domingo, 28 de noviembre de 2010

Se presentan al público los hallazgos en la Catedral de Zamora


El próximo martes 30 de noviembre el canónigo director del Museo Catedralicio, José Ángel Rivera de las Heras, dará una conferencia sobre los recientes hallazgos en la Catedral de Zamora. Organizada por la Asociación de Amigos de la Catedral, será en el Colegio Universitario a las 20 horas.

Zamora, 29/11/10. El pasado mes de septiembre se dieron a conocer los hallazgos artísticos en la Catedral de Zamora tras una intervención promovida por el Cabildo Catedral, y que dio como resultado el descubrimiento en uno de los lucillos sepulcrales del muro sur de un relieve en piedra dorado y policromado de la Transfiguración del Señor, datado en el primer tercio del siglo XIV, y dos obras exentas también de piedra, un ángel y una ménsula.

El próximo martes 30 de noviembre, el salón de actos del Colegio Universitario de Zamora acogerá una conferencia pública sobre estos hallazgos, a las 20 horas. Está organizada por la Asociación de Amigos de la Catedral, y el ponente será José Ángel Rivera de las Heras, canónigo director del Museo Catedralicio y delegado diocesano para el Patrimonio y la Cultura.


Para más información:

En la espera de lo último


JESÚS GÓMEZ FERNÁNDEZ

Domingo I de Adviento - Ciclo A


“Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24, 37-44)

Las estaciones del año giran y giran y giran; pero no patinan. Y los tiempos litúrgicos giran, giran, giran; y tampoco patinan. Giran en espiral. Cada giro nos distancia del punto de partida y nos lleva… ¿Dónde nos lleva? Amós (s. VIII a.C.) fue el primero en anunciar «el Día del Señor». Desde entonces hasta el mismo Jesucristo todos los profetas aludieron a ese día. Unos lo presentaban como día de gloria y otros como día de terror. Israel vivió en estado de multisecular espera. A pesar de las muchas adversidades que sufrió. No desesperó y aún ahora sigue esperando. Nació el Mesías deseado y somos los cristianos quienes vivimos en estado de espera. Con una diferencia. La palabra de Dios en que confiaba el pueblo de Israel era palabra profética; nosotros confiamos en la Palabra de Dios encarnada. Los tiempos litúrgicos tienen, pues, una finalidad. Nos llevan a lo último.

El giro de los tiempos litúrgicos nos acerca al día en que recordamos con alegría el nacimiento del niño Jesús, el Mesías; acontecimiento histórico que pertenece a un pasado cada vez más lejano. A la vez nos hace pensar en otro acontecimiento, futuro, metahistórico, cada vez más próximo: el retorno triunfal de Jesucristo resucitado, el Salvador. Fijar el corazón y el pensamiento en ambos acontecimientos es la característica propia del Adviento.

Esperamos el retorno de Jesucristo a la tierra, que afectará a todo el universo; retorno a la humanidad, que será la más afectada. Sabemos que sucederá al final de los tiempos: «Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, encumbrado sobre las montañas. Confluirán hacia él todas las naciones. Acudirán pueblos numerosos». Estamos ciertos de que retornará, pero el momento será imprevisible, como el fulgor de un rayo. Los contemporáneos de Noé lo vieron construir el arca, se mofaron de él. De repente, el diluvio; solo se salvaron Noé y su familia. Dice san Pablo «Vestíos del Señor Jesucristo». El verbo revestirse, cuando se usa metafóricamente, como revestirse de una persona, significa hacérsela suya; no como el actor que se reviste exteriormente con la vestidura real, sino como quien introduce a la persona dentro de sí mismo, de tal manera que su corazón, su mente, su rostro, su hablar, todo su ser no sea el suyo, sino el de la persona de la que se ha revestido. Le gustaba este verbo a san Pablo, quien llego a decir «vivo yo, pero no soy yo; es Cristo quien vive en mí». Se puede decir que en tiempos pasados el ser humano se dejó envolver por la historia. La humanidad está inmersa y traspasada por un sufrimiento innato. A partir de Marx la pretensión del hombre es planificar la historia y salvar a la humanidad, librarla de su sufrimiento. Los remedios humanos no alcanzan al interior del hombre. La salvación de la humanidad y la consiguiente liberación de la creación es obra de Jesucristo resucitado en su segunda y triunfal venida.

Allahu akbar


LUIS SANTAMARÍA DEL RÍO

Escribo estas líneas en Capadocia, después de haber escuchado una vez más el «adhan» (la llamada del almuédano a la oración desde el alminar de una mezquita): «Alá es el más grande. Soy testigo de que hay un solo Dios. Soy testigo de que Mahoma es el enviado de Dios. Venid a la oración. Venid a la felicidad. Dios es más grande. Hay un solo Dios». Ya el primer día de estancia me hacía pensar, al recorrer en autobús la tierra ribereña del célebre río Meandro, el ver dos elementos integrados en el paisaje de esta parte de Turquía y que señalan al cielo (¿a la trascendencia?): los cipreses y los alminares (permítanme que recupere una palabra tan española para referirme al minarete). Recorrer por estas tierras el escenario donde se desarrolló una parte tan importante del «Nuevo Testamento» como es la vida de las primeras comunidades cristianas deja una impresión agridulce en los peregrinos. Nos encontramos entre la admiración por unos restos arqueológicos impresionantes, herencia de civilizaciones milenarias, y la sorpresa por encontrarnos con grandes toponímicos reducidos a ruinas insignificantes. Ciudades visitadas por el apóstol Pablo, otras destinatarias de las cartas que abren el libro del «Apocalipsis», o aquellas en las que se movieron grandes figuras de la Iglesia cristiana primitiva y que conocieron el florecimiento de las primeras comunidades de la nueva fe... casi a ras de suelo. Las señales viarias o el mismo guía señalan a Magnesia, Éfeso o Laodicea, por ejemplo, y la mirada no alcanza a ver restos significativos de un pasado glorioso.

¿Será el canto del «Allahu akbar», esa llamada musulmana a la oración que se repite cinco veces al día, la única referencia pública al nombre de Dios en este lugar? En la laica Turquía, heredera del padre fundador Mustafa Kemal Atatürk, los alminares miran al cielo y recuerdan a Dios, mientras tenemos que rastrear a los cristianos entre el 1% de la población no musulmana. Algunos compañeros de peregrinación, también curas, comentan las situaciones que viven en sus lugares respectivos, en distintos puntos de la geografía española. Y no se refieren solo a la presencia creciente (y militante) del islam, sino también a otras cosas. Como la animadversión creciente de algunas personas y grupos hacia nuestras campanas y campanarios, que recordamos cuando vemos los alminares o escuchamos respetuosos el «adhan».

Y me queda siempre la duda de si hacemos bien los católicos en mirar afuera para echar culpas o buscar responsabilidades. Un poco de autocrítica (en cristiano, conversión) no nos vendría mal. Y hacer algo de caso a esas cartas que abren el «Apocalipsis», escritas para esta tierra desde la que escribo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La Delegación de Apostolado Seglar convoca a los laicos para un encuentro


Zamora, 25/11/10. La Delegación Diocesana de Apostolado Seglar ha programado las actividades para este curso de acuerdo con los objetivos que se ha marcado la Diócesis y que hacen suyos. Por eso, en este primer trimestre del curso se va a trabajar el tema “El ejercicio de la caridad en la vida de la Iglesia”.

Según explica la delegada, Josefa de la Fuente, “han sido muy oportunos y, nos ayudarán de manera eficaz, los dos felices y recientes acontecimientos que acabamos de vivir. Por una parte, la visita apostólica del Papa a España, que nos hace sentirnos llamados e implicados a manifestar nuestra fe donde quiera que nos encontremos, y por otra, la emotiva llegada en peregrinación de la Cruz de los Jóvenes y del Icono de Santa María a nuestra Diócesis, como preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, en la que también queremos prepararnos para ser excelentes anfitriones”.

Los seglares asociados, es decir, todos aquellos que forman parte de asociaciones y movimientos eclesiales, y aquellos otros para los que el tema sea de su interés, están invitados al Encuentro-Convivencia que tendrá lugar el próximo martes 30 de noviembre a las 19 horas en la Casa de la Iglesia (Sala 2).

En esta reunión se llevará a cabo una relectura conjunta de Deus caritas est (“Dios es amor”), la primera encíclica escrita por Benedicto XVI, y de la que se cumplirán cinco años en la próxima Navidad. Habrá una proyección para ayudar a la reflexión personal, y la oración estará preparada por la asociación laical Manos Unidas, recientemente distinguida con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

En palabras de la delegada de Apostolado Seglar, “a las puertas del Adviento, en tiempos de crisis económica y de fe, con alegría y con ganas, pasemos a la vida lo que ya conocemos: que Dios es amor. El que ama a Dios, ame también a su hermano (1 Jn 4, 21)".

lunes, 22 de noviembre de 2010

Zamora se une a Benedicto XVI para rezar por la vida naciente


El próximo sábado 27 de noviembre, la Diócesis de Zamora celebrará una Vigilia de oración por la vida naciente, uniéndose así al papa Benedicto XVI y a toda la Iglesia universal. Comenzará a las 19 horas en la iglesia de Santiago del Burgo de la capital.

Zamora, 22/11/10. El próximo sábado 27 de noviembre Benedicto XVI celebrará en la Basílica de San Pedro una solemne “Vigilia por la vida naciente” coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer Domingo de Adviento en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Cristo.

Según se informa desde la Santa Sede, la Vigilia comprenderá, además de las Vísperas, también la adoración eucarística, “para agradecer al Señor que, con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia”.

Los dos dicasterios vaticanos que han organizado la Vigilia se han puesto en contacto con las Conferencias Episcopales de todo el mundo para que se facilite que en las Iglesias locales se celebren encuentros de oración ese mismo día y con el mismo motivo. Por ello, la Diócesis de Zamora se unirá el próximo sábado 27 de noviembre a toda la Iglesia universal para orar por la vida naciente.

El obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, presidirá la Vigilia que comenzará a las 19 horas del sábado en la céntrica iglesia de Santiago del Burgo, para dirigirse con los fieles en procesión a la iglesia de San Andrés, donde se desarrollará el resto del acto litúrgico. Desde la Delegación Diocesana para la Familia y Defensa de la Vida se ha enviado una carta a todas las parroquias para que puedan participar en la Vigilia, que estará preparada también por la Asociación “Evangelium Vitae”.

Textos: http://www.conferenciaepiscopal.es/ceas/familia/vida/VigiliaVida2010.pdf

Fallece Vicente Gullón, párroco de Torres del Carrizal

Ayer falleció en Zamora el sacerdote diocesano Vicente Gullón Alonso, párroco de Torres del Carrizal, a los 72 años de edad y 48 de ministerio.

Zamora, 22/11/10. En la madrugada de ayer, 21 de noviembre, murió en Zamora el sacerdote diocesano Vicente Gullón Alonso. Sus exequias se han celebrado esta mañana en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Lourdes de la capital, con la eucaristía presidida por el obispo, Gregorio Martínez Sacristán.

Nacido en Vega de Villalobos en 1938, Vicente Gullón cursó sus estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia de Comillas, y fue ordenado presbítero allí en 1962. Su primer destino ministerial fue la parroquia de la Santísima Trinidad de Toro, además de las clases de Geografía e Historia en el Seminario Menor “San Luis y San Victoriano” de la misma ciudad.

En 1967 fue nombrado coadjutor de la parroquia de San Torcuato de Zamora, y siguió ejerciendo la docencia, ahora de Religión, en el Instituto “Claudio Moyano” desde 1972. Regresó a Toro en 1977 como ecónomo de la parroquia de Santo Tomás, y se incorporó entonces al claustro del Instituto “Pardo Tavera” como profesor de Religión. En 1986 fue nombrado párroco de Santo Tomás, y allí permaneció hasta 1999.

En 1999 fue nombrado párroco de Torres del Carrizal, ministerio que ejerció hasta su fallecimiento, y también entonces asumió las clases de Religión del Instituto “Maestro Haedo” hasta su jubilación como docente.

Falleció en Zamora, el 21 de noviembre de 2010, a los 72 años de edad y 48 de sacerdocio. Descanse en paz.

La alegría y la cruz


FRANCISCO GARCÍA MARTÍNEZ

Solemnidad de Cristo Rey – Ciclo C

“Había un letrero: Este es el rey” (Lc 23, 35-43)

Hoy la palabra de Dios nos hace repetir a todos: «vamos alegres a la casa del Señor» mientras se recita el salmo 122. Con él se recuerda la entrada del arca de la alianza en la ciudad conquistada por el rey David como casa común de todo el pueblo, como espacio donde Dios haría sentir su protección, ¿cómo no alegrarse? Y sin embargo esa casa común se convirtió en una cueva de bandidos (con la injusticia de los poderosos en ella) y posteriormente en un lugar arrasado, lleno de angustia y soledad (con la conquista babilónica). ¿Cómo cantar entonces un canto a la ciudad de Dios? Sólo queda la súplica del hombre que vive en angustia, paseando por sus calles apenas habitables, que sufre oprimido y despreciado.

Aquí se une el evangelio, porque en él quien sube a Jerusalén encuentra a Jesús que se acercó a este mundo de soledades, angustias y desprecios para reconstruir la ciudad de Dios, ciudad de paz y compañía, de abundancia y reconocimiento mutuo. Pero, ¡desesperación!, lo encuentra crucificado. Los que cantaron con él este salmo al cruzar los umbrales de Jerusalén se han quedado mudos. Y sólo se oye el desprecio de un mundo de satisfechos.

Pero sigue en pie la suplica del hombre que busca consuelo en su desgracia. Y Jesús, rey mesiánico, no ha subido a morar en los palacios de la gran ciudad sino a habitar las afueras donde el hombre es olvidado. Allí abre el oído y los crucificados de este mundo pueden clamar de tú a tú, de dolor a dolor, con confianza: «acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino».

Jesús, atado por la muerte, sabe que su casa es la del Padre, que su Reino no es de este mundo cerrado y cáustico; atado por el odio, no le abre las puertas de su corazón porque éste está ocupado por la ley del Reino nuevo que no es sino la misericordia sobreabundante del Padre. Y así ninguna soberanía de este mundo puede dominarlo. De esta manera abre las puertas de la nueva ciudad y la ofrece a los que se entregan a él, sean quienes sean y vengan de donde vengan en su vida: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».

¿Ha vuelto el Rey David? Su rostro ha cambiado, tiene la mirada del crucificado y se llama Jesús. Nadie está ya lejos. Él abre la ciudad eterna de la vida, de la gracia, del perdón. Abre la ciudad que nadie podrá arrasar: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Y tras él los pequeños en una procesión discreta, cargando con las cruces de su vida, van cantando: «Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor».

La Opinión-El Correo de Zamora, 21/11/10.