ÁNGEL CARRETERO MARTÍN
Cualquier padre o madre de
familia que se precie se desvivirá siempre por ofrecer lo mejor a sus hijos en
todas las dimensiones de la vida. Si esos padres, además, tratan de ejercer su
responsabilidad desde la inspiración cristiana les procurarán también una
educación en los valores fundamentales del Evangelio; y no sólo en el hogar
sino también fuera del ámbito familiar. En este sentido nuestra Diócesis cuenta
con una docena de colegios de enseñanza que están prestando un gran servicio a
miles de alumnos zamoranos desde distintos carismas de la vida religiosa. No
olvido tampoco la labor, más callada pero no menos valiosa, de tantos
profesores de religión católica en la enseñanza pública. A ello hay que sumar
igualmente la aportación de otros muchos profesores cristianos «anónimos» a los
que no sería difícil delatar por su calidad humana, buen hacer y, llegado el
caso, valiente testimonio explícito. Desde aquí mi sincera enhorabuena por la
labor docente en todos esos centros concertados católicos y públicos.
Pero hoy me gustaría tener en
particular consideración al centro educativo más antiguo de la provincia, con
más de doscientos años a sus espaldas: el Seminario Diocesano «San Atilano». Un
centro académico privado y gratuito donde se cursa la Enseñanza Secundaria
Obligatoria. Un espacio académico libre de la «guerra» por los números y las
líneas en cada curso escolar. De hecho cualquier otra empresa civil lo hubiera
cerrado hace años a juzgar por sus treinta y cinco alumnos a día de hoy y el
fuerte déficit económico que ha sufrido desde siempre. Pero como esta «empresa»
tiene bastante más de divino que de humano ahí continúa cada día con sus
grandes puertas abiertas de par en par, en el centro de la ciudad y como
corazón de esta Iglesia de Zamora. El joven y competente equipo directivo y la
cariñosa entrega del profesorado son el mejor botón de muestra para todos
aquellos padres que barajan la posibilidad de regalar a sus hijos un segundo
hogar. Aquí se garantiza la ayuda que se les presta para madurar como personas,
no sólo intelectualmente, sino también como cristianos, aprendiendo a afinar el
oído a la voz de Dios en medio de tantos ruidos.
Poco importa que hoy «lo cristiano»
no esté de moda si uno está convencido de que la autenticidad y la libertad
nunca han estado sujetas a «lo políticamente correcto» del momento. Hoy más que
nunca no nos la podemos jugar con la educación de los hijos. La calidad y
calidez de una enseñanza personalizada, la convivencia solidaria, el sentido
crítico, el esfuerzo, la responsabilidad y la amplia oferta de actividades
(para padres e hijos de dentro y fuera del Seminario) es, a todas luces, la
apuesta más inteligente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario