jueves, 20 de enero de 2011

Fallece Teodoro García, sacerdote centenario de Zamora


Ayer falleció el sacerdote diocesano de Zamora Teodoro García González, canónigo emérito de la Catedral, a los 100 años de edad y 75 de ministerio. El funeral tendrá lugar en la Catedral mañana, sábado 22, a las 11 horas.

Zamora, 21/01/11. En la noche de ayer, jueves 20 de enero, falleció en Toro el sacerdote diocesano Teodoro García González, cuando contaba 100 años de edad y 75 de ministerio. El pasado mes de mayo la Diócesis de Zamora le hizo un homenaje, con una eucaristía presidida por el obispo con motivo de su centenario.

Teodoro García González nació en la localidad zamorana de Cazurra el 14 de mayo de 1910, y fue ordenado sacerdote el 15 de junio de 1935. Además de sus estudios en el Seminario San Atilano, se licenció en Sagrada Teología y en Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca en 1944, donde también hizo cursos de doctorado.

Sus labores pastorales estuvieron vinculadas a diversas parroquias de la Diócesis. Comenzó como coadjutor y después regente y ecónomo de Peleas de Arriba y Casaseca de Campeán. Tras cinco años en estas localidades, en 1940 pasó a ser ecónomo de El Cubo del Vino y encargado de Mayalde, de donde cesó para los estudios en la universidad salmantina.

Al regreso de su etapa académica, fue ecónomo de Pajares de la Lampreana, y más tarde, en 1952, fue nombrado profesor de Religión y de Francés del Seminario Menor “San Luis y San Victoriano” de Toro, y padre espiritual del centro, tarea que simultaneó con la capellanía de las Clarisas de Toro.

En 1956 pasó a ser coadjutor de la Parroquia de San Frontis de la capital, y capellán del Ayuntamiento. Cuatro años después fue nombrado capellán de las Clarisas de Zamora, y en 1967 entró en el Cabildo Catedral como beneficiado. Ese mismo año comenzó a ser Promotor de Justicia y Defensor del Vínculo del Tribunal Eclesiástico Diocesano. En 1979, además, fue elegido miembro del Consejo Diocesano de Administración.

En 1981 fue nombrado canónigo de la Catedral de Zamora, cargo del que fue emérito desde su jubilación en el año 1985 hasta el momento de su muerte. Estos últimos años los ha pasado en una residencia de ancianos de Toro.

Las exequias se celebrarán con la eucaristía el próximo sábado 22 a las 11 horas en la S.I. Catedral. Su cuerpo estará hasta entonces en el Tanatorio Sever de Zamora (Carretera de Villalpando). Descanse en paz.


ENTREVISTA A D. TEODORO

Publicada con ocasión de su centenario en la hoja diocesana Iglesia en Zamora nº 96 (25 de abril de 2010), p. 4.

- ¿Quién es don Teodoro García González?

Ante todo me considero un sacerdote sencillo, que debe dar gracias a Dios por haber llegado a los 100 años en un estado de salud del que no puedo quejarme para mi edad.

- Usted fue formado en una manera concreta de ser sacerdote. ¿Cómo ve la evolución que ha tenido estos años la identidad presbiteral?

Algunas cosas han cambiado, pero lo básico sigue igual, el sacerdocio sigue siendo una forma de servir a la Iglesia y a Dios, se trata de vivir para Dios. Hoy para los sacerdotes resulta más difícil conseguir que la gente no se aleje de la fe.

- ¿Cuáles han sido las grandes alegrías de su ministerio? ¿Por qué cosas, lugares o personas le da gracias a Dios?

Puedo dar gracias a Dios por todo. Podría destacar como momentos que nunca olvidaré cuando canté misa, o también el reto de participar en la puesta en marcha del Seminario de Toro, y poder participar en la formación de tantos chicos, muchos de ellos hoy buenos sacerdotes. Cuando dejé el Seminario de Toro, el número de alumnos había ascendido ya considerablemente, me alegró mucho que aquello funcionara tan bien. También guardo muy buenos recuerdos de mi paso por las parroquias de los pueblos, donde a pesar del tiempo transcurrido me siguen recordando y demostrando su cariño.

- ¿Y las desilusiones o disgustos? ¿De qué se arrepiente, qué habría podido mejorar?

Siempre hay momentos más difíciles, pero no he tenido ninguna desilusión notable. Sin embargo, uno siempre puede mejorar en casi todo.

- ¿Qué significó el Seminario en su vida?

El Seminario es la semilla de mi sacerdocio, tengo buenos recuerdos especialmente de lo enriquecedor de la convivencia con los compañeros. Mi vuelta al Seminario ya siendo sacerdote fue en la puesta en marcha del Seminario Menor de Toro, donde estuve cuatro años. Recuerdo como anécdota que me nombraron profesor de francés sin haber recibido nunca clases de francés, pero con trabajo y la ayuda de Dios pude hacer frente, creo que bien, pues nadie se dio cuenta…

- ¿Cómo ve la Diócesis de Zamora en la actualidad?

La salud y sobre todo, la pérdida de la audición, me han alejado de la vida diocesana desde mi jubilación, pero sí que percibo que se progresa en dinamismo. Se prospera, pese a la reducción del número de sacerdotes, en las ganas e ilusión cada vez mayores que ponen cada uno de ellos.

- Para usted, desde su larga trayectoria sacerdotal, ¿qué es lo más importante en un cura?

Lo más importante es el servicio al Señor, estar en contacto con Él.

- Después de tantos años, y mirando para atrás… ¿ha valido la pena?

Después de tantos años, y vista la labor realizada, creo claramente que sí. Hoy si tuviera que volver a empezar lo volvería a hacer.

- Si ahora tuviera que animar a un joven que esté haciendo su discernimiento vocacional y valorando la posibilidad de ser sacerdote, ¿qué le diría?

Primordialmente que desprecie lo terreno y que siga la llamada del Señor. En esta sociedad, entre tanto ruido para los jóvenes se hace difícil de escuchar al Señor, pero hay que tener valentía y saber oír y sobe todo escucharle y mantenerle presente en sus vidas.

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