domingo, 2 de enero de 2011

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»


NARCISO-JESÚS LORENZO

Domingo II después de Navidad – Ciclo A

“De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia” (Jn 1, 1-18)

Comenzamos el Año, a todos los lectores: ¡Feliz Año Nuevo! Aunque como me decía alguien hace unos días: Parece que este año hasta los adornos navideños han sido más pobres y con menos luz. Como si el pesimismo se fuera apoderando progresivamente de todo el mundo. Tantos parados, tantas familias necesitadas. Un millón de asistidos en los comedores de la Iglesia, -noticia de la Cuatro- sin contar la ayuda de Cáritas de las parroquias.

Nos damos cuenta de que a la dificultad de sacar adelante los buenos propósitos de noche vieja: dejar de fumar, hacer deporte, leer más; ahora se suma la constatación de que tampoco los buenos deseos de Año Nuevo sirven para mucho. La crisis, todo se achaca a la crisis económica, pero ésta solo es el rostro de una crisis más global, ¿de la cultura occidental?, ¿de civilización?

No obstante los cristianos nos felicitamos y felicitamos porque este año 2011 puede ser Año de Gracia o Año del Señor. Se perdió la costumbre, hace más de dos siglos, de comenzar las cartas o los escritos con el mencionado encabezado. El tiempo con lo que tiene de oportunidades, de situaciones, de acontecimientos y sucesos, no solo lo gestionan los hombres, sino que, se quiera o no reconocer, lo gestiona Dios, y cuando coinciden las cosas mejoran.

Cristo es el Señor del tiempo y el Señor de la Historia. Como dice el Apocalipsis, es el Alfa y la Omega. El origen no es un explosión casual, ni el fin un cataclismo esperado. Él es el origen, guía y meta del Universo. Es el Señor del tiempo y de la Historia. Él mismo, con su Encarnación, ha hecho temporal lo divino, y con su Resurrección ha vuelto eterno lo humano.

Ha entrado en la Historia con programa, el que nos cuenta Pablo en la segunda lectura de la Misa. «Cuando se cumplió el tiempo envió Dios a su hijo nacido de una mujer… para rescatar a los que estaban bajo la ley. Para que recibiéramos el ser hijos por adopción». Ha entrado en Historia para rescatar a los hombres de todas las tiranías y ofrecernos la posibilidad de ser hijos de Dios.

La Opinión-El Correo de Zamora, 2/01/11.

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