Fariza, 9/12/11. El pasado martes 6 de diciembre, las Religiosas de Jesús Redentor, residentes en Fariza, celebraron los 50 años de profesión religiosa de una de sus integrantes, la hermana Elena.
Para ello tuvieron una Eucaristía en acción de gracias, presidida por el párroco de Fariza, Manuel Benito García, y con el cual llevan a cabo el trabajo pastoral de estas nueve parroquias de Sayago: Argañín, Badilla, Cozcurrita, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera, Villar del Buey y Zafara. La ceremonia fue concelebrada por otros tres sacerdotes del arciprestazgo: Rufino de Castro, Isaac Prieto y Javier Fresno.
A la celebración acudieron también hermanas de la misma congregación de Valladolid, y otras religiosas que trabajan en las parroquias rurales de la Diócesis de Zamora: las Religiosas del Amor de Dios de Alcañices, las Franciscanas del Sagrado Corazón de Manzanal del Barco y las Misioneras de la Inmaculada Concepción de Fermoselle. Asimismo, acudió la gente de los pueblos, no sólo de las parroquias donde las hermanas están presentes en la acción pastoral, sino también de otros pueblos cercanos.
Según explica la hermana Mª Ángeles Antolín, “fue una ceremonia sencilla, donde nuestra hermana renovó su ‘sí’ al Señor dado hace 50 años, acogiendo el proyecto que Dios tenía para ella. A lo largo de todos estos años ha ido viviendo la consagración religiosa y haciendo realidad la misión que le fue encomendada en diferentes lugares: Palencia, Valladolid, y ahora en Fariza de Sayago, como religiosa de Jesús Redentor, siguiendo las huellas de Victorine Le Dieu, nuestra Fundadora”.
Como continúa diciendo esta religiosa de Jesús Redentor, refiriéndose a la hermana que ha celebrado sus bodas de oro, “ella ha ido respondiendo día a día con su entrega y dedicación al carisma de la congregación: colaborar con Cristo en la obra de la Redención, a través de la adoración a Jesús Eucaristía, en el servicio a los pobres, los marginados, las mujeres en riesgo de exclusión y todos los que sufren las consecuencias de las injusticias y de la explotación. Teniendo como centro de la vida la Eucaristía, sacramento del amor de Dios que reconstruye la unidad en todo lo que está quebrantado, herido, roto”.
El acto terminó con un ágape fraterno con todos los que participaron en esta celebración de acción de gracias al Señor “por la vida de nuestra hermana Elena y su compromiso con la Iglesia y el mundo”, tal como señalan las religiosas, que concluyen diciendo: “damos gracias a Dios por su entrega, dedicación y generosidad y le pedimos que siga concediendo muchos años a nuestra hermana para que siga viviendo y testimoniando con gozo su entrega al Señor”.
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