miércoles, 6 de febrero de 2013

Obispo de Zamora: “aún existe una gran desigualdad entre los hombres y las mujeres”


El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha escrito una carta pastoral sobre la campaña de Manos Unidas, cuyos actos se desarrollan esta semana, en torno a la colecta del domingo 10 de febrero. En su misiva, el prelado profundiza en la igual dignidad del varón y la mujer, y ensalza el trabajo por el desarrollo que lleva a cabo Manos Unidas.

Zamora, 6/02/13. En el marco de la 54ª campaña de la organización católica Manos Unidas contra el hambre y la injusticia en el mundo, en la que participa su Delegación en Zamora, el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, ha publicado una carta pastoral con el título “Comprometidos por la justicia y la igualdad”. La reproducimos íntegra a continuación.


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COMPROMETIDOS POR LA JUSTICIA Y LA IGUALDAD

CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE ZAMORA PARA LA CAMPAÑA 2013 DE MANOS UNIDAS

Muy queridos hermanos en el Señor Jesucristo:

Con la vitalidad creativa que caracteriza a Manos Unidas, esta Organización Católica para el Desarrollo se dispone a emprender una nueva Campaña anual por la que desplegar sus objetivos, inspirados del humanismo cristiano, en los que plasma la fe en Dios Creador amoroso y providente que la ha suscitado y la sustenta.

Para este año Manos Unidas ha escogido este lema: “No hay Justicia sin Igualdad”, con el cual quiere incidir en el trabajo para el establecimiento de la justicia a favor de todos los hombres, y para ello afirma que se requiere como condición indispensable el reconocimiento activo de la igualdad de mujeres y hombres.

Bien sabemos que este derecho humano fundamental, la igualdad en la dignidad de los hombres y las mujeres, incluyendo su diferencia y complementariedad, constituye una afirmación universalmente aceptada y reconocida en este tiempo, aunque esto no conlleva que efectiva y continuadamente sea promovido, custodiado y respetado. Así todavía son abundantes las actuaciones personales y los contextos sociales en los que se practican discriminaciones injustas, incluso vejatorias, contra las mujeres. Esto lo reflejan los hechos siguientes: persiste la violencia física y psicológica contra las mujeres; son discriminadas a nivel de la asistencia sanitaria y de la alimentación; no se respeta su libertad al no serles reconocida su capacidad para tomar decisiones con relación a su vida personal, familiar y profesional; respecto a la educación: dos terceras partes de las personas analfabetas del mundo son mujeres, lo cual es reflejo de la diferencia en el porcentaje de escolarización de niños y niñas en diversos lugares; o la escasa participación femenina en las responsabilidades públicas en algunas sociedades.

Por todo ello, bien podemos afirmar que existe aún una gran desigualdad entre los hombres y las mujeres con lo cual se entorpece el camino para que se avance en el anhelo de progreso que anida en todas las personas, y esto conlleva que la justicia sea todavía un bien que escasea o se vulnera en abundantes circunstancias y grupos sociales.

Conviene que conozcamos las diversas causas que provocan las desigualdades y discriminaciones hacia las mujeres, como son: la pobreza y el hambre por los desplazamientos; el analfabetismo motivado por la no escolarización de muchas niñas; las enfermedades y las carencias de atención durante la gestación y el alumbramiento de sus hijos; las diversas formas de violencia sexual hacia las mujeres por los hombres; la pervivencia del matrimonio infantil y la maternidad prematura; la dificultad para acceder a la propiedad y al crédito por parte de las mujeres; la desventaja en el acceso al trabajo remunerado y las distintas condiciones laborales respecto de los hombres; las dificultades de las mujeres que se dedican a la agricultura para recibir la información y los servicios que les ayudarían a acrecentar su producción; la persistencia de sociedades y culturas que mantienen actitudes y costumbres machistas en las que las mujeres están bajo la preponderancia de los hombres y no se les permite desarrollar una vida en libertad, ni participar con responsabilidad en la propia familia y sociedad.

Aunque este panorama sombrío no le lleva a Manos Unidas a desalentarse en su propósito firme y noble por continuar trabajando en bien de la justicia, ya que está convencida que esta desigualdad entre mujeres y hombres aún vigente, puede ser transformada en auténtica igualdad basada en la misma dignidad que ambos poseen.

Para ello esta Organización católica fija su atención en el primigenio designio de Dios, tal como nos lo revela la Sagrada Escritura: “creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó” (Gn 1, 27). A partir de esta afirmación la fe cristiana reconoce la igualdad de origen y destino del hombre y de la mujer. O sea, que todos los hombres y las mujeres están ennoblecidos por idéntica dignidad y responsabilidad, de modo que sólo fomentando, promoviendo y desplegando la igualdad en la complementariedad recíproca de los hombres y las mujeres se desarrolla el proyecto de Dios, el cual quiere y reclama la justicia para el conjunto de la humanidad.

Así, la defensa de la igualdad, la dignidad y la responsabilidad de las mujeres constituye uno de los distintivos de la extensa labor que Manos Unidas ha ido realizando, y que con esta Campaña pretende hacer hincapié, de modo que sus proyectos y acciones buscan contribuir a que se vaya avanzando en este noble objetivo.

Como una prueba de este convencido compromiso de Manos Unidas a favor de la progresiva implantación de la justicia a través de la erradicación de las desigualdades contra las mujeres nos presenta diversos proyectos con los que pretende: por un lado, concienciar a nuestra sociedad para que conozca y haga frente a estas injusticias.

Y por otro, Manos Unidas se compromete a que se lleven a cabo, entre otras muchas, estas acciones, en todas las cuales resalta su convicción de dar prioridad a la educación: En Calcuta (India) apoyando un proyecto para luchar contra el tráfico sexual y la explotación laboral que sufren mujeres y niñas de esta región que beneficiaría a unas 800 mujeres. En Honduras colaborando con un organismo diocesano en una iniciativa para la prevención de la violencia contra la mujer y el apoyo a sus víctimas, que promueve la igualdad entre hombres y mujeres, la ayuda especializada y la mediación familiar. Y en Etiopía, en una zona de escasa productividad agrícola y bajo nivel cultural, donde la mujer es víctima de diversas discriminaciones, cooperando para que la diócesis de Nekempe desarrolle un proyecto de sensibilidad sobre la igualdad y la dignidad de la mujer y desarrolle su alfabetización y su formación con vistas a la creación de cooperativas para elevar el nivel cultural y económico de las familias.

Podemos comprobar que el llamamiento a adherirnos a su Campaña que Manos Unidas nos dirige tiene firmes razones para que lo acojamos, de modo que está esperando que todos los cristianos asumamos y vivamos el mismo dinamismo que moviliza cuantos la integran y colaboran con ella: comprometerse por la justicia y la igualdad impulsados por la fe en Dios. Así, reconociendo que Dios es eternamente justo con todas sus criaturas y que nos reclama, a todos los hombres y mujeres, que implantemos la justicia sembrada por Cristo, nos sentimos comprometidos a extender la justicia con las personas a las que aún no se les permite ni se les posibilita que vivan en igualdad su dignidad humana. Por ello me atrevo a exhortaros a todos a que hagamos nuestro el compromiso de Manos Unidas, colaborando con generosidad en las diversas acciones que quiere promover entre nosotros para alcanzar sus objetivos.

+ Gregorio Martínez Sacristán
Obispo de Zamora

1 comentario:

  1. Siempre es motivo de satisfacción conocer que miembros de la jerarquía eclesiástica se suman al carro de la defensa y conquista de los derechos, igualdad y libertades de las mujeres.
    Pero no puedo despejar de mi mente, durante toda la lectura del documento, cómo es que la propia Iglesia católica no se aplica sus propias recomendaciones. ¿por qué en su seno no se produce la igualdad que predican como condición para la justicia?
    El obispo de Zamora señala algunas causas que provocan la desigualdad y la discriminación hacia las mujeres, pero se le ha olvidado incluir la falta de control que muchas mujeres padecen sobre su propia sexualidad, o la imposibilidad de disponer de agua potable y de saneamientos que las alejan de los sistemas educativos, por señalar algunas carencias.
    Pero bienvenida sea su carta pastoral, D. Gregorio Martínez Sacristán. Todo suma.
    Saludos,
    Marcos Porqueras

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