JOSÉ ALBERTO SUTIL
La productora Infinito+1,
dirigida por Juan Manuel Cotelo, ya dio la campanada con la película «La última
cima», sobre la vida del sacerdote madrileño Pablo Domínguez. A caballo entre
el largometraje y el documental, la cinta da ahora el salto a EE UU y sigue
provocando numerosas conversiones entre sus espectadores. Quizás por eso,
Cotelo ha decidido ahora embarcarse en otro proyecto titulado «¡Te puede pasar
a ti!». ¿Qué tienen en común un pandillero, una secretaria, una santera masona,
una modelo, un prostituto homosexual, una escritora, un terrorista, una actriz,
un escultor y un boxeador por ejemplo? Pues que antes ninguno creía en Dios,
pero se encontraron con él y su vida cambió ¡radicalmente! Son testimonios
procedentes de todas partes del mundo. Pero es que, además, Cotelo tiene el
arrojo de abrir las puertas de su caravana a gente similar a cada uno de estos
conversos para ¡visionar con ellos su reportaje! El crítico de cine José Luis
Panero le ha hecho a Juan Manuel Cotelo la siguiente pregunta: «¿Los conversos
son santos en vida?». Y la respuesta no tiene desperdicio: «Son personas que
han descubierto un sentido más hermoso para sus vidas y se han puesto en camino
hacia ese rumbo diferente, atraídos por una receta que hasta entonces
desconocían o no habían practicado, aunque la conocieran: el amor a quien
tengas delante y el amor a Dios, a quien ahora reconocen como su Creador y
Señor. Ninguno de ellos tiene garantizada la victoria. Es más, podríamos decir
que tienen garantizada la derrota el día en que confíen en sus propias fuerzas,
en sus méritos. La autosuficiencia arruina todo, aunque siempre puedes volver a
empezar de nuevo, una y otra vez. Todo el secreto de la vida religiosa se
reduce a dejarse amar por Dios, a dejar de caminar a solas, con tu propio
esfuerzo, para ponerte en brazos de tu Padre Dios. Esto puede sonar a un cuento
de hadas para quien no lo haya intentado nunca, como podría resultarle absurdo
creer que se puede flotar en el agua a una persona que jamás haya recibido
clases de natación. Pero es posible y no depende de la suerte. Es un contrato
entre dos partes, donde la firma de Dios ya está en el papel, y falta añadir la
nuestra, sin que nadie pueda obligarnos a ello, ni el propio Dios, que se
limita a invitarnos, poniéndose a nuestro servicio». O sea que no solo el
Adviento sino todo tiempo vivido en cristiano es tiempo de conversión para
encontrarnos con aquel a quien esperamos? Infinito más uno, Dios y tú, te puede
pasar a ti, ¿que no te lo crees? De momento, visita infinitomasuno.org.
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