ANTONIO JESÚS MARTÍN DE LERA
Domingo V del tiempo ordinario – Ciclo B
“Se acercó, la cogió de
la mano y la levanto” (Mc 1,31)
El evangelio de este domingo nos
presenta un resumen de lo que es el ministerio público de Jesús. La
acción-curación, la oración y la misión componen toda su vida.
El sufrimiento de Job, que
aparece en la primera lectura como paradigma de la vida efímera del hombre,
encuentra su explicación y salvación en la actuación de Jesús.
Jesús cura a la suegra de Pedro y
a muchos enfermos. «Se acercó». Es lo primero que hace: acercarse a los que
sufren, y compartir su sufrimiento. Luego, «la cogió de la mano»: toca a la
enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer
sienta su fuerza curadora. Por fin, «la levantó», la puso de pie, le devolvió
la dignidad.
Así está siempre Jesús en medio
de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que
nos infunde vida. Jesús sólo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer
curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus
seguidores han de vivir acogiéndose y cuidándose unos a otros.
Jesús no sólo cura a los de casa.
Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera con sus enfermos «se
agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta
de esa casa donde está Jesús. La Iglesia sólo atrae de verdad cuando la gente
que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el
sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No
lo olvidemos.
Después Jesús se retira a orar,
la oración es necesaria, la comunicación con Dios da sentido a su obra y
encuentra la energía para continuar. También nosotros necesitamos la intimidad
de la oración con el Señor para que nuestra tarea dé frutos.
La última parte del evangelio nos
muestra la actitud misionera de Jesús. La Buena Noticia no se circunscribe a un
grupo o a un pueblo o territorio determinado, tiene que llegar a todos. El
Señor se dirige a otros pueblos vecinos, consciente del alcance de su tarea. La
misión de los cristianos es llevar el evangelio a todos.
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