Zamora, 14/03/12. La mesa redonda que tuvo lugar
ayer, martes 13 de marzo, con motivo de la celebración del Día del Seminario el
próximo domingo, reunió en el centro cultural La Marina a cinco de los rectores
de los Seminarios Menor y Mayor que han marcado una época en la vida de la Diócesis
de Zamora.
Cinco rostros de
un Seminario
Tomás Calero durante 26 años fue formador (12 de ellos, rector) del Seminario
Menor, ubicado por entonces en Toro (1963-1989). José Francisco Matías, más conocido por Joselín, ocupó este puesto
desde 1989 hasta 1999. Le siguió en la tarea César Salvador durante seis años, de 1999 hasta 2005.
Posteriormente, cogió las riendas Miguel
Ángel Hernández –actualmente en EE.UU.– y a día de hoy el rector del Seminario
Menor es Florentino Pérez. Por
cierto, el rector más joven de España.
La moderadora de la mesa, Carmen Ferreras, destacó de Calero su
gran conocimiento y facilidad con las nuevas tecnologías: “dicen de él que siempre está a la última”. De Joselín resaltó su
cualidad como sacerdote “extremadamente
ordenado para todo”. De César reconoció su “cercanía y desenvoltura incluso en los momentos críticos”.
Pero además de los responsables del Seminario
Menor, también acudieron a la cita dos rectores del Seminario Mayor. La
moderadora saludó a Agustín Montalvo,
quien fue rector entre los años 1974 y 1992, diciendo que era y es “padre, en el sentido más amplio y hermoso
de la palabra”. Sus pasos en el Seminario Mayor, ubicado por entonces en
Salamanca, los siguió Eustaquio Martínez,
que ocupó la rectoría de 1992 a 2009. De Eustaquio, Carmen Ferreras destacó su
logro en la consecución de “importantes
hornadas de curas”.
Bajo la atenta y emocionada mirada del
obispo, Gregorio Martínez Sacristán,
comenzaba la mesa redonda. El prelado quiso dar inicio a la charla con unas
palabras de aliento para todos ellos: “aprovecho
para felicitar a todos los rectores por su labor”, y se mostró optimista: “veo con esperanza el futuro porque hoy hay
jóvenes en el Seminario Menor que dicen sin miedo que se plantean ser curas y
el pasado sábado en Toro, durante la convivencia, hubo muchos chavales”.
El primero en comenzar el relato de la
historia del Seminario fue el sacerdote Agustín Montalvo. Durante sus 18 años
como rector del Seminario Mayor vivió dos generaciones muy diferentes. En la
primera se encontró unos seminaristas y una sociedad post-franquistas con
muchas ganas de cambio, revolución y “la Iglesia
tenía que dar una respuesta y por entonces tenía una palabra muy rica”. La
Iglesia caminaba entonces por “el cambio
hacia algo más cercano a todos, sobre todo a los pobres”.
Los seminaristas en esa época eran “críticos con la Teología que estudiaban”
y aparece también un descenso del número de vocaciones. En 1969 el Seminario Mayor
se traslada a Salamanca y los jóvenes seminaristas vivían “en la mística de lo pequeño, todos querían ir a pequeños pueblecitos”.
La segunda etapa de su rectorado Montalvo
vivió una época, ya en democracia, en la que la sociedad vive un “cierto desapego hacia la Iglesia”. En
el último año había en el Seminario Mayor 13 estudiantes. “Fueron unos años muy felices para mí”, sentenció el presbítero.
Eustaquio Martínez continuó en el Seminario Mayor
incorporándose en 1992, cuando en España se vivía ambiente de fiesta: la Expo,
Juegos Olímpicos… Pero se empiezan a oír términos como burbuja inmobiliaria o
crisis. El ambiente educativo llegaba marcado por la aparición de Internet, una
realidad que entonces “preocupaba” a
los docentes y “entusiasmaba” a los
alumnos, seminaristas y no seminaristas. En estos años la figura de Juan Pablo II se convierte “en un referente para los seminaristas”,
los grupos vocacionales diocesanos surgen con fuerza y el Seminario Mayor de
Zamora se coloca en una posición “referente”
en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Tras la euforia provocada por la llegada del
euro y la bonanza económica, comienza la gran depresión en 2007. Eustaquio
asegura que comenzó el “aminoramiento de
vocaciones” que provocó una reflexión: “cómo
continuar este proceso formativo, quién se siente llamado, etc.”.
Finalmente en 2009 se cierra la casa que la diócesis de Zamora tenía en
Salamanca, el Teologado: “para mí supuso
cerrar una etapa”.
La historia del Seminario Menor comenzó a
relatarla Tomás Calero. En aquellos años las instalaciones del Seminario Menor
se encontraban en Toro. Calero recuerda que de aquel Seminario
salieron 132 sacerdotes y 2 obispos, y estudiaron allí más de 1600 alumnos entre 1952 y 1995. Pero cuando llegó
1989 Tomás recaló en Benavente: “me
mandaron de párroco a Benavente y yo poco sabía entonces de eso, de bautizos,
de comuniones… Tuve que adaptarme a mi nueva vida”.
Joselín siguió el sendero marcado por Calero
cuando el obispo Eduardo Poveda lo
nombró rector del Seminario Menor de Toro: “una
tarea difícil y apasionante”. El nuevo rector vivió la época en la que la
diócesis se planteaba trasladar el Seminario a la capital, Zamora. “Podían estar los seminaristas algo
despegados de la realidad de las actividades diocesanas” y así en el curso
95-96 se produjo el cambio a Zamora. Al lugar en el que actualmente se
encuentra el Seminario Menor San Atilano.
Fue una época de inflexión vocacional y se
perdieron algunos seminaristas: “pasamos
de los más de 40 en Toro a los 30 aquí”. Otro aspecto importante del que
participó Joselín fue la celebración del bicentenario del nacimiento del Seminario
en 1997.
César Salvador recuerda que la sociedad vivía
el efecto 2000 cuando él llegó al rectorado. Sus líneas educativas fueron claras:
“mantener la fidelidad, nadar a
contracorriente, y se insistió en que la elección del sacerdocio aunque no era
masiva, sí es grandiosa”.
Le corresponde a César emprender, en medio de
un gran boom económico, las reformas
de las dependencias del Seminario de Zamora. Al mismo tiempo que la sociedad
derrochaba en lo material, en el Seminario inculcaban “la austeridad, la humildad, la solidaridad y vivir en permanente
actitud de agradecimiento”.
Por último, y después de la etapa de Miguel
Ángel Hernández, llegó Florentino Pérez. El actual rector del Seminario Menor
dice que se viven “tiempos recios, de
crisis económica y sobre todo de valores y vocaciones”. En ese ambiente se
desarrolla la realidad cotidiana del Seminario San Atilano, pero algo positivo
ha devuelto la esperanza: “la JMJ ha sido
clave y se ha vivido un rebrote de vocaciones”.
Y es que Tino, como le llaman sus alumnos,
reconoce que la participación de los adolescentes en los Días en las Diócesis (DED)
ha devuelto la esperanza vocacional. “Algunos
de ellos después de la JMJ se plantean ser curas. Se han dado cuenta de que no
es una realidad envejecida, sino que es algo joven y se han sentido
interpelados por esos jóvenes”. La mesa redonda finalizó con el
agradecimiento y bendición del obispo.
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