miércoles, 25 de mayo de 2011

Promover la nueva evangelización en la era digital


XLV JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

5 de junio de 2011

Solemnidad de la Ascensión del Señor

Promover la Nueva Evangelización en la era digital

Mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS)

Desde que el Papa Benedicto XVI llegara hace seis años a la Sede de Pedro viene dedicando su tradicional mensaje pontificio con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales a iluminar con la sabiduría de la doctrina de la Iglesia el mundo digital que las nuevas tecnologías de la comunicación están haciendo posible en nuestro tiempo.

Siguiendo en esta línea magisterial, para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra este año el próximo día 5 de junio, Solemnidad de la Ascensión del Señor, el Santo Padre ha elegido como lema de su mensaje: “Verdad, anuncio y autenticidad en la era digital”. En su enseñanza Benedicto XVI hace un lúcido análisis de las consecuencias positivas y negativas que en la vida de las personas y de la sociedad está suponiendo el uso cada vez más difundido de las nuevas tecnologías de la comunicación, en especial de las redes sociales en Internet por parte de los jóvenes.

Preservar la relación directa y personal

El Papa advierte que el universo digital y las relaciones interpersonales que en él se establecen a través de las redes inciden en la imagen que los usuarios tienen de sí mismos, por lo que “es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser”. Ante esto es importante “recordar siempre que el contacto virtual no puede ni debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida”.

El mundo digital no puede distraernos de los compromisos reales que nacen de las relaciones personales y sociales directas con los demás, empezando por el entorno familiar. “La verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre –según señala el Papa- a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe”.

La reflexión del Santo Padre no sólo pone en guardia frente a los riesgos o daños de un mal uso de las redes sociales, sino que, como siempre hace con su profundo sentido de fe, apunta en su enseñanza sobre todo a lo positivo que para el cristiano hay en la vida humana, también en Internet, y destaca además que “existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro”.

En este sentido las nuevas tecnologías de la comunicación están promoviendo la aparición de unas nuevas formas de participación ciudadana y política, en definitiva, de nueva ciudadanía, que ha de ser iluminada con la perenne sabiduría moral de la Doctrina Social de la Iglesia y que afecta también a formas de participación eclesial, entre las que habría que incluir la creciente aparición de blogs de temática religiosa en la Red, que generan en no pocos lugares una verdadera y necesaria opinión pública en la Iglesia (cf. Ética en Internet, n.6), cuando se observa el deseado estilo de corrección, al que antes se refería el Papa, unido a una actitud de fidelidad y comunión con el Magisterio de la Iglesia, según ésta establece en lo que concierne al derecho de los fieles de manifestar respetuosamente su parecer a los pastores por el bien de la propia Iglesia (cf. CIC, canon 212, § 2 y 3).

Internet no puede ser un terreno franco a una consideración ética o moral de la comunicación humana, que dispense de las más elementales normas de adecuado comportamiento en las relaciones personales y sociales, basadas en la dignidad de la persona y en la búsqueda del bien común.

Lo mismo cabe decir de determinadas secciones de los periódicos, como son las páginas de anuncios por palabras, por lo que damos nuestros apoyo a quienes llevan a cabo la campaña de reivindicación de una prensa libre de reclamos y anuncios de comercio sexual, ya que estos no sólo atentan a la dignidad de la persona, especialmente de la mujer, sino también menoscaban la de quienes los promueven o permiten, basándose en una malentendida libertad de expresión y de mercado. No todo lo que se puede se debe comunicar ni vender o comprar.

Anunciar que Dios existe

Pero la atención del Papa se dirige en su mensaje fundamentalmente a hacer una llamada a evangelizar este nuevo espacio vital y comunicativo que es el mundo digital: “Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Así mismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3,15)”.

Lo que propone Benedicto XVI es uno de los mensajes más esenciales y reiterados de su pontificado sobre cuál debe ser la misión prioritaria de la Iglesia hoy: “Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo” (Homilía en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela 6 de noviembre de 2010).

Este llamamiento a hacer comprender, en un mundo secularizado como el nuestro, la primacía de Dios y mostrarlo como condición de la plenitud del hombre es la tarea esencial y urgente que Benedicto XVI intenta trasladar a todos los ámbitos de la acción de los católicos, también en las redes sociales y demás campos de la comunicación social, mediante la promoción de la Nueva Evangelización. El escenario ha cambiado, pero la misión es la de siempre: evangelizar.

La cuestión no es otra que, partiendo de la competencia profesional y de la coherencia moral irrenunciable que nace de la fe, se cuide más la identidad cristiana personal –como comunicadores y usuarios- y la de los propios medios católicos para restablecer en el mundo el sentido trascendente de la vida humana que sólo está en Dios y de la que se deriva como verdad suprema la verdadera libertad y progreso del ser humano y de la sociedad: “Vuestra tarea es la de ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo, único Salvador, y la de mantener encendida en el mundo la llama de la esperanza, para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro”, señalaba Benedicto XVI en su discurso a los participantes en el Congreso de la Prensa Católica (7 de octubre de 2010).

Para llevar a cabo la Nueva Evangelización, que rehaga y revitalice el entramado cristiano de la sociedad española, la comunidad católica necesita hoy más que nunca medios y profesionales de la comunicación con una inequívoca identidad católica para restituir a la religión su presencia en el espacio público. Con ello la Iglesia reforzará y actualizará a los nuevos tiempos su histórica y benéfica significación, dando representación, con toda su especificidad, variedad y riqueza, a la cosmovisión cristiana en la pluralidad de ofertas de sentido que hoy libremente concurren en nuestro país.

Respuestas actuales

Los católicos han de seguir manifestando en el mundo de la comunicación -y a través de él a la entera sociedad civil- que tienen respuestas actuales para las cuestiones que interesan a los hombres y mujeres de hoy, como ha recordado Benedicto XVI que hizo el gran arquitecto Antoni Gaudi con la belleza de la Basílica de la Sagrada Familia, al señalar que en plena modernidad, “con su obra nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre… Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma”.

A este empeño evangelizador están especialmente convocados los jóvenes, verdaderos expertos en las nuevas tecnologías y en el uso de la red como nativos del mundo digital y auténticos apóstoles de sus compañeros. A ellos les invita expresamente el Papa Benedicto XVI en su mensaje a “hacer buen uso de su presencia en el espacio digital”, y les reitera su cita con ellos “en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las ventajas de las nuevas tecnologías”, que seguro serán en el futuro un gran medio para la pastoral juvenil en nuestro país.

El adecuado uso de los medios de comunicación social, especialmente las nuevas tecnologías, es un empeño que exige una responsable educación mediática que va más allá de la puramente instrumental y que incluye la formación de un verdadero criterio ético. Esta tarea para con los más jóvenes ha de ser un cometido especialmente importante para los padres, ya que los hogares se han convertido en una verdadera central de medios en la que hay que aprovechar sus oportunidades formativas y evitar sus peligros.

El ejemplo del Beato Juan Pablo II

Todas estas intenciones, sobre todo la de una animación de la tarea evangelizadora de la Iglesia en el mundo de las comunicaciones, las ponemos bajo la intercesión del Beato Juan Pablo II.

El nuevo beato no sólo es un intercesor cualificado de los comunicadores, sino un modelo excelente de comunicador cristiano y un maestro que ha iluminado con la luz del Evangelio y la verdad del hombre el quehacer comunicativo por medio de su extenso magisterio.

Él ha sabido seguir un discurso comunicativo coherente, en el que se ha logrado reflejar la identidad cristiana –sobre todo la naturaleza del papado y de la Iglesia- con un lenguaje comprensible por el hombre y la mujer de hoy en el que se conjugan las palabras y las imágenes, las enseñanzas doctrinales y los testimonios. En todo ello ha mostrado el Beato Juan Pablo II la verdad del hombre, de la Iglesia y de Dios. Con otras palabras: el “evangelio” de la vida, el “evangelio” de la familia, el “evangelio del trabajo” e incluso el “evangelio” del dolor, con los rasgos inequívocos de su propio testimonio. ¿Quién no recuerda su estampa -más elocuente que nunca- en la ventana del Policlínico Gemelli o en la de sus últimas apariciones en la ventana del apartamento pontificio ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro; o su seguimiento del rezo del Vía Crucis del Viernes Santo de 2005 desde su capilla privada abrazado al crucifijo? No cabe más intensidad comunicativa.

Esta “estrategia” al servicio del vigor de la coherencia y naturalidad del Beato Juan Pablo II lo ha sido también de transparencia y de un perfecto uso de los tiempos comunicativos. Ha logrado a la vez ir recuperando de los estragos de la modernidad, del imperio del relativismo, la semántica de las grandes verdades del hombre y de la religión, de trascendencia y de la fe, obviadas en la comunicación moderna.

El recordado Papa Juan Pablo II trabajó durante su pontificado para encontrar en los medios un lugar para Dios, para el Evangelio, para la Iglesia, y a la vez un lugar para los medios, para las comunicaciones sociales en la Iglesia. Que él ayude a los comunicadores cristianos a lograrlo.

Por último, a la par que les dirigimos nuestro recuerdo especial y nuestro reconocimiento, elevamos a Dios nuestra oración por los periodistas que han muerto violentamente en el ejercicio de su profesión por transmitir la verdad y defender el derecho a la información; queremos expresar también nuestro apoyo a los comunicadores cristianos y al resto de la profesión periodística, en especial a tantos de ellos, sobre todo jóvenes, que sufren el desempleo o la precariedad laboral. Para todos, nuestra oración y cercanía.

+ Joan Piris, Obispo de Lleida y Presidente

+ Joan-Enric Vives, Arzobispo de Urgell

+ Antonio Montero, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz

+ Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo

+ José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián

+ Ginés García, Obispo de Guadix

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