre ellos el prior, nos
felicitaron por el comportamiento tan ejemplar que estamos teniendo. Sin duda
una de las mejores noticias que nos podían dar.
Pero como dije ayer, no
competimos, compartimos. La mañana transcurrió entre unan charla y un grupo de
trabajo, divididos por la edad. La misa, de nuevo, tuvo acento español, ya que Fernando Toribio leyó el evangelio y
dos de los peregrinos hicieron las peticiones, incluida una sobre el accidente
de tren de Santiago, una tragedia que nos ha afectado mucho al grupo. Los
talleres de la tarde no tuvieron tan buen ambiente como los de ayer, aunque
todos los zamoranos salieron muy contentos. Ya por la noche, se organizó una
especie de carnaval, con los presentadores habituales levantando el ambiente.
Mañana partimos ya hacia nuestra
segunda etapa, algo más cómoda. Saldremos para allá después de misa, sobre la
1. Son dos horas de viaje. La tarde la pasaremos en las familias, acomodándonos
y visitando la parroquia, etc. Por cierto, la noticia de la proclamación de
Cracovia como sede para la JMJ de 2016 ha sido muy bien acogida por los
zamoranos, que ven otra oportunidad de volver a vivir esta experiencia.
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