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viernes, 16 de abril de 2010

El Papa, en entredicho


Hoy Benedicto XVI cumple 83 años, y el próximo lunes 19 de abril celebraremos el V aniversario de su elección como obispo de Roma. Como felicitación, publicamos aquí el artículo editorial de “Criterios” de la última hoja diocesana Iglesia en Zamora (nº 95, 18/04/10). La foto es el regalo de la organización de la JMJ Madrid 2011 al Papa, en el que han participado varios jóvenes zamoranos.

El Papa, en entredicho

Algunos medios de comunicación, jaleados por determinados grupos e ideologías con mucha influencia en nuestro tiempo, se han dedicado estos últimos días a restregar a los católicos las barbaridades cometidas por algunos de sus sacerdotes y religiosos. No podemos mirar hacia otro lado, y hemos de reconocer con humildad que han sucedido cosas vergonzosas. Pero tampoco debemos sucumbir ante los que empujan con intención de derribar. Mientras tanto, firme en la fe, en medio de las tribulaciones, Benedicto XVI está dando al mundo un profundo testimonio de humildad, entereza y serenidad que ha hecho más vivos que nunca los acontecimientos que la Iglesia ha celebrado en la Semana Santa. El Papa afirmaba en su homilía del Domingo de Ramos que ser cristianos significa seguir el camino de Cristo como peregrinos, y que no debemos temer cuando ese seguimiento comporte incomprensiones y ofensas. Más aún, invitaba a los jóvenes a dar testimonio de Cristo con la fuerza suave y luminosa de la verdad. Como ha señalado el arzobispo de Nueva York, el Papa es el líder de la purificación, la reforma y la renovación que la Iglesia tanto necesita. Sobre el obispo de Roma han llegado a recaer injustas acusaciones de encubrir los casos de abusos contra niños, que tanto están doliendo a toda la Iglesia. Ciertamente, estos crímenes nauseabundos han llenado de pena y rabia a los católicos, pero ahí tenemos un nuevo motivo para seguir pegados a Cristo y unir nuestras oraciones a las del Papa, que no se deja intimidar. Benedicto XVI refleja, con su serenidad y firmeza, la propia imagen de Jesús, el buen pastor que sufre por los pecados de los suyos.

lunes, 22 de marzo de 2010

Entre cielo e infierno


Recientemente hemos asistido al circo formado en torno a un joven sacerdote de Toledo, cuya lamentable actuación ha salido a relucir en todos los medios de comunicación. Dejando de lado el caso particular, ya vemos cuál es el eco público del Año Sacerdotal. Motivo de escándalo para muchos, de burla y desprecio hacia el clero para otros. Y para muchos creyentes habrá sido un aliciente más para rezar por la santidad de los sacerdotes. Una vida puesta en entredicho, la del cura. Pero un ministerio apasionante. Benedicto XVI se encontraba el mes pasado con su presbiterio diocesano, el de Roma (no olvidemos que es el obispo de allí), y compartía con sus curas una larga meditación sobre la Carta a los Hebreos. Según explicaba, el sacerdote es el hombre que vive y sufre cada día con los demás para llevar a Dios las miserias del mundo. Por eso su ministerio no puede reducirse a una ocupación parcial: debe entrar, como Cristo, en el centro de la pasión, de los dolores, de las tentaciones del mundo, para ser mediador y puente entre Dios y los hombres. Por un lado, tiene que ser de Dios. Por otro lado, debe ser hombre, y “humano es ser generoso, es ser bueno, es ser hombre de justicia, de prudencia verdadera, de sabiduría”. Y entra en lo que muestra el lema del Día del Seminario (Una vida apasionante): “sufrir con los demás: ésta es la verdadera humanidad… participar realmente en el sufrimiento del ser humano, ser un hombre de compasión”. Lo que traerá consigo vivir los infiernos de los hombres, y el propio pecado y limitación, para mostrar el cielo a los hombres. Como le dijo el cura de Ars a aquel pastor: “te enseñaré el camino del cielo”.

“Criterios” de Iglesia en Zamora nº 93.

jueves, 4 de marzo de 2010

Sí a la vida

Hoy mismo, el BOE ha publicado la nueva Ley del Aborto. En este día triste, recuperamos el comentario editorial publicado el domingo pasado en la hoja diocesana Iglesia en Zamora, y recordamos que el próximo domingo 7 de marzo estamos invitados a defender la vida y la maternidad en Zamora, en la Plaza de la Constitución a las 13 h. (y en Toro, en la Plaza Mayor a las 12 h.).

Política y vida

Desde algunos lugares se nos quiere hacer creer que todo en la vida es política. Basta asomarse a los medios de comunicación para comprobarlo. Sin caer en este extremo, tampoco podemos olvidar la importancia de la gestión de lo público en nuestra sociedad. Cuando atravesamos una grave crisis que afecta a todas las esferas de nuestra vida, se exige una revisión de lo que hemos hecho y seguimos haciendo. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué camino emprender para salir de esta brecha? Mucha gente se ha apuntado a pedir unas elecciones anticipadas en España, una actitud que recuerda al “ahora no me gusta y quiero otro” de los adolescentes. A lo mejor estas cosas nos sirven para ser un poco más responsables a la hora de votar, y a ser más exigentes con nuestros representantes políticos (los que sean) y con nosotros mismos. Por otro lado, en estos días asistimos a la procesión de la nueva Ley del Aborto entre el Senado y el Congreso, para su aprobación definitiva. ¡Qué mejor ejemplo de influencia –nefasta– de la política sobre la vida! Se ha convocado una gran manifestación para el próximo 7 de marzo en Madrid. Puede quedarnos algo lejos. Pero el drama del aborto está aquí, a nuestro lado. Cambiando de Gobiernos –y de partidos– resulta que la Junta de Castilla y León ha firmado un acuerdo con una clínica abortista de Valladolid para “la prestación de los servicios de Interrupción Voluntaria del Embarazo”. Hala, 750.000 euros, y tan tranquilos. ¿Dónde está la Ley 14/2008 de apoyo a la mujer embarazada? ¿Papel mojado, o instrumento para sacar votos? Los creyentes estamos llamados a ser responsables en la vida pública. Que cada cual saque las consecuencias.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El pesebre y la cruz


CRITERIOS

Muchas veces oiremos estos días a un Niño que, cuando le preguntamos cantando de quién es, nos responde: “Soy amor en el pesebre y sufrimiento en la cruz”. El villancico refleja de forma popular una verdad central de la fe cristiana: tan abajo ha llegado Dios por amor a los hombres, que ha nacido como el más miserable de nosotros. Y lo que empezó en el lugar donde come el ganado, terminará en el patíbulo de la condena a los proscritos, para llegar así a la glorificación. A ese extremo ha llegado la misericordia entrañable de Dios. Tanto ha amado Dios al mundo. Pero este mundo a veces rechaza a Dios, y bajo el peso del pecado vuelve la cabeza al ver al Crucificado, porque no quiere ponerse frente al que interpela nuestra vida. ¡Cuánto amor de verdad clavado en un madero, y qué pobreza de corazón la del espectador! La polémica en torno a los crucifijos, además de otras muchas implicaciones, ha de servirnos a los creyentes, al menos, para hacer dos cosas. La primera: preguntarnos qué responsabilidad (o culpa) podemos tener en esa reacción que algunos han llamado “cristofobia”. ¿No tendrán algunos razones fundadas para asociar la cruz con el odio y la violencia? La segunda: tomar conciencia de que, si arrancan los símbolos del cristianismo, a nosotros nos toca una parte mayor de testimonio. Como ha dicho ya algún obispo español, debemos ser “crucifijos vivientes”. Una y otra son buenos deberes para estos días. Y que, al poner el belén o al contemplarlo, y al felicitar a nuestra gente esta fiesta, lo hagamos conscientes de ser testigos del que nació en el pesebre y murió en la cruz. El misterio de la Navidad nos empuja a encarnarnos más en este mundo.

Iglesia en Zamora nº 87 (20/12/09).

miércoles, 28 de octubre de 2009

Manifestaciones


“Criterios”

Siempre hay algunas personas –gracias a Dios– que, en el ejercicio de la libertad, dicen en voz alta lo que dicta su conciencia rectamente formada. Hace unos días, un político socialista lo hacía mostrando su indignación ante el aborto, que situaba en el marco de una cultura de la muerte donde claman al cielo situaciones como “los inmigrantes que mueren en pateras tratando de llegar a España, los hambrientos, los niños esclavos, la eutanasia o las personas que mueren por enfermedades superadas por la ciencia”. El pasado 17 de octubre las calles de Madrid se llenaron de miles de ciudadanos que, en un ambiente familiar y festivo, llamaron a defender la vida humana ante el proyecto de una nueva ley del aborto que quiere dar al asesinato de inocentes la categoría de derecho. Por la vida, la mujer y la maternidad, porque cada vida importa. En esos días hubo otras concentraciones en las que han tenido una participación importante organizaciones eclesiales. Una, la convocada para “celebrar” el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Otra, para protestar por el proyecto de una nueva Ley de Extranjería que recorta los derechos de la población inmigrante en nuestro país. En esta encrucijada histórica, en un momento decisivo para defender la dignidad de la vida humana –de toda vida humana–, los creyentes estamos llamados a luchar por el hombre, creado y amado por Dios, salvado por Cristo, destinado a la eternidad. Es la hora de la valentía, de apostar por el auténtico desarrollo humano y de luchar por un mundo mejor. No son palabras vacías, sino cargadas de sentido y, por qué no, también de riesgo. Para la Iglesia. Para nosotros, cristianos. La hora del testimonio de la fe… ¿la hora del martirio?

Iglesia en Zamora nº 83, 25/10/09.