lunes, 11 de julio de 2011

Del sufrimiento a la gloria


JESÚS GÓMEZ FERNÁNDEZ

Domingo XV del tiempo ordinario – Ciclo A

“¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!” (Mt 13, 1-23)

Sufrimientos presentes de la creación y de la humanidad. Gloria futura de la humanidad y de la creación. Los sufrimientos presentes son innumerables; sin embargo, al principio no fue así. Creó Dios el cielo y la tierra y cuantos seres la habitan, confió al ser humano la gestión del universo y, mirando su obra, vio que estaba muy bien. Hasta que el hombre se saltó las normas de circulación puestas por Dios. Desde entonces hasta ahora la creación, sometida al fracaso, a la frustración, sufre. ¿Cuál, si no, es la razón de ser de los ecologistas? No son ellos, sin embargo, los primeros en denunciar esta situación. Los ecologistas son de hoy. Hace 2000 años la había denunciado un judío, Pablo de nombre y apóstol de Cristo de profesión. Auscultando finamente los latidos del universo, percibió que sufría dolores terribles; dolores de parto considerados en su mundo como prototipo de todo dolor, pero a la vez esperanzadores, pues anuncian un nuevo alumbramiento.

En su propia persona plasmó san Pablo esta situación: «Cuando no hago el bien que quiero, -escribe- sino que obro el mal que no quiero, alguien habita en mí y me esclaviza». ¿Acaso no sentimos todos semejante frustración, querer y no poder? ¿Acaso no le duele a la creación la basura que inunda tierra, mar y espacio interplanetario o la destrucción de la ozonosfera o la deforestación o la terrible herida que sufre la misma naturaleza humana cuando se interrumpe violentamente el proceso de la gestación de una vida? ¿Acaso no le duele la muerte? Una mirada a vista de pájaro sobre el presente puede parecer o ser decepcionante. Consciente de que no hay fuerza humana capaz de remediar tanto sufrimiento, san Pablo se hace una pregunta determinante: «¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de esta situación, del querer y no poder?».

¡Cuánto nos han inculcado «Dios creó el mundo de la nada»! ¡Qué poco «Dios creó por amor»! Porque Dios creó por amor y ni estuvo ni está dispuesto a que su obra fracase. Por eso mismo, a la pregunta que se hizo, puede responder san Pablo con una exclamación de agradecimiento: «¡Gracias a Dios por Jesucristo Señor nuestro!». Él padeció, mejor, compadeció, fue glorificado y se ha convertido en cabeza del cuerpo, de la Iglesia, en principio de la nueva humanidad, que somos los hijos de Dios. ¡Sufrimientos presentes! ¡Gloria futura! No hay proporción entre los sufrimientos presentes y la futura gloria, como no la hubo entre el Jesús sufriente y el Jesucristo resucitado. La embarazada espera ansiosa la hora del parto. La creación espera con ansiedad el alumbramiento en gloria de los hijos de Dios, cuando los cielos serán nuevos y nueva será la tierra. Respetemos, pues, la obra de Dios, respetemos la tierra, que para ser glorificada la creó Dios.

La Opinión-El Correo de Zamora, 10/07/11.

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