Benedicto XVI ha proclamado esta mañana en la Plaza de San Pedro tres nuevos santos, entre los que se encuentra la fundadora de las Siervas de San José, Bonifacia Rodríguez de Castro, nacida en Salamanca y muerta en Zamora. Ésta es la crónica de la celebración, de la que fueron testigos cerca de un centenar de zamoranos.
Roma, 23/10/11. Pasadas las 10 de esta mañana, el papa Benedicto XVI declaró santa a la religiosa salmantina Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de las Siervas de San José (SSJ), y que murió en la ciudad de Zamora en 1905. Por eso ha sido la Diócesis de Zamora el lugar donde se inició el proceso que ha culminado hoy con la solemne canonización.
En torno a las 8 de la mañana llegaban los zamoranos, repartidos en diversos grupos de toda España, a la Plaza de San Pedro, colocándose en las sillas habilitadas para la Misa presidida por el pontífice, en la que, junto a la fundadora de las SSJ, también ha canonizado a los beatos italianos Guido Maria Conforti y Luigi Guanella, también fundadores de congregaciones religiosas en el siglo XIX. Los tapices con el retrato de los tres colgaban desde hace varios días de los balcones de la fachada de la basílica que guarda los restos del principal de los apóstoles.
Como introducción a la celebración, en el tiempo de espera, se cantó el himno “Te alabamos, Trinidad” en los tres idiomas que se han utilizado (italiano, español, francés e inglés), y se leyeron los nombres de los tres beatos. Así escucharon los zamoranos el anuncio de la canonización: “Bonifacia Rodríguez de Castro, vergine, fondatrice della congregazione delle Serve di San Giuseppe”.
El esquema fue el mismo para los tres: en primer lugar, la lectura de un fragmento de los escritos. En el caso de la Madre Bonifacia, la SSJ española Sonia González, junto con un familiar de la beata y otras religiosas, leyó algunos pensamientos de la fundadora de las SSJ, encabezados por el canto su conocida frase “Anda buscando Jesús quien le ame, quien le siga. Si nosotras no seguimos sus huellas, ¿quién le seguirá?”.
En segundo lugar se rezó una oración agradeciendo a Dios el don de la Madre Bonifacia, “que, siguiendo a Jesús, trabajador de Nazaret, se encontró contigo en su trabajo cotidiano hermanado con la oración al servicio de la mujer trabajadora pobre. Que mirando a Nazaret, como ella, vivamos nuestro trabajo como un ámbito de experiencia de fe y en él tejamos relaciones humanizadoras y fraternas que potencien la dignificación de la persona, comprometiéndonos a favor de un mundo más justo y solidario”. En tercer lugar, hubo una pieza musical.
Ceremonia de canonización
Después de esta introducción, comenzó la eucaristía propiamente dicha, con el canto “Tu es Petrus”, interpretado por la escolanía, y la antífona de entrada “Laetetur cor”, cantada por todos los fieles. Muy cerca de los zamoranos pasó la procesión de entrada. Tras los acólitos y diáconos, pasaron los sacerdotes y obispos concelebrantes, entre los que se encontraban el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, y el vicario episcopal para la canonización, Juan Luis Martín Barrios, únicos zamoranos que concelebraron. Cerrando la procesión, Benedicto XVI, que bendecía a los fieles que ondeaban banderas y hacían fotografías a su paso.
Tras el acto penitencial, se inició el rito de la canonización. El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, acompañado por los postuladores de los tres beatos, se dirigió al Papa pidiéndole “que inscriba a los beatos Guido Maria Conforti, Luigi Guanella y Bonifacia Rodríguez de Castro en el catálogo de los santos, y como tales sean invocados por todos los cristianos”.
Por parte de la Madre Bonifacia acudió la SSJ gallega Victoria López Luaces, que durante estos años ha coordinado el proceso de beatificación y canonización, como postuladora de la congregación religiosa. Acto seguido, el cardenal Amato leyó una breve biografía de cada uno de los beatos, destacando el “proyecto de vida religiosa inédita” de Bonifacia “en el difícil contexto del inicio de la revolución industrial española, cuando las mujeres comenzaban a trabajar fuera de sus casas”. Terminó su perfil biográfico señalando que “murió en Zamora el 8 de agosto de 1905 con fama de santidad”.
Benedicto XVI introdujo el canto de las letanías de los santos, “para que el Espíritu Santo ilumine nuestra mente y la luz de Cristo resplandezca en la Iglesia, que proclama la santidad de algunos de sus hijos”. Acto seguido, tuvo lugar el momento central del rito: el obispo de Roma pronunció la fórmula de canonización:
“Para honor de la Santísima Trinidad, la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y la nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocado el auxilio divino y escuchado el parecer de muchos hermanos nuestros en el episcopado, declaramos y definimos santos a los beatos Guido Maria Conforti, Luigi Guanella y Bonifacia Rodríguez de Castro, y los inscribimos en el catálogo de los santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean honrados devotamente entre los santos”.
La asamblea contestó cantando por tres veces “Amén”, como afirmación creyente a este momento fundamental en el que la Iglesia proclama solemnemente que los nombrados gozan ya de la gloria del cielo, y representantes de las congregaciones fundadas por los ya nuevos santos se acercaron en procesión al Papa para ofrecerle sendos relicarios. También en este momento los fieles contestaron cantando “Aleluya”. Acompañado otra vez por los tres postuladores, el cardenal Amato se dirigió a Benedicto XVI para agradecerle la canonización, y para solicitar la promulgación de la Carta Apostólica de la canonización, a lo que el Papa contestó: “lo ordenamos”. Tras un abrazo al Santo Padre, continuó la eucaristía con el canto del Gloria.
Benedicto XVI: Bonifacia, “modelo en el que resuena el trabajo de Dios”
En la Liturgia de la Palabra se proclamaron las lecturas correspondientes al XXX domingo del tiempo ordinario, con la peculiaridad de cantar el evangelio en latín y en griego, por sendos diáconos de ritos católicos diversos. Tras bendecir a la asamblea con evangeliario, Benedicto XVI pronunció su homilía. En el inicio se refirió a la celebración de la jornada misionera mundial en este 23 de octubre. Ocasión a la que se unen en la alegría y acción de gracias las tres canonizaciones.
El Papa comentó las lecturas destacando el amor como centro de toda la ley de Dios, y la importancia de que Cristo ocupe el corazón de los creyentes, basándose en el “Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”, ya que “el signo visible del amor de Dios que el cristiano puede mostrar al mundo es el amor al prójimo”. Acto seguido, explicó cómo se encarnó esto en la vida concreta de los tres nuevos santos, terminando con la Madre Bonifacia, utilizando el español.
Según Benedicto XVI, la segunda lectura “puede aplicarse a las virtudes de Santa Bonifacia Rodríguez de Castro”. La fundadora “supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano”, y “así nacen las Siervas de San José, en medio de la humildad y sencillez evangélica”. Ella, “que se consagra con ilusión al apostolado, vive también la experiencia del abandono, del rechazo precisamente de sus discípulas, y en ella aprende una dimensión del seguimiento de Cristo: la cruz”.
El Papa continuó diciendo que “la nueva santa se nos presenta como modelo acabado en el que resuena el trabajo de Dios, un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su testimonio y la alegría del Espíritu Santo sin temer la contrariedad, anunciando a todos la Buena noticia del Reino de Cristo”.
El pontífice concluyó sus palabras sobre la Madre Bonifacia proponiéndola como intercesora para el mundo laboral: “Nos encomendamos a su intercesión, y encomendamos a Dios a todos los trabajadores, sobre todo a los que desempeñan los trabajos más modestos, para que en medio de su quehacer diario descubran la mano amiga de Dios y den testimonio del amor de Dios, transformando su cansancio en canto de alabanza a Dios”.
Tras la homilía continuó la eucaristía de forma ordinaria, y al término de la misma el Papa dirigió su alocución a los presentes, que ya rompieron la formalidad de la liturgia para responder a los saludos con aplausos y el ondear de banderas. “Saludo muy cordialmente a los peregrinos de lengua española”, y a continuación, “saludo en particular a las Siervas de San José, que tienen el gran gozo de ver reconocida por la Iglesia universal la santidad de su fundadora”, deseando su intercesión y terminando con un “¡muchas gracias!”.
La celebración concluyó con el rezo del Ángelus, tras el cual los zamoranos volvieron a reunirse a la salida de la Plaza de San Pedro, para dirigirse a la comida de confraternización organizada para continuar con la fiesta por la canonización de la Madre Bonifacia.
Álbum fotográfico de la Misa de canonización:
https://picasaweb.google.com/115137003494754343816/CanonizacionMadreBonifaciaMisa
Vídeo de la ceremonia:
http://player.rv.va/vaticanplayer.asp?language=it&tic=VA_GMMQWAM5
Homilía de Benedicto XVI:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2011/index_sp.htm
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