LUIS SANTAMARÍA DEL RÍO
A veces parece que los creyentes tenemos sueño. O que estamos cansados, porque nos ponemos pesimistas y vemos todo bastante oscuro. Caminamos sin saber muy bien adónde, y la mirada al pasado no nos deja ser valientes y creativos para el futuro que tenemos ya entre las manos. Por eso hoy quiero dejar aquí constancia escrita de que tengo un sueño, y no es sólo mío, sino de muchos cristianos. Dentro de tan sólo trece meses viviremos un acontecimiento importante para la Iglesia católica en España: la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Desde luego que será algo impresionante, ya que se espera la reunión de dos millones de jóvenes, y la presencia de Benedicto XVI. Y, sin embargo, eso no es lo más importante, aunque a veces caigamos en la tentación de poner ahí todo nuestro interés. Lo verdaderamente grande de la JMJ es que muchos de esos jóvenes vivirán un encuentro que cambiará sus vidas: el encuentro con Jesús. Que, si alguno aún no se ha dado cuenta, es mucho más importante que el Papa. De hecho, si el obispo de Roma viaja hasta Madrid será precisamente para ayudarnos a sentir a Cristo cercano y a la Iglesia como una gran familia.
Un sueño. El de una gran fiesta. Porque eso es lo que queremos que sea. En Zamora estamos preparando con mucho esfuerzo e ilusión la JMJ y lo que habrá antes en nuestra tierra: la Peregrinación de Jóvenes del próximo agosto, la visita de la cruz y del icono de María en noviembre y, sobre todo, los días de agosto que pasarán 1.500 peregrinos con nosotros, en Zamora, antes de irnos todos juntos a Madrid. La labor está siendo constante y silenciosa, aunque a veces llamemos más la atención organizando un casting o rodando un vídeo, como hicimos ayer en la Plaza de la Catedral. Cosas más o menos vistosas, y la oración, la menos mediática, todas ellas sirven para prepararnos y para implicar a todos los que quieran.
¿Un sueño? Sí, y una ocasión para recuperar la frescura y la ilusión, para superar parálisis y nostalgias en la Iglesia, para mirarnos unos a otros como hermanos y desterrar sectarismos y egoísmos. Los cristianos no somos gente con sueño, que bostece o haga bostezar. Tenemos un sueño, y queremos que en la JMJ se haga visible: el de una Iglesia unida en torno a Cristo, que se abre al mundo para compartir lo mejor que tiene: su fe, para una vida mejor, para la felicidad y la salvación de todos… ¿Te apuntas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario