martes, 5 de febrero de 2013

Cáritas pone en marcha un Curso de operaciones básicas de cocina


Ayer ha comenzado en Zamora un Curso de Operaciones Básicas de Cocina de 250 horas que terminará el 17 de mayo y que formará a 18 alumnos, de los que 3 son extranjeros, para mejorar sus posibilidades de encontrar empleo.

Zamora, 5/02/13. El programa de Empleo de Cáritas Diocesana de Zamora ha iniciado ayer, lunes 4 de febrero, un Curso de Operaciones Básicas de Cocina, en el que participan 18 personas. Se trata de una acción formativa compuesta por 250 horas (teóricas y prácticas) en el que los asistentes participarán en diferentes módulos: cocina, empleabilidad (habilidades sociales, técnicas de búsqueda de empleo activo, contenido del contrato de trabajo, etc.), igualdad de oportunidades, sensibilización medioambiental, alfabetización informática, prevención de riesgos laborales y seguridad e higiene en el trabajo, y elaboración del itinerario personalizado de empleo.

El curso finalizará con una evaluación el 17 de mayo. El objetivo de esta nueva acción formativa, financiada por el Fondo Social Europeo y Cáritas Diocesana de Zamora, es la capacitación profesional de la persona mejorando su empleabilidad, así como la inserción de los participantes en el mercado laboral.

Esta actividad formativa tiene lugar en el Centro de Formación y Empleo de Cáritas,y se desarrolla de lunes a viernes en horario de mañanas. El alumnado está compuesto por personas desempleadas o en situación de mejora de empleo, que tienen la edad legal para trabajar y que se encuentran en situación de riesgo o exclusión social.

La coordinadora del programa de Empleo, Mª Luz Fernández del Campo, apunta que este año el número de personas inmigrantes asistentes al curso ha descendido notablemente: “de los 18 alumnos, sólo 3 son extranjeros”. Por sexos hay 11 varones y 7 mujeres; y en lo relativo a la nacionalidad, 15 son españoles, 2 cubanos y una mujer de la República Dominicana.

domingo, 3 de febrero de 2013

La Semana de Cine Espiritual trae tres películas a Zamora


Del miércoles 6 al viernes 8 de febrero se celebrará en Zamora la V Semana de Cine Espiritual, organizada por la Delegación Diocesana de Enseñanza, y que en esta edición proyectará las películas El juego perfecto, Maktub y Prefiero el paraíso.

Zamora, 4/02/13. La próxima semana se celebrará en Zamora la V Semana de Cine Espiritual, organizada por la Delegación Diocesana de Enseñanza. En esta ocasión serán tres las películas proyectadas: El juego perfecto (William Dear, 2009), Maktub (Paco Arango, 2011) y Prefiero el paraíso (Giacomo Campiotti, 2010).

Los filmes se proyectarán del miércoles 6 al viernes 8 de febrero a las 20,30 horas en el Salón de Actos de Caja España-Duero de la Plaza de la Marina de la capital. La aportación que se pide por la entrada es de 2 euros, a beneficio de Cáritas y Manos Unidas. Las entradas pueden adquirirse con anterioridad en la portería del Seminario San Atilano.

Tal como señala su organizador, el delegado diocesano de Enseñanza, Juan Carlos López, “la Semana de Cine Espiritual es ya una apuesta consolidada en Zamora”. Promovida por la Delegación que dirige, son ya cinco las ediciones de este proyecto asumido también en otras muchas Diócesis de España. “El objetivo es sencillo: recuperar ese tipo de cine que atesora valores profundos y que obliga al espectador a reencontrarse consigo mismo, con los demás y con Dios”.

Como reconoce López, “quizá el Cine Espiritual ni se ha mantenido muchas semanas en cartelera ni ha sido el más comercial, pero su calidad artística y la radicalidad de sus propuestas se perciben desde el minuto uno hasta que el espectador abandona la sala. Historias bien construidas, emociones intensas, dignos modelos de vida hacen del Cine Espiritual una oferta atractiva para quienes sean capaces de parar y dejarse interpelar por cada uno de los títulos ofrecidos en este nuevo ciclo”.

Por ello, el delegado de Enseñanza considera que “más que para ver cine, estos tres días son una preciosa oportunidad para contemplar cine, para sumergirse en ese mundo mágico del celuloide y extraer de él interesantes lecciones de vida”. La Delegación ofrece, además, unas fichas didácticas que pueden descargarse de su página web para trabajar sobre las cintas: http://ddezamora.es/recursos-para-la-clase/recursos/


PROGRAMACIÓN

Miércoles 6 de febrero
El juego perfecto (William Dear, 2009)
Sinopsis: En 1957 pasó lo inesperado: México derrotó a EE.UU. en el béisbol. Unos niños de Monterrey llegaron al vecino del norte en una época de racismo. Ángel Macías, al frente de un equipo de nueve jóvenes estrellas, lanzó un juego perfecto, único en su clase y jamás repetido hasta le fecha.

Jueves 7 de febrero
Maktub (Paco Arango, 2011)
Sinopsis: Manolo atraviesa una crisis aguda: la rutina de su trabajo le resulta insoportable, su matrimonio con Beatriz está al borde del abismo y las relaciones con sus hijos no son buenas. Un día, conoce a Antonio, un chico canario de 15 años con cáncer, pero con unas ganas de vivir tan contagiosas que la vida de Manolo da un vuelco radical.

Viernes 8 de febrero
Prefiero el paraíso (Giacomo Campiotti, 2010)
Sinopsis: “Sed buenos, si podéis” es una proverbial expresión de San Felipe Neri, el santo de la alegría, el juglar de Dios, que nació en Florencia en 1515 y vivió más de 60 años en Roma. Formaba a los jóvenes con ternura e ironía acercándolos a la liturgia y logrando que se divirtiesen cantando y jugando en el Oratorio.

viernes, 1 de febrero de 2013

Alfonso Carrasco Rouco: “en el Concilio, la Iglesia salió al encuentro del mundo”


El obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco, ha pronunciado en Zamora una conferencia sobre la constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, finalizando así las XI Jornadas Diocesanas que comenzaron el pasado miércoles 30 con el título “A los 50 años”.

Zamora, 1/02/13. Con la conferencia de Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo, han finalizado hoy las XI Jornadas Diocesanas de Zamora. El encargado de presentarlo fue el vicario de Pastoral y organizador de las Jornadas, Fernando Toribio, que trazó el perfil biográfico del ponente.

Nacido en 1956 en Villalba (Lugo), fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Mondoñedo y es doctor en Teología por la Universidad de Friburgo (Suiza). Ha sido profesor de Teología Dogmática en la Facultad de Teología “San Dámaso” de Madrid (entre 1992 y 2008), donde también fue decano. Fue ordenado obispo de Lugo en 2008 y es miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española.

Un Concilio imprescindible

En su ponencia, titulada “Imagen de la Iglesia en el mundo desde la Gaudium et spes”, monseñor Carrasco comenzó con un presupuesto, citando a un autor contemporáneo de la asamblea conciliar: “hay que escuchar lo que el Espíritu del Señor nos dijo a todos en el Concilio Vaticano II. Es algo imprescindible para vivir hoy la fe”.

En este horizonte se sitúa la constitución pastoral del Concilio Vaticano II Gaudium et spes (GS), que “quiere hablar de la presencia de la Iglesia en el mundo”. De ella se han dicho muchas cosas, reconoció el ponente, “pero a mí no se me ocurre pensar que la constitución de un concilio ecuménico pueda estar mal hecha; al contrario, tendré que pensar cómo entenderla”.

“El Concilio verdaderamente quería salir al encuentro del mundo, después de una época en la que se situó a la defensiva, por diversas circunstancias históricas. La capacidad de diálogo con el mundo moderno estaba limitada”. Y así, el obispo de Lugo hizo un repaso histórico para contextualizar el acontecimiento conciliar: “en los inicios del siglo XX, la Iglesia choca con problemas de ideologías internas, y después llegan las guerras mundiales, que conmueven nuestro mundo”.

Es entonces cuando Juan XXIII decide convocar el Concilio, con esta convicción: “debemos decirle las verdades de la fe a tanta gente no creyente para que las pueda entender y aceptar. Por eso hay que distinguir las verdades y la manera de decirlas”. En aquel momento histórico, el mundo se dio cuenta de que el hombre había conducido la historia hacia un fracaso completo, hasta la guerra total.

Decía por eso Juan XXIII que era una época en la que los hombres podrían escuchar otra vez el evangelio. La Iglesia tenía una percepción: “tenemos un gran tesoro, el evangelio, y tenemos que llevarlo a todo el mundo. Este impulso apostólico es el del Vaticano II. No era un Concilio dogmático, porque no sólo trató cuestiones intraeclesiales, sino destinado a tratar las cuestiones de una Iglesia que quería llevar a cabo su misión”.

Gaudium et spes: los signos de los tiempos en el mundo

Es aquí donde se sitúa el documento GS: “la Iglesia quiere decir quién es ella, y lo hace en primer lugar en la constitución dogmática Lumen gentium, diciendo que la Iglesia está en medio de un mundo cuya historia Dios guía. Y en esta historia la Iglesia es protagonista. Esto era revolucionario, porque suponía una voluntad de hablar al mundo”.

Entonces había que escribir otra constitución, porque “si la Iglesia está en medio del mundo, ¿cuál ha de ser su relación con los otros? A ningún hombre, creado por Dios, se le puede excluir; con todos podemos hablar, todo hombre necesita de Dios”. Por eso GS dirá que los cristianos vivimos en el mundo atentos a los signos de los tiempos, “los signos de la presencia de Dios, de que Dios está en la historia. Esos signos están atravesando la vida de los hombres”.

“El hombre es el eje del camino de la Iglesia”, se dijo en el Concilio. “El hombre no puede vivir su fe sin vivirla en la realidad concreta de su vida. Y viviéndola, irá al encuentro del hermano, descubriendo ahí el diálogo para descubrirle a Dios”, señaló monseñor Carrasco Rouco. Y se cuestionó: “¿no es esto demasiado pretencioso? ¿De verdad todos los hombres necesitan a Cristo? Ante esto, la enseñanza de GS es decir que en Jesucristo se realiza el designio de Dios sobre el hombre. El hombre necesita de Jesucristo para descubrirse a sí mismo”.

Cristo y el misterio del hombre

El Concilio dijo claramente que “ninguna ideología consigue desvelar el misterio del corazón humano; sólo en el encuentro con Jesús se descubre el hombre a sí mismo, descubre su personalidad, su dignidad, su vocación en el mundo y su destino”. Éste es el desafío que propone GS, y “no puede decirse si no se corresponde con la experiencia concreta de los cristianos”. Por eso se afirmó también que “la Iglesia es el lugar donde el hombre puede encontrarse a sí mismo”.

En este mundo el ponente preguntó: “si el Concilio dice estas cosas, ¿qué hemos hecho entretanto? ¿Hemos ido por ahí en la Iglesia, por esas indicaciones?”. El hombre se humaniza en el encuentro con Dios, y necesita a Jesucristo para mejorar su vida y humanizarse, esto fue lo que subrayó GS.

El Concilio afirmó que “no basta tener la doctrina justa para convencer a nadie, ni siquiera te convences a ti mismo, porque no significa nada en tu vida. Esto es la separación entre la fe y la vida. No puedes anunciar que el encuentro con la fe cambia tu vida si eso no es realidad en tu vida, porque así no lo cree nadie”. Sin nuestras personas, sin los fieles cristianos, sin un testimonio real y concreto, no hay novedad ninguna.

Hoy, dijo el obispo de Lugo, “hemos cambiado a Dios por el dinero, y es él quien guía ahora nuestra vida y nuestras decisiones. Esto ha hecho que se hunda la confianza, que hayan fracasado matrimonios, que se hayan perdido amigos”. En este contexto, “faltábamos nosotros, alguien con una fe diferente. Porque la fe en el Señor humaniza, hace al hombre ser lo que tiene que ser. Es imposible comprender estas cosas sin la experiencia de los cristianos”.

El hombre, camino de la Iglesia

“Una Iglesia que se olvida de los otros, de las personas que sufren, de los necesitados… no crecerá. Sólo creceremos por el camino de la misión y del apostolado, por el camino de nuestra vida”, afirmó. Cristo vino para salvarnos, y el hombre es por eso el camino de la Iglesia. Y para estas cosas “Dios nos ayuda, no nos abandona; la Iglesia es un tesoro inagotable, no venimos de la nada, sino de una tradición llena de vida”.

Dios nos da muchos dones, destinados a la vida real y a las cosas que parecen pequeñas, y por eso “en el día del Juicio no se van a valorar tanto grandes hazañas como los pequeños gestos concretos hechos al hermano, como un vaso de agua dado al sediento”. Dios a cada uno le da un carisma como camino de santidad, sea pequeño o grande. “Todos los carismas sirven para que le hables bien al prójimo, y así es cuando nosotros crecemos”, ésta es una convicción del Concilio Vaticano II.

La Iglesia no está hecha para vivir “ad intra”. Hacia dentro, es una familia, una comunidad de hermanos con la que da gusto estar. “Pero esta Iglesia no sobrevive si nosotros no vivimos en el mundo. No tenemos que pelearnos con nuestras circunstancias y nuestra historia, donde puede haber algo bueno. Nosotros pensamos en positividad hasta en la enfermedad y en la muerte, viendo ahí un bien”.

El ponente indicó, para finalizar su intervención, que hay otros documentos conciliares que ampliaron de forma monográfica algunos temas importantes relacionados con la postura de la Iglesia ante el mundo moderno: el relativo a la libertad religiosa (Dignitatis humanae), y el dedicado a las religiones no cristianas (Nostra aetate). “Esto es un eco de la misma actitud de la GS: nosotros tenemos que poder dialogar con cualquiera. El diálogo y la apertura como método es un fruto de GS”, señaló. “Así el otro puede descubrir a Cristo, para que Él ilumine su humanidad”.

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Álbum fotográfico de la conferencia: http://bit.ly/YKpnHO

José Luis Restán: “educar es decirle a la persona que la vida es un bien”


El segundo día de las XI Jornadas Diocesanas de Zamora contó con la presencia del periodista José Luis Restán, que habló sobre la emergencia educativa ante algo más de 350 personas reunidas en el salón de actos del Seminario San Atilano.

Zamora, 31/01/13. Las XI Jornadas Diocesanas de Zamora han contado en su segundo día con el periodista José Luis Restán, director editorial de la cadena COPE, que ha pronunciado una conferencia titulada “Emergencia educativa y nueva evangelización”. En la presentación del ponente, el delegado diocesano de Medios de Comunicación Social, Luis Santamaría, resumió su perfil biográfico.

José Luis Restán Martínez (Madrid, 1958) es ingeniero de Caminos y licenciado en Periodismo. Ha sido director de la edición española de la revista 30 Giorni, y en COPE ha sido redactor jefe de Religión en los Servicios Informativos y director de la programación socio-religiosa. Actualmente es director editorial y adjunto al presidente de COPE. Dirige en esta emisora “El Espejo” y “La Linterna de la Iglesia”. Además, dirige en 13 TV el programa “Iglesia en directo”. Articulista en medios digitales, ha escrito varios libros, entre los que destacan dos diarios del pontificado de Benedicto XVI y otras obras como ¿Qué hacemos con educación para la ciudadanía? y La osadía de creer.

La educación, algo vital

Restán comenzó su intervención definiéndose como un “cristiano metido a periodista”, ya que “intento contar lo que pasa desde la experiencia de la fe vivida en la Iglesia”. Según él, “todos somos sujetos y objetos de la educación, de alguna manera. Toda institución, para que sea humana, tiene que tener una dimensión educativa”. Por eso “la cuestión educativa no es especializada, es una cuestión de la vida del hombre. Educar es lo más grave, lo más humano, lo más urgente que tenemos que hacer en la vida. Sin la educación no podemos entendernos, ni mirar al pasado ni al futuro. La educación es vital, por supuesto, para la Iglesia”.

El ponente destacó que Benedicto XVI ha hablado mucho y con mucha originalidad de la cuestión educativa. “Cuando vino a Santiago y Barcelona, entrevistaron aquí a un experto vaticanista, que dijo que el Papa no piensa que la renovación de la Iglesia pueda venir de dar un golpe de timón, de hacer grandes cambios en las estructuras eclesiásticas; sólo podrá venir a través de un cambio, de una conversión que vendrá por un esfuerzo educativo”.

Se trata “de un proceso profundo que se tiene que dar a través de una relación vital, de un acompañamiento. Toda acción de la Iglesia, si no tiene esta dimensión educativa, se queda en fuegos artificiales. A veces hacemos cosas que tienen mucho ruido, y les falta un cauce que las transforme en un impulso educativo que necesita tiempo, relación y libertad de la persona”.

Un fracaso educativo

A continuación explicó el origen del término “emergencia educativa”, una expresión acuñada por el Papa en unas palabras a una asamblea de la Diócesis de Roma, y que ha reiterado después. Toca un punto absolutamente vital: “Benedicto XVI hablaba de la dificultad que existe hoy para educar. Todas las culturas y civilizaciones han educado, porque si no hay educación no hay humanidad. Y hoy, con todas las posibilidades que tenemos, se experimenta una dificultad para educar como nunca en la historia”.

Como parte de esta dificultad en la educación, “se da un fracaso en la formación de personalidades sólidas. Hay una debilidad en el sujeto, que es culpa no de los jóvenes, sino de los que somos mayores. Hay fragilidad en las relaciones afectivas, en los compromisos, en la falta de razones fuertes para asumir cualquier tipo de postura, en la vulnerabilidad a los impactos de los medios de comunicación, en la falta de un criterio claro…”.

El Papa también habla de “una ruptura entre las generaciones, cuando el regalo mayor que podemos darle a nuestros hijos es una hipótesis de sentido, no simplemente la vida biológica. Y hay una especie de ruptura, sobre todo en el entorno del mayo del 68, cuando se produjo una enmienda a la totalidad ante la tradición para poder ser libres, en un proceso de emancipación de todo lo que nos viene dado. Así, el hombre se reinventa, como un papel en blanco”.

Frente a esto, José Luis Restán reivindicó el papel de la tradición como “algo vivo, no fosilizado ni mecánico, pero hay algo que se va comunicando”. En aquel momento de nuestra historia reciente “se rompió con la paternidad, porque se pensó que acababa con la libertad de la persona, y por eso hoy cuesta entender que Dios es Padre. Esto ha provocado una fractura de la que no nos hemos recuperado”.

En la Iglesia “también experimentamos esta emergencia educativa, la dificultad para educar la fe como conciencia, como experiencia humana, como algo que genera personalidades adultas y no simplemente un fervor adolescente, valores o sentimientos”. De hecho, afirmó, “para decir que hay que ser bueno no necesitamos estar en la Iglesia; eso es para todos los hombres. Otra cosa es que la fe cristiana me ponga en mejores condiciones de ser bueno, si Dios quiere y yo me dejo. Eso lo vemos en los novios que se preparan para el matrimonio, en los chavales de confirmación… pero esto viene dado también por la debilidad del sujeto educativo, no sólo del destinatario”.

Causas de la emergencia educativa

Para entender este fenómeno, Benedicto XVI alude a un punto clave: “la duda sobre el significado y el valor de la persona, sobre su origen y su sentido. Existe una duda sobre que la vida sea un bien y merezca la pena. La percepción cristiana elemental, la que han tenido siempre los pobres de la Iglesia, es que la vida es un bien, y va hacia un destino bueno, que es Dios, y que tener hijos es un bien, y que querer a una persona es un bien. Ahora esto no está claro: se usa a la persona mientras sea placentera, y después cortar y seguir. Éste es el ambiente que respiramos; no sólo se respira aire, sino también cultura, mentalidad, casi sin darnos cuenta”.

En el fondo, dijo el ponente, “¿qué es educar? Decirle a un hijo que la vida es un bien, que no te va a defraudar, que existe un destino bueno. Sin esta hipótesis de esperanza no se puede educar, sólo enseñar cosas. La educación es responder a las grandes cuestiones del sentido. Cuando se descartan estas preguntas del sistema educativo, éste se queda en un manual de instrucciones. Hace falta una hipótesis de sentido”.

Hoy, sin embargo, “hay un escepticismo sobre la bondad de su vida. En la raíz de la crisis de la educación hay una crisis de confianza en la vida, según Benedicto XVI. En el cine, en el arte, se percibe esta desesperanza, y no permite transmitir la bondad de la vida, la confianza en ella. La educación consiste en la pregunta por la verdad que puede guiar la vida. Para no ser simples vagabundos en la niebla, sino que tengamos una certeza en la vida, de que es un bien. Si no, tenemos que ir a tientas”.

Silencio sobre el sentido y el drama de la libertad

Hoy, continuó diciendo Restán, “hay un gran silencio en la educación sobre las grandes preguntas del sentido de la vida. Renunciar a una hipótesis de sentido es la muerte de toda educación, que se convierte sólo en orden y algunas habilidades para encontrar trabajo”.

La educación “pasa por la libertad, y esto es dramático. Hoy muchas veces no se educa porque tenemos miedo a la libertad del sujeto que tenemos delante. El Papa dijo ayer [por la catequesis en la audiencia del miércoles 30] que el modo de ser omnipotente de Dios fue crear la libertad del hombre, renunciando así Dios a una parte de su poder, creando al hombre libre y esperando de él una respuesta y un amor libre. Éste es el misterio más grande, Dios es la razón que es amor, y que sólo se entiende mirando a la cruz”.

“Pero cuando educamos no queremos afrontar que nuestro alumno, hijo, oyente… nos partan la cara por lo que les proponemos. Y por eso ya no les proponemos nada. ¿Para qué va a jugarse el tipo el profesor con sus alumnos, si lo van a rechazar?”, afirmó. Esto pasa también en la comunicación de la fe, que “no es algo automático. El destinatario tiene que hacer suyo ese contenido que se transmite. Por eso el punto de la libertad es fundamental. La educación es el encuentro de dos libertades. Si no hay una verificación por parte de la persona, al final la educación es como un barniz que se va con el tiempo”.

Amar al otro para poder educar

Sin un amor por el otro, tampoco se educa. Restán dijo que esto se ve con claridad en la película Los chicos del coro: “el profesor aparentemente gris, mediocre y fracasado que acaba en un triste internado de provincias de la Francia de la posguerra consigue educar a los niños, porque los quiere. No los quiere porque son majos, de hecho son insoportables. Pero él los ama, los mira y ve el valor de la persona, mirando más allá de su apariencia sus corazones, un corazón hecho para el infinito. Si falta este punto, no se educa”.

Y en este momento el adjunto a la presidencia de COPE recordó al santo del día, Juan Bosco, que decía que “la educación es cosa del corazón, y sólo Dios es su dueño”. Tiene que partir “de un amor al otro, de la conciencia de que el otro es un bien. Y eso no es sólo cosa de profesores y padres, sino también de los periodistas, por la fuerza brutal que tienen los medios, tanto para educar como para deseducar. Si a mí, al comunicar, mis destinatarios no me importan un pimiento, no llego a ellos. La educación sólo puede nacer del amor y del dolor: del amor que hemos encontrado, y del dolor que nos produce que los otros no hayan encontrado a Jesucristo”.


La centralidad del testimonio

El ponente pasó a reflexionar sobre una cuestión vital en este tema: “el educador es un testigo de la verdad que propone. Benedicto XVI, cuando habla, nunca percibes una distancia entre su persona, la de un hombre de 84 años cansado, y lo que dice. Siempre percibes que el vínculo entre él y lo que dice está vivo, en el modo en que lo dice, cómo se pone en juego él al hablar. Uno puede estar diciendo cosas que son verdad, pero con una distancia entre la propia persona y lo que dice. En el testigo no hay esa distancia, porque transmite su propia experiencia, su propia certeza. Cuando el maestro del coro de la película enseña a los niños de la película, no les transmite sólo música, sino en el fondo de que la vida es un bien, la vida se expresa en el canto y el canto es bello. Aquel maestro era un testigo”.

El testigo “habla de sí mismo, pero remite siempre a otra cosa. Y eso es siempre claro en la fe. San Pablo decía: miradme a mí, pero para ver en mí la obra de Cristo, no lo que yo con mi carne hubiera hecho (perseguir a los cristianos), sino lo que ha pasado después del encuentro con Alguien que ha cambiado mi forma de percibir la realidad. San Juan Bosco, en la Turín del siglo XIX, logró hacer la nueva evangelización, porque le dijo a los chicos de la calle: tu vida vale”.

El testigo, el maestro, el padre, el sacerdote… “tiene que estar dispuesto a pagar el precio de esta comunicación. Educar es un riesgo, como dijo un maestro. Pero Dios ha querido correr este riesgo, el riesgo de que le digamos que no”.

La pedagogía del deseo

José Luis Restán señaló la denominada pedagogía del deseo como un apunte de máxima actualidad en la emergencia educativa: “el Papa ha dedicado una catequesis entera al deseo como lo que constituye la entraña del hombre. El hombre está insatisfecho, tiene sed de más, de amor, de belleza, de justicia… a veces consigue aquello que busca, pero ve entonces que es insuficiente”.

Esta fuerza del deseo es positiva para el Papa, es un cauce educativo buenísimo. “Hay que ir hasta el fondo de este deseo, no hay que sofocarlo, sino descubrir que es un deseo que lleva al Infinito. Éste es un recorrido a cuyo encuentro sale la propuesta cristiana. Así fue el encuentro de Jesús con la samaritana junto al pozo, que fue un puro encuentro educativo. Jesús sale al paso de su deseo, no le reprocha. Le dice: lo que tú deseas, lo que has buscado, soy yo quien lo sacia”.

Esto es un punto esencial en la educación, sobre todo en los jóvenes, según afirmó el ponente. Por un lado, está la cuestión de la razón: “no podemos educar en una fe que tenga miedo de la razón, que sea puro sentimiento y devoción. La fe es el conocimiento profundo de la realidad, nos da la clave y el criterio para entender la vida y todo lo que hay. Si los jóvenes, y todos, no perciben que la fe se traduce en una inteligencia de la realidad, que yo entiendo mejor cómo se vive, por qué se vive… la fe termina convirtiéndose en un florero”.

El segundo aspecto es la afectividad, “que es como Waterloo, la batalla final en la que se pierde la guerra. Ha calado en nuestra sociedad la percepción de que la fe es enemiga de la felicidad del hombre y de nuestra libertad. Si esta sospecha se le cuela a un chico y no tenemos la capacidad de hacerle experimentar que vivir la fe en la Iglesia es lo más humanizador, la batalla está perdida”. Por eso ocurre que “aunque aprendan muy bien el catecismo, cuando llega el momento del noviazgo, del trabajo, del compromiso social… la fe pasa a ser un bonito recuerdo de la infancia y de la juventud en el mejor de los casos”.

Lo que distingue una comunidad que educa es que “los chavales crecen con esta conciencia de que la fe es amiga de lo humano; mejor, es la que salva lo humano. ¿No decimos que Jesús es salvador? No sólo cuando muramos, sino aquí y ahora. Y si no hay conciencia de esto, la educación en la fe está coja”.

Conviene vivir la fe

Es preciso que los que se educan verifiquen que es conveniente vivir la fe: “sí, te conviene vivir la fe, es bueno para ti vivir la relación con Cristo en su Iglesia, escuchar su palabra, celebrar los sacramentos, vivir la caridad, escuchar a los sucesores de los apóstoles… Si esto se hace bien, hace que tu vida vuele, que no se arrastre. Hace que tu vida afronte la enfermedad, el paro, el amor, la construcción de la sociedad”.

José Luis Restán concluyó su conferencia afirmando que este Año de la Fe “el Papa quiere que sea un gran acto educativo… Si hacemos grandes actos pero no se transforma en una herramienta educativa, en una continuidad en el tiempo a través de un acompañamiento, de una comunidad, de un testimonio adulto… no habrá servido”. Y esto “es una tarea para todos, que nace del gozo que hemos vivido, al experimentar que Jesucristo es el tesoro de la vida. Y así, aunque fracasemos, no importa. Importa el corazón, este impulso”.

Álbum fotográfico de la conferencia: http://bit.ly/WGcPxZ

miércoles, 30 de enero de 2013

Eloy Bueno: “tenemos que descubrir la fe como alegría”


Con la inauguración por parte del obispo y con la ponencia sobre la nueva evangelización a cargo del teólogo zamorano Eloy Bueno de la Fuente, han comenzado hoy las XI Jornadas Diocesanas de Zamora, que abordan el cincuentenario del Concilio Vaticano II y que concluirán el viernes 1.

Zamora, 30/01/13. Esta tarde han comenzado las XI Jornadas Diocesanas de Zamora, que bajo el título “A los 50 años” abordarán hasta el próximo viernes 1 de febrero la importancia que ha supuesto para la Iglesia el Concilio Vaticano II, en su cincuentenario, y la llamada a la nueva evangelización.

Inauguración por parte del obispo

Con el salón de actos del Seminario San Atilano lleno, tras la oración inicial, tuvo lugar la inauguración, presidida por el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, que destacó que en el contexto del Año de la Fe “nuestra fe debe quedar fortalecida con estos encuentros, y nuestra misión quede renovada”. E invitó a los asistentes a “compartir de manera explícita nuestra fe, recitando juntos el Credo”.

Después de la inauguración fue el turno de presentar al ponente, tarea que realizó Fernando Toribio, vicario de Pastoral y organizador de las Jornadas. Esta primera conferencia, titulada “Una nueva evangelización”, estuvo a cargo de Eloy Bueno de la Fuente, natural de Casaseca de Campeán y sacerdote diocesano de Burgos, en cuya sede de la Facultad de Teología del Norte de España es catedrático.

Estudió en la Facultad de Teología de Burgos, en la Universidad Urbaniana de Roma y en la Universidad Complutense de Madrid, de donde ha obtenido sus grados de Doctor en Misionología y en Filosofía. Es el director del Instituto de Misionología y Animación Misionera de Burgos, Diócesis en la que ha desempeñado otros cargos. Asesor de la Comisión Episcopal de Misiones, es autor de varios libros (el último, sobre la cristianofobia) y de más de cien artículos de investigación.

La evangelización, en el corazón de la Iglesia

El teólogo inició definiendo la nueva evangelización como “un proyecto pastoral para toda la Iglesia, que tiene como objetivo situar la evangelización en el corazón de la fe”. Es algo que conduce un poco más allá del Concilio Vaticano II: “tenemos que descubrir a la Iglesia brotando de la labor evangelizadora que realizamos”.

En el último siglo, explicó Eloy Bueno, “se ha ido produciendo un reajuste en las relaciones entre la Iglesia y la sociedad, entre el cristianismo y la cultura”, saliendo de una situación de cristiandad, y produciéndose una distancia creciente, por lo que “la presencia de la Iglesia ha de irse amoldando a las diversas circunstancias”.

En este contexto, el Concilio Vaticano II representó la salida del período de cristiandad, y el teólogo Yves Congar resumió así la novedad del Concilio: la Iglesia comenzó a preocuparse por los otros, los no creyentes o los miembros de otras confesiones cristianas y religiones. “La Iglesia y los cristianos tienen que descubrirse en medio de los otros, que no lo son, y tiene que definir una actitud ante ellos”, afirmó el ponente. Si Dios se ha acercado a los hombres como amigo, la Iglesia tiene que salir al encuentro de la humanidad como amiga, haciendo que los demás puedan “descubrir el sabor a evangelio”.

Un mundo nuevo

Pero el Concilio Vaticano II se acabó, y el mundo de los años 60 también se acabó. Ahora vivimos tiempos nuevos en los que es común “la cristianofobia, el odio al cristianismo, que según algunos es una desgracia para la humanidad”. Benedicto XVI ha respondido a este fenómeno cultural, y así, destacó Bueno, hay que entender que el primer nombre propio que aparece en la primera encíclica de este Papa sea Nietzsche, el autor que expresa de forma más directa la crítica a la fe cristiana. Y la respuesta a su acusación de haber pervertido el amor es la encíclica. Por eso “hay que ir a la hondura de las cuestiones, recogiendo la sensibilidad del momento presente, pero ofreciendo una respuesta desde el sabor a evangelio”.

Eloy Bueno destacó la importancia de la exhortación Evangelii nuntiandi, de Pablo VI, publicada unos años después del Concilio, y donde se dice que “la Iglesia existe para evangelizar”, y que “evangelizar es el gozo y la dicha de la Iglesia”. Se da el avance de poner la evangelización en el centro de la vida de la Iglesia y en la existencia cristiana, con la conciencia de que el mundo va cambiando y de que la relación entre fe y cultura se hace más difícil.

Todo esto se recoge en la llamada de Juan Pablo II a una nueva evangelización, teniendo en cuenta lo que él denominaba “la cultura adveniente, lo que está viniendo”. En 1979 fue la primera vez que utilizó la expresión “nueva evangelización”, en un barrio nuevo de Cracovia que se había construido sin referencias al cristianismo. “Se trata de una cultura que quiere prescindir del cristianismo, y ahí los cristianos tienen que poner los signos del evangelio”.

“Todo el pontificado de Juan Pablo II estuvo marcado por esta idea de una nueva evangelización”, señaló el ponente, y este Papa lo planteó a nivel mundial, porque la cultura nueva es mundial, y también lo son los desafíos. Benedicto XVI retomó esta idea, heredando lo que habían sido algunas de sus convicciones teológicas previas a su acceso al papado.

Benedicto XVI y la alegría de creer

Entre otras cosas, el pontífice actual ha creado un Consejo Pontificio dedicado explícitamente a la nueva evangelización, y convocó para el año 2012 un Sínodo de los obispos. En el documento previo a la celebración de la asamblea, los Lineamenta, se observan cosas importantes y radicales: la nueva evangelización afecta no sólo a los de fuera, “sino a cada comunidad cristiana y a cada creyente, para ver si están preparados para estar en los nuevos escenarios culturales”.

“¿Hemos experimentado el sabor a evangelio para poder ofrecérselo a los que se encuentran en esos escenarios?”, se cuestionó Eloy Bueno. Por ello hay que preguntarse qué tipo de Iglesia y de cristiano exigen los tiempos. Ante esto, los Lineamenta dan dos respuestas: “en primer lugar, hoy hace falta una nueva acción misionera; en segundo lugar, para afrontarla hace falta ante todo redescubrir la alegría de la fe, o la fe como alegría”.

Al final del documento preparatorio del último Sínodo se decía que “la nueva acción misionera no es posible más que desde la alegría de la fe, desde haber experimentado un amor tan grande, que me llega en mi pequeñez y me abre un horizonte nuevo de esperanza”, tal como resumió el ponente. “Si no hay alegría, no hay fe, no hay sabor a evangelio”, y esto se descubre en el encuentro de los discípulos con Cristo resucitado. En su Ascensión, los discípulos se vuelven a casa con alegría, porque Jesús se va bendiciendo, y ésta es la razón de la alegría cristiana, según lo ha explicado Joseph Ratzinger en su obra Jesús de Nazaret.

¿Qué tiene que hacer la Iglesia hoy?

Eloy Bueno señaló, para concluir su ponencia, tres líneas fundamentales que deben ser recorridas y profundizadas por los cristianos. En primer lugar, “que la Iglesia sea un signo creíble por su dimensión fraterna y solidaria, y por eso tenemos que ser una modalidad de relaciones humanas peculiares, por nuestras relaciones y nuestra acogida, siendo capaces de superar tantas divisiones humanas y de ser servidores”. La unidad tiene que hacerse realidad en la carne de nuestro mundo.

En segundo lugar está “la centralidad del primer anuncio, que parece el eslabón perdido de nuestra vida eclesial. Nos cuesta y no sabemos muy bien hacerlo”. Sin embargo, es el primer encuentro que uno tiene con aquel que está lejos de la fe. “¿Cómo puedo hacerle yo percibir el sabor a evangelio? ¿Con malas caras, con amargura, con rechazo? Esto se realiza en la vida más cotidiana, en el encuentro interpersonal. Hay mucha gente que necesita ser escuchada, y hay gente que sabe escuchar, acompañar y ofrecer una respuesta”, afirmó.

La última pista, siguiendo lo que se habló en el Sínodo, es la convicción de que “estamos en una situación muy semejante a la de los orígenes del cristianismo. ¿Por qué aquel pequeño grupo se extendió tan rápidamente? En primer lugar, por la proclamación de un Dios único, que garantiza la dignidad e igualdad de todos los seres humanos, sus hijos. Segunda razón: en aquel momento con un horizonte negro, los cristianos supieron ofrecer un horizonte de esperanza. Y la tercera: la caridad cristiana, el testimonio en favor de los más desfavorecidos, acogiendo a todos los necesitados”.

Eloy Bueno concluyó su conferencia afirmando que “podríamos decir que cuando alguien ha experimentado el sabor a evangelio porque alguien me ha amado desde antes y desde el principio, esta alegría de la fe da lugar también a la esperanza y el amor”

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El álbum fotográfico de la conferencia está en: http://bit.ly/Wg0YYb

domingo, 27 de enero de 2013

Las XI Jornadas Diocesanas abordan el Concilio Vaticano II


Del 30 de enero al 1 de febrero el Seminario San Atilano acogerá las XI Jornadas Diocesanas de Zamora, que reunirán a tres expertos para hablar sobre el Concilio Vaticano II, en su cincuentenario, y sobre la nueva evangelización: el teólogo Eloy Bueno de la Fuente, el periodista José Luis Restán y el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco.

Zamora, 27/01/13. La próxima semana se celebrarán las XI Jornadas Diocesanas de Zamora, que este año tendrán como tema “A los 50 años”. En el contexto del Año de la Fe, en el que la Iglesia universal conmemora el cincuentenario del Concilio Vaticano II y el vigésimo aniversario del nuevo Catecismo, la Diócesis de Zamora ha programado sus Jornadas anuales fijándose en esta importante efeméride.

Acudirán a la capital tres ponentes para abordar diversos temas en torno al Concilio y al desafío actual de la nueva evangelización. La sede de las Jornadas será el salón de actos del Seminario San Atilano – Casa de la Iglesia, y tendrán lugar del miércoles 30 de enero al viernes 1 de febrero a las 20 horas. La entrada será libre hasta completar el aforo.

El miércoles 30 inaugurará las Jornadas el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, y a continuación intervendrá el primero de los ponentes, el teólogo zamorano Eloy Bueno de la Fuente, con una conferencia titulada “Una nueva evangelización”. Eloy Bueno, natural de Casaseca de Campeán, es catedrático de Teología en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos) y autor de numerosos libros y artículos.

El jueves 31 será el turno del periodista José Luis Restán Martínez, adjunto a la presidencia de la cadena COPE, cuya ponencia lleva el título “Emergencia educativa y nueva evangelización”. Restán dirige actualmente en COPE los programas “El Espejo” y “La linterna de la Iglesia”.

Por último, el viernes 1 de febrero el ponente será Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo, y disertará sobre la “Imagen de la Iglesia en el mundo desde la Gaudium et spes”, acercándose a esta constitución pastoral del Concilio Vaticano II.

lunes, 21 de enero de 2013

La Delegación de Misiones de Zamora estrena un blog


El próximo domingo 27 de enero es la jornada de la Infancia Misionera, uno de los días principales de las Obras Misionales Pontificias. En Zamora, además de la campaña de sensibilización, la colecta y la proyección de una película infantil, se estrena el blog de la Delegación Diocesana de Misiones.

Zamora, 21/01/13. Con el lema “Con los niños de Europa... acogemos a todos como Jesús”, el próximo domingo 27 se celebra la jornada de la Infancia Misionera. Como todos los años, el cuarto domingo de enero es la fecha elegida en España por las Obras Misionales Pontificias (OMP) para sensibilizar sobre la importancia de la actividad misionera de la Iglesia a los más pequeños.

Cine para niños

En Zamora, a través de la Delegación Diocesana de Misiones, que integra las OMP, se ha enviado a las parroquias y centros educativos diverso material informativo y pedagógico para trabajar en las actividades de catequesis y en la clase de Religión.

Además, el próximo sábado 26 se proyectará en los Cines Valderaduey de la capital la película de animación Amigos para siempre, en dos pases de 11 y de 12,30 horas. Las entradas pueden adquirirse durante esta semana en el Seminario San Atilano – Casa de la Iglesia, y lo recaudado se unirá a lo que se obtenga en la colecta del domingo en las parroquias para enviar a las misiones.

Un blog para mejorar la comunicación

Las OMP están haciendo un esfuerzo por multiplicar la comunicación sobre las misiones, y por eso, coincidiendo con la campaña de la Infancia Misionera, la Delegación Diocesana de Misiones de Zamora acaba de abrir un blog: http://misioneszamora.blogspot.com.es/, uniéndose así a otras muchas Diócesis que han puesto en marcha iniciativas semejantes en Internet.

En el blog ya se han colgado las noticias más recientes relativas a las actividades de sensibilización misionera en la Diócesis, como la información sobre esta jornada de la Infancia Misionera o las operaciones “Sembradores de estrellas” celebradas el pasado mes de diciembre en Zamora y en Toro, incluyendo fotografías y testimonios de los niños participantes.

Una jornada con solera

Tal como informa la publicación diocesana Iglesia en Zamora que se ha repartido en las parroquias el domingo 20, la Infancia Misionera es una institución de la Iglesia universal que tiene como objetivo principal promover la ayuda recíproca entre los niños del mundo. Nació en el año 1843, por iniciativa del obispo francés Forbin-Janson, que invitó a los niños de su Diócesis a colaborar con los niños de China. La Reina Isabel II la inició en España en 1852. Su hija mayor, la Infanta Isabel, fue la primera niña española de Infancia Misionera.

Los primeros colaboradores de Infancia Misionera son los niños, que rezan por los otros niños de los territorios de misión y les entregan generosamente sus donativos. A través de ellos lo hacen también sus padres y familiares, sus educadores y tutores, y quienes se sienten solidarios con los más pequeños.

En todo el territorio nacional la OMP de la Infancia Misionera recaudó 2.752.912 euros. En Zamora, donde esta jornada se centra más en la sensibilización que en la recogida de fondos, la colecta de la Infancia Misionera de 2012 obtuvo unos 5.000 euros. Un montante económico que servirá para atender la actividad misionera con los niños en los 1.103 territorios de misión.