viernes, 10 de diciembre de 2010

El Papa aprueba la beatificación de un franciscano de La Hiniesta, mártir de 1936


El papa Benedicto XVI ha aprobado los decretos de reconocimiento de martirio de cuatro franciscanos asesinados en Murcia en 1936, el primero de los cuales es el siervo de Dios Antonio Faúndez López, nacido en La Hiniesta en 1907.

Zamora, 11/12/10. El papa Benedicto XVI aprobó ayer los decretos de reconocimiento de milagro, martirio y virtudes heroicas, de un beato y 15 siervos de Dios, tras la audiencia concedida al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato. Entre ellos hay ocho españoles, de los cuales cuatro franciscanos martirizados en Murcia y dos sacerdotes diocesanos en Barbastro-Monzón, y dos religiosas. Entre los franciscanos de Murcia se encuentra el siervo de Dios Antonio Faúndez López (de nombre religioso, ya que su nombre de pila era Miguel), nacido en La Hiniesta en 1907, sacerdote de la Orden de los Frailes Menores.

En el grupo del religioso zamorano se encuentran también los siervos de Dios Buenaventura (en el siglo Baltasar Mariano Muñoz Martínez), nacido en Santa Cruz (1912), clérigo de la Orden de los Frailes Menores, además de Pedro Sanchez Barba, nacido en Llano de Brujas (1895) y Fulgencio Martínez García, nacido en Ribera de Molina (1911), ambos párrocos, sacerdotes de la Tercera Orden Seglar de San Francisco de Asís.

Biografía del siervo de Dios

Miguel Faúndez López nació en La Hiniesta el 23 de julio de 1907, penúltimo de seis hermanos. Sus padres eran Jorge Faúndez y Eugenia López. Dos días después, fue bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Real de la misma localidad. En 1916 recibió el sacramento de la confirmación en la misma parroquia.

En 1919 ingresó en el Colegio Franciscano de Cehegín (Murcia), donde cursó las Humanidades. En 1923 comenzó el noviciado en el Convento de Santa Ana del Monte de Jumilla, y profesó la Regla franciscana en Murcia al año siguiente. En el Convento de Santa Ana de Orihuela (Alicante) hizo sus estudios de Filosofía y Teología, entre 1924 y 1931.

El 15 de agosto de 1928 hizo la profesión de votos perpetuos, y el 8 de febrero de 1931 fue ordenado sacerdote en Orihuela. De 1933 a 1936 fue profesor en el Colegio Franciscano de Cehegín, y director de la Juventud Antoniana. Además, se lo recuerda como poeta.

El 11 de marzo de 1936 fue expulsado de Cehegín, y permaneció varios días en la cárcel. Después se refugió en su casa familiar, y de allí volvió al Convento de las Huertas de Lorca. En el mes de julio sale de allí unos días, y en la madrugada del día 27 marcha hasta Murcia con otros religiosos, refugiándose en una casa amiga de la localidad de Bullas.

En Bullas fue detenido y golpeado por los milicianos. Se recuerda que en el momento de su fusilamiento a las afueras de la población, en el atardecer del 11 de septiembre de 1936, exclamó “Viva Cristo Rey” y “Viva la Virgen del Rosario”. En 1941 el Gobierno Civil de Murcia dio la licencia para el traslado de los restos mortales de Bullas al cementerio de Cehegín.

En Murcia se inició el proceso informativo diocesano sobre su vida, virtudes y martirio en 1963. En 1992, la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos (el dicasterio vaticano dedicado a los procesos de beatificación y canonización) emitió el decreto sobre la validez del proceso diocesano, y en 1997 se presentó a dicha Congregación la Positio super martyrio.

En estos meses pasados tuvo lugar la última fase previa a la aprobación de la beatificación, según explica el padre Víctor Sánchez Gil, vicepostulador de la causa de beatificación de los mártires franciscanos de Murcia. La comisión correspondiente de teólogos designados por la Santa Sede declararon que nada obsta desde el punto de vista teológico a la causa que encabeza precisamente el mártir zamorano, y los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos declararon unánimemente que podía procederse a la autorización papal, cosa que se hizo ayer mismo, en la espera de que Benedicto XVI autorice la publicación del proceso sobre el martirio, cosa que ocurrirá seguramente en los próximos días. Se desconoce aún dónde y cuándo se celebrará la ceremonia de beatificación.

El domingo se celebra el Día de los Misioneros Zamoranos


El próximo domingo 12 de diciembre la Diócesis de Zamora celebra el Día de los Misioneros Zamoranos, recordando con la oración y con una colecta a los 200 misioneros procedentes de la Diócesis que trabajan actualmente en África, América y Asia.

Zamora, 10/12/10. El próximo domingo 12 de diciembre se celebra en nuestra Diócesis el Día de los Misioneros Zamoranos. Organizado por la Delegación Diocesana de Misiones, tiene como objetivo el recuerdo concreto de los sacerdotes, religiosos y laicos zamoranos que están empeñados en muy distintos lugares en la evangelización y la promoción humana.

La Diócesis de Zamora tiene establecido el segundo domingo de diciembre como el Día de los Misioneros Zamoranos, una jornada en la que se tiene especialmente presentes a los misioneros en la eucaristía de las parroquias y se realiza una colecta extraordinaria. Como señala el delegado diocesano de Misiones, Luis Zurrón, en una misiva a las comunidades cristianas de Zamora, este día “nos invita a todos a valorar la magnífica labor de nuestros misioneros”.

Según explica el delegado, actualmente hay 200 misioneros procedentes de la Diócesis de Zamora (cuyo número aumenta si miramos a la provincia, por la parte que corresponde a la Diócesis de Astorga), y que sirven a la Iglesia en África, América y Asia, entregando su vida entera.

Para Luis Zurrón, “tener un recuerdo para nuestros misioneros en nuestras celebraciones parroquiales, en estos días de la Navidad, es sentir y hacerles sentir el calor de la fe que nos une y que a ellos les empuja a lugares tan distantes y a veces tan difíciles a mantenerse animosos y cercanos a las gentes con las que trabajan y arropados por el calor del terruño y de las comunidades que les dieron la vida y la fe que ellos anuncian”.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Los inmigrantes hispanos de Zamora celebran a la Virgen de Guadalupe


El próximo domingo 12 de diciembre la iglesia de San Vicente acogerá la fiesta diocesana de los hispanos, en la que los fieles católicos procedentes de Hispanoamérica podrán unirse para celebrar la fiesta de la Virgen de Guadalupe. La eucaristía comenzará a las 20 horas.

Zamora, 9/12/10. La Diócesis de Zamora se dispone a celebrar, el próximo domingo 12, la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, como fiesta de la comunidad hispana en Zamora. Según las estimaciones del programa de Inmigración de Caritas Diocesana, contamos con unos 3.000 hispanoamericanos, originarios de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Santo Domingo y otros países sudamericanos.

La fiesta consistirá en la celebración de la eucaristía, a las 20 horas en la iglesia parroquial de San Vicente de la capital. La celebración ha sido organizada por la Delegación Diocesana de Religiosidad Popular. Es la segunda vez que se realiza, habiéndose empezado el año pasado, y después de haber celebrado también el día de la Virgen del Pilar este mismo año.

Una importante comunidad que, como todos los inmigrantes, experimenta las dificultades de la adaptación a la cultura y valores de una sociedad hermana pero distinta. Según indica el organizador de esta actividad, Javier Fresno, delegado diocesano de Religiosidad Popular, “ante una sociedad española que avanza hacia el laicismo, la comunidad hispana hunde sus raíces en un catolicismo profundo donde la fe sencilla y fervorosa, la familia, las manifestaciones públicas de piedad, todo eso, son parte de su vida diaria. Pero estos valores, llanos y hondos, corren también el riesgo de difuminarse en medio del secularismo dominante en occidente”.

La Iglesia española ha descubierto que la integración de los católicos extranjeros en las comunidades, especialmente hispanoamericanos, que desde su llegada son miembros de ellas de pleno derecho, supone un fortalecimiento y un enriquecimiento. Así lo han manifestado muchos obispos y documentos del episcopado español.

“Y no sólo por la juventud que suelen traer a unas comunidades generalmente en proceso de envejecimiento, sino por la hondura de su fe, por la riqueza y variedad de sus expresiones y tradiciones, el dinamismo que pueden aportar a nuestras celebraciones litúrgicas, a la catequesis, el apostolado y la acción social, etc.”, como recuerda Javier Fresno.

La celebración de la Virgen de Guadalupe, en el aniversario de su aparición, corresponde al deseo de honrar a la Madre común, invocada por toda la América Hispana. La Madre de Dios, apenas diez años después de la conquista de México, se hace presente al indio Juan Diego en el cerro Tepeyac, y en él a todos hijos del nuevo continente, para mostrar todo su “amor y compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre”.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Diócesis de Zamora celebra la Inmaculada Concepción de María


El Diócesis de Zamora celebra esta semana la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y lo hace en el año en que se cumplen 250 años de su proclamación como patrona de España.

Zamora, 5/12/10. La iglesia parroquial de San Torcuato acogerá el próximo martes 7 de diciembre la Vigilia de la Inmaculada, que como viene siendo tradicional, se celebrará a las 21 horas, presidida por el obispo. Al día siguiente, Gregorio Martínez Sacristán presidirá la eucaristía solemne en la Catedral a las 13 horas.

Por otro lado, la localidad de Villalpando se une a los pueblos cercanos, un año más, para celebrar con solemnidad el voto inmaculista hecho en 1466, el primero de estas características en todo el mundo. Con este motivo, se está celebrando una novena en la iglesia de San Nicolás, en el Convento de las Clarisas y en la Residencia de Ancianos.

El martes 7 los niños harán su ofrenda floral ante la imagen de la Inmaculada, en la iglesia de San Nicolás a las 17,30 horas, momento en el que también se impondrán las medallas a las nuevas Hijas de María. En un día tradicional de ayuno y abstinencia en la tierra villalpandina, los fieles acudirán a las 22,30 horas a la Vigilia de oración mariana en el mismo templo.

El miércoles 8, día de la solemnidad, habrá una misa a las 10 horas en la Residencia de Ancianos, y a las 12 horas tendrá lugar la misa solemne en la iglesia de San Nicolás, además del “Retablo Inmaculista” y la procesión. Este año hace la ofrenda la localidad de Villanueva del Campo. Terminará la jornada con la misa a las 19 horas en el Convento de las Clarisas.

Patrona de España

A propuesta unánime de las Cortes Generales Españolas, el rey Carlos III solicitó a la Santa Sede que la Inmaculada Concepción de María fuera proclamada Patrona de España. A esta petición, el 8 de noviembre de 1760 el papa Clemente XIII firmó un Decreto proclamando a la Inmaculada como Patrona de España. Más tarde, el 25 de diciembre de 1760 presentó la bula Quantum Ornamenti en la que de manera solemne ratificaba esta proclamación.

El 16 de enero de 1761 el rey Carlos III firmaba un Decreto-Ley por el que proclamaba patrona de todos sus Reinos “a esta Señora en el misterio de su Inmaculada Concepción”. Esta disposición de Ley lleva por título “Universal Patronato de Nuestra Señora en la Inmaculada Concepción en todos los Reinos de España e Indias”.

Anteriormente los obispos de las diócesis españolas y los teólogos de las viejas universidades de Salamanca, Alcalá de Henares, Granada, Zaragoza, Valladolid y Valencia defendieron y festejaron la Concepción Inmaculada de María como dogma de la fe cristiana. También, a instancias de Carlos III, concedió Su Santidad que en las letanías de la Virgen se añadiese a continuación de la invocación “Mater intemerata” la de “Mater inmaculata” (14-III-1767).

Cuando el 19 de septiembre de 1771 se instituyó la Real y distinguida Orden de Carlos III, se puso bajo la protección de María Santísima en su misterio de la Inmaculada Concepción, declarándola patrona de la Orden. Y conociendo que los graduados en Teología por la Universidad de Ávila no hacían de forma explícita el juramento inmaculista al tiempo de conferirles los grados académicos, ordenó “que todos los que recibieren grados en las Universidades literarias de estos mis reinos, o los incorporasen, hagan juramento de defender el Misterio de la Inmaculada Concepción, en la misma forma que se hace en las universidades de Salamanca, Valladolid y Alcalá”.

El 8 de diciembre de 1854, Pío IX en la Carta Apostólica Ineffabilis Deus proclama el Dogma de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen. Cuatro años después, el 25 de marzo de 1858, la misma Virgen en una de sus apariciones en Lourdes a Bernardette de Soubirous, se autoproclama como la Inmaculada Concepción.

A Don Vicente (Carmelitas de Toro)


La comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro ha escrito este artículo en recuerdo del sacerdote diocesano Vicente Gullón, fallecido el pasado 21 de noviembre.

Muchos y gratos recuerdos nos ha dejado el que fuera, durante más de 16 años, nuestro confesor: amigo y hermano D. Vicente.

Como diría Santa Teresa: “plego a Su Majestad, me dé acierto en decir lo mucho que nos favoreció en vida este siervo de Dios que, aunque vaya un poco desconcertado, sirva para que los que lo leyeren alaben mucho al Señor por la obra de amor que realiza en aquellos sus siervos, llamados a su santo servicio…”. Teresa de Jesús quería para sus hijas “el trato con personas doctas y santas, que tengan letras y bondad para que la perfección en sus conventos vaya adelante… gran cosa es letras para dar en todo luz”, nos dirá en el capitulo V de su Camino de Perfección. Las que tuvimos la suerte de tratar con D. Vicente, más íntimamente sabíamos de su gran corazón e inteligencia y la verdad es que nos hemos sentido siempre agradecidas por su amistad, por tenerle y saberle cerca, particularmente en el ejercicio de su ministerio sacerdotal.

En las charlas que asiduamente nos daba como preparación al sacramento de la reconciliación, siempre reflejaba profundidad en los temas que exponía y que enlazaba con la realidad cotidiana. Nos informaba a su vez de la marcha de la Iglesia y de la sociedad con la que había que hacer camino como realidades complementarias y no antagónicas: la Biblia y el periódico siempre de la mano, entretejidos en el discurrir diario, en los que se descubre la huella, el paso del Señor. Nos citaba con frecuencia a su amigo el teólogo Andrés Torres Queiruga, con su certero análisis de las realidades presentes.

Campechano, franco, sincero, abierto y también algo tímido, con un sentido del humor que sazonaba toda conversación. No es fácil definir su rica personalidad, amigo de buenos libros, le encantaba la lectura que con frecuencia practicaba al unísono de sus paseos diarios. Le gustaba estar al día de lo que acontecía, siempre atento en captar por donde iban los signos de los tiempos. Buen escritor, apareció su pluma con cierta frecuencia en el periódico local en variados acontecimientos diocesanos y a veces, ejerciendo su función profética: llamando a las cosas por su nombre con todo respeto y verdad. Conservamos algunas de sus cartas a Hna. Mª Pilar, la que fuera nuestra decana con 91 años, fallecida hace tan solo 2 y con la que tenía sus detalles y bromas (que las demás reíamos) y a la que llamaba “su amiga predilecta”.

A lo largo de estos años y, sobre todo en su enfermedad, veíamos cómo iba madurando, cómo el Señor le iba preparando para el encuentro final. Nos contaba que, en sus muchas idas y venidas al clínico y días de ingreso, allí, unido, “atado” a la cruz de Cristo, participando de su misterio redentor, miraba al crucifijo de la habitación del hospital (más bien al lugar donde antes había estado y ahora quedaba una pequeña sombra en la pared) y en el crucificado encontraba fuerza para soportar los continuos dolores de lo que fuera una “novena” de intervenciones quirúrgicas que sólo su fuerte naturaleza y su gran ánimo pudieron resistir. Valiente hasta el final, testimonio de esperanza firme en el Crucificado y Resucitado y de ese amor por la vida, que volvía a brotar después de cada intervención, regalo del Dios de la vida, que agradecía con amplia sonrisa y renovado corazón al poderse incorporar de nuevo al cuidado de sus feligreses y a la actividad cotidiana.

En este Adviento, cuando ya su espera y su esperanza están cumplidas, resuena en nuestros oídos el himno “Rorate Coeli” propio de este tiempo; así como otros cantos con los que comenzaba sus pláticas, según el tiempo litúrgico. Recordar esa privilegiada voz que el Señor le concedió y con la que nos deleitó en numerosas ocasiones, es alabar al Dador de todo don y gracia. Seguro que ahora, unido al coro de los ángeles, en perfecta sintonía canta, alaba y glorifica al Dios uno y Trino en el que creyó y esperó, al que amó y se entregó.

Agradecemos la vida de este sacerdote, regalo del Señor a esta diócesis de Zamora mientras que confiamos a su intercesión todas sus necesidades e intenciones, especialmente las vocaciones. Que su vida entregada, como simiente depositada en el surco, fructifique en cosecha fértil de nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas para esta Iglesia local que camina en Zamora.

Gracias D. Vicente, por todo y por tanto. No te olvidamos.

Carmelitas Descalzas de Toro

Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos


NARCISO-JESÚS LORENZO

Domingo II de Adviento - Ciclo A

“En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto” (Mt 3, 1-12)

A veces tengo la impresión de que con los tiempos litúrgicos pasa como con los escaparates. Como si sólo cambiáramos de decoración y de vestuario. Es la temporada del morado, de las coronas con cuatro velas, de la sobriedad floral y de colgar algunos eslóganes que invitan a tener espereza. Así las cosas estamos ante un Adviento estético o pedagógico-moral.

El Adviento es un tiempo litúrgico, un espacio temporal de cuatro semanas preparatorias de la Navidad. Pero sobre todo, es una oportunidad para contemplar en su totalidad el entero proyecto cristiano, o dicho de otro modo: la totalidad del Historia de la Salvación, que tiene un protagonista principal que es Jesucristo. Más que un tiempo cuantitativo es un tiempo cualitativo que toca, o atraviesa el entero Año litúrgico, porque mira al pasado, a las esperanzas de Israel puestas en la llegada de un Mesías. Mira al presente, al esperado nacimiento de un Niño que cambiaría la historia y que sigue cambiando la vida de millones de seres humanos. Y que mira al futuro, a ese desenlace final de la Historia. A la «Parusía», término griego que significa dos cosas: estar presente y llegar. La presencia velada de Cristo entre los suyos y la manifestación gloriosa al final de los tiempos, cuando el recorrido de la Historia concluya. Como rezamos en el Credo: «Ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y su reino no tendrá fin».

Conviene detenernos en un hecho: frente a esta esperanza, algunas teorías, que más científicas son interpretaciones materialistas de hipótesis científicas, se empeñan en dejar sin proyecto, origen y finalidad al universo y a la «especie humana». Aún dándose de bruces con la realidad de la misma ciencia y de la misma mente humana, que no ha dejado de buscar en todo porqués y paraqués; gracias a lo cual la humanidad, la ciencia, el pensamiento y la espiritualidad han podido avanzar. Es curioso que este procedimiento sirva para todo, menos para el universo y para lo humano. Como si el primero fuera el resultado de un no se sabe qué… y lo segundo de una casual y fortuita caída de los árboles.

El Adviento es la oportunidad que nos invita a mirar la creación; sí, la creación, y la historia como un proyecto de salvación de Dios. Y para esto es necesaria una conversión. «Convertíos» dice hoy el Bautista. La conversión es algo más que un lavado de cara moral, una limpieza superficial de pecaditos, que por otro lado son siempre los mismos. Requiere un cambio de mentalidad. La superación del escepticismo egocéntrico en que nos ha instalado la cultura actual para ir en busca de la verdad. Es decir: salir al encuentro del Señor, que dice: «Yo soy la Verdad». Salir al encuentro de la Verdad es asomarse a la Historia y ver que tanto en origen, como en su conclusión está Jesucristo.

La Opinión-El Correo de Zamora, 5/12/10.

Sacar hijos de las piedras


JOSÉ ÁLVAREZ ESTEBAN

Tras la imponente relación de personajes, que ostentaban el poder en tiempos de Jesús, los evangelistas presentan a Juan el Bautista llamando al cambio y a la transformación interior, a dar frutos agradables a Dios. Andamos, ¿cómo negarlo?, necesitados de profetas como Juan que marquen otros caminos, otros rumbos; no importa de dónde vengan, si del este o del oeste, si de la política o de la religión, lo de menos será la raza… basta con que no se hayan contaminado con el virus común del sentir general o del oportunismo político, que no hayan respirado el ambiente viciado de la indiferencia.

Las cuevas y despeñaderos del Mar Muerto le enseñaron a Juan Bautista algo que a muchos nos está costando aprender, a otros muchos aceptar, que hay alguien que puede más, y está detrás, y urge preparar el corazón para el encuentro. El hijo de Isabel y Zacarías había limpiado su mente en las soledades del desierto; ¿dónde encontrar nosotros purificación?, ¿en qué contenedor desechar lo burdo, lo zafio, lo falso? Una sociedad con altos niveles de desarrollo, que aísla a tantos, necesita a Juan; una sociedad que priva a la vida y a los actos de sentido y deja a los hombres sin responsabilidad personal, necesita a Juan; una sociedad que lejos de preparar caminos y habilitar sendas está por cortarle el acceso a Dios, necesita a Juan; para desenmascarar a los que alardean de la verdad y compran afinidades, se necesita a Juan…

Curioso que un hombre que decía preparar el camino «al que puede más que él» no viera otra forma de lograrlo que dando curso legal a actitudes solidarias. Quizás eso es lo que dan a entender expresiones como las de preparar caminos, allanar senderos, enderezar e igualar, más propias de la ingeniería vial que de un manual de comportamiento. El «ande yo caliente y allá cada cual» es un nocivo planteamiento de la vida. En los momentos que vivimos estamos constatando, y no de muy buena gana, el peligro de la indiferencia, lo endeble de nuestras conquistas cuando se tambalea la Bolsa. Tiempos duros los nuestros, pero Dios en su bondad acostumbra a aparecer en los días de esterilidad. El que lo haga como un tierno infante es todo un signo y más si quien puede «sacar hijos de las piedras» es quien mandó a su Hijo a nacer bajo la piedra de una cueva. En el misterio de Belén, que estamos para celebrar, es el cielo el que está debajo de la tierra. En una oscura morada del suelo del mundo nació Jesucristo.

La Opinión-El Correo de Zamora, 5/12/10.