domingo, 12 de febrero de 2012

Encrucijada


MANUEL SAN MIGUEL

Según los últimos datos del INE los emigrantes que regresaron a su país en el último año han sido 400.000, mientras que son unos 60.000 los nacionales que han salido de España para buscar trabajo. Datos que contrastan con los 800.000 emigrantes que llegaron a España en el año 2000, por 3600 que traspasaron nuestras fronteras en este último año. Ciertamente se derrumbó el muro de Berlín en 1990, pero se han levantado otros muros especialmente para los emigrantes endureciendo la ley de extranjería, restringiendo la duración de los permisos de residencia. Es decir, mientras hubo trabajo no pasaba nada; ahora es lo contrario. Se trata de una doble moral según los intereses, porque aquellos trabajaban en lo que no querían los nacionales. Pero vayamos a las causas de estas realidades.

En estos días Manos Unidas sigue denunciando y actuando. También Benedicto XVI, que en su reciente discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede dijo el 9 de enero pasado: «La crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar encauzar las partes individuales o las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad».

La economía de mercado no puede ser libre y competitiva sino solidaria y responsable. Basta un ejemplo: en los países de Asia y América Latina la especulación con la compra de cereales para convertirlo en combustible ha incrementado el precio de los mismos hasta en un 150% en los mercados internacionales. Por lo tanto, el hambre no está causada por los tópicos habituales de la falta de lluvias o por la superpoblación. Son los conflictos olvidados que no se denuncian por la hipocresía de un mundo desarrollado que, por miedo, recorta la ayuda a los más pobres.

Cuando nos toca de cerca el problema, ¿empezamos a preocuparnos? La inmigración a la que se hace referencia, no puede ser afrontada según las conveniencias del mercado o del Gobierno de turno que tiene que resolver educativamente hablando esta realidad. En las encrucijadas que hoy nos tocan, ¿seremos capaces de tomar decisiones con sentido humano y cristiano? ¿Tienes la suficiente información, sensibilidad y empatía hacia el sufrimiento causado por nosotros mismos? «Seguirán viniendo y seguirán muriendo, porque la historia ha demostrado que no hay muro capaz de contener los sueños» (Rosa Montero, escritora española, 1951).

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