El pasado 1 de febrero la Catedral de Zamora inauguró la exposición de
13 lienzos del siglo XVII, que representan a Cristo Salvador y a los Doce
Apóstoles, y que servirán para que los fieles puedan profesar la fe, en el
trascoro, durante el Año de la Fe. Reproducimos a continuación el artículo
explicativo de José Ángel Rivera de las Heras, delegado diocesano para el
Patrimonio y la Cultura y canónigo de la Catedral.
Según una piadosa e inveterada
creencia, fueron los apóstoles quienes compusieron y apoyaron con su autoridad
el credo o sumario de la fe, también denominado credo de los apóstoles o symbolum
apostolorum. Tiranio Rufino, hacia el año 404, recogiendo una antigua
tradición, escribió la historia de su origen apostólico en Pentecostés, antes
de que los apóstoles partieran a evangelizar: “se reunieron en un lugar determinado y, llenos como estaban del
Espíritu Santo, redactaron, como hemos dicho, el breve compendio de su
predicación futura, aportando cada uno lo que consideraba conveniente. Y todos
determinaron que había que considerar este compendio como norma doctrinal para
los creyentes”.
La catedral de Zamora posee un conjunto
de trece lienzos con las representaciones de los doce apóstoles y sus
respectivos artículos del credo, conforme a la leyenda referida, más la de Cristo
Salvador bendiciendo a los niños. Proceden de la sacristía de la capilla de San
Ildefonso o del Cardenal, donde se encontraban en 1784. Posteriormente fueron
trasladados al vestuario capitular. Tras su intervención por un equipo de
restauradores en 2012 (1), esperan una reubicación definitiva en el ámbito
catedralicio.
Las figuras apostólicas están identificadas
por las inscripciones con sus nombres, situadas en el ángulo superior del
lienzo, y por las cartelas que contienen de nuevo sus nombres (2) y cada uno de
los artículos del credo apostólico, situadas en la zona inferior.
El lienzo de Cristo bendiciendo a
los niños presenta la misma composición que el atribuido a Giovanni Francesco
de Rosa (Nápoles, 1607-1656), conocido como Pacecco
de Rosa, en su primera época, y que se conserva en el Museo de Arte de
Ponce, en Puerto Rico.
El lienzo de San Pedro es copia
de un supuesto original atribuido a José de Ribera (Játiva, 1591-Nápoles,
1652), perdido y conocido a través de numerosas versiones, como las conservadas
en el Museo de Bellas Artes de Rouen, y en la Alte Pinacoteca de Munich. La
composición resultó muy popular en España y fue ampliamente reproducida. De
entre los ejemplares conocidos destacamos el de Francisco Collantes, en
comercio, y por su cercanía geográfica, el que se expone en el museo del
convento salmantino de San Esteban, adscrito al pintor granadino Pedro Atanasio
Bocanegra.
El lienzo de San Andrés presenta
idéntica composición a la de Giovanni Battista Caracciolo, llamado Battistello (Nápoles, 1578-1635),
conservada en una colección privada de Roma.
El lienzo de Santiago el Mayor copia
el del pintor Guido Reni (Calvenzano di Vergato, 1575-Bolonia, 1642), datado
entre 1618 y 1623, y conservado en el Museo del Prado.
La composición del lienzo de San
Bartolomé es deudora de los lienzos pintados por José de Ribera con el tema de San
Jerónimo y el ángel del Juicio, en la década de 1620, como los de la Colegiata
de Osuna, la Galería Doria Pamphili de Roma y, sobre todo, el conservado en el
Museo del Ermitage de San Petersburgo.
Finalmente, la composición del
lienzo de San Simón recuerda la tabla del mismo tema perteneciente a un Apostolado
pintado por Pedro Pablo Rubens (Siegen, 1577-Amberes, 1640) hacia 1610, y la
disposición de su cabeza el lienzo de San Bartolomé, de Downton Castle, y el retrato
de Baco -fragmento de El triunfo de Baco-
de José de Ribera (Játiva, 1591-Nápoles, 1652).
Las figuras apostólicas están
representadas de más de medio cuerpo, en posición frontal unas y en tres
cuartos de perfil otras, destacadas sobre fondos neutros por una luz lateral con
efecto claroscurista o tenebrista que acentúa aún más su carácter plástico. Las
composiciones y el tratamiento de la luz evidencian su origen italiano. En algunas
de ellas se perciben los ecos del naturalismo riberesco, con tipos y rostros
tendentes al realismo. Respecto al color, domina la utilización de las gamas
terrosas, con abundantes toques de verde, rojo, rosado y mostaza. Aunque hay
diferencias cualitativas entre los lienzos y entre las partes de uno mismo, la
ejecución es generalmente correcta, incluso esmerada, y muy estimable en
algunos detalles. Todos los cuadros llevan marcos moldurados, policromados en
azul ultramar y con filetes dorados.
Tras la restauración de los
lienzos, hemos podido hallar una firma original en el corte de uno de los
libros que contiene el cuadro de San Felipe. Es el anagrama de Pietro Testa, Lucchesino (Lucca, 1612-Roma, 1650), pintor
barroco poco prolífico, por lo que es más conocido como dibujante y grabador. En
la sacristía de la catedral de Granada se conserva un Apostolado semejante al
zamorano, procedente de Italia. Siete de sus trece composiciones son casi
idénticas a las de Zamora.
A partir de estos datos se
plantean diversas cuestiones, algunas de ellas no fáciles de resolver. En
primer lugar, la procedencia de la serie, que creemos sea italiana, al igual
que el Apostolado granadino. Cierto es que en el conjunto hay un predominio de
modelos de pintores napolitanos y del estilo caravaggiesco, pero también
boloñeses (Guido Reni) y romanos (Pietro Testa), por lo que no estamos en
condiciones de afirmar con precisión su taller de origen.
En segundo lugar, la diversidad
cualitativa de los lienzos nos hace creer que el conjunto, aunque esté firmada
una de las telas, puede no deberse al mismo pintor. Es más probable que hayan
salido de un mismo taller, en el que hubiese una gran participación de
oficiales copiando modelos conocidos de diversos pintores. Por otra parte, la
firma de Pietro Testa, si no es apócrifa, deja abierta la cuestión de si a él
se debe únicamente el lienzo de San Felipe o si el conjunto es obra de su
taller y él firmase sólo el lienzo mencionado. Si la serie completa fuese de su
mano mayoritariamente, siguen resultando llamativos la diferencia de calidad de
los cuadros y el empleo de modelos no originales.
Finalmente, la duda acerca de si
es un conjunto formado por la adquisición de los lienzos a diversos pintores o
talleres, y uniformados posteriormente mediante los textos del credo, se disipa
al considerar que las inscripciones con los nombres de los apóstoles son
originales e idénticas en su grafía, y que ya existían textos originales del
credo sobre los que se pintaron los que hoy vemos.
Con motivo de la celebración del
Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, el Cabildo Catedralicio
determinó, con fines pastorales y culturales, restaurar y exponer en la iglesia
madre de la diócesis este conjunto. De este modo se cumple el deseo manifestado
por el Papa de que los fieles tengan “la
oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales”
(Carta Apostólica de Benedicto XVI Porta
Fidei).
La contemplación pausada de esta
muestra debe ayudar a profundizar en la vivencia, celebración, confesión y
transmisión de la fe. Se puede profesar, personal o comunitariamente, recitando
el Credo ante estas figuras de los Apóstoles y suplicando “reiteradamente a Cristo: «Creo, Señor, pero aumenta nuestra fe», para
poderlo confesar y testimoniar con gozo” (Carta Pastoral de Mons. Gregorio
Martínez Sacristán, Obispo de Zamora, Creyentes
y testigos alegres).
FICHA TÉCNICA
Cristo Salvador, San Pedro, San
Andrés, Santiago el Mayor, San Juan Evangelista, Santo Tomás, Santiago el
Menor, San Felipe, San Bartolomé, San Mateo, San Simón, San Judas Tadeo y San
Matías.
Taller italiano
Segundo cuarto del siglo XVII
Óleos sobre lienzo
Bastidores: 145/149 x 106/110,5
cm.
NOTAS
1. Formado por María Pilar
Alaguero López, María Teresa Cabadilla Alonso, Miguel García García, Carmen
García Villarejo, Carmen García Lucas, Nuria González Rodríguez, Ángel Pintado
García y Ana Prieto Martín, bajo la supervisión de Bernardo Medina Garduño,
director del Estudio-Taller Diocesano de Conservación y Restauración. Su coste
ha ascendido a 63.525,00 €.
2. Las cartelas son una adición del
siglo XVIII, como lo evidencian los motivos de ramas vegetales, ces y
tornapuntas que las decoran, sobre los textos del credo originales.
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