JOSÉ ALBERTO SUTIL
Fruto de cuarenta entrevistas con el periodista Walter Isaacson, así como de más de un centenar de testimonios, en sus más de 700 páginas no se escatima nada. Como si de las «Confesiones» de un nuevo san Agustín se tratara, el mismo Steve Jobs tomó la iniciativa de su biografía, alegando que quería que sus hijos, con los que no siempre podía haber pasado el tiempo que hubiera deseado, conocieran todo sobre su padre. «He hecho muchas cosas de las que no me siento orgulloso, como dejar a mi novia embarazada a los 23 años y cómo me comporté entonces, pero no hay ningún cadáver en mi armario que no pueda salir a la luz». Junto con su eterno rival Bill Gates, este hombre ha protagonizado aquella revolución silenciosa que comenzó en las empresas del famoso Silicon Valley. Jobs ha significado una alternativa al capitalismo salvaje, y quizás por eso, por eso y por su fantástica trayectoria vital, se nos hace más amable. Algunos han señalado que incluso «L'Osservatore romano» lo habría canonizado de alguna manera al dedicarle un interesante artículo titulado «El talento de Mr. Apple»: «Demasiado pequeño para el 68 y demasiado viejo para Facebook, Jobs fue un visionario, un visionario que unió tecnología y arte». Santo o demonio, la historia emitirá su certero veredicto, pero hasta entonces quedan las geniales creaciones del hombre i (iPod, iPhone, iPad y iCloud). Creador de Apple, cuando todo el mundo pensaba que competir con la todopoderosa IBM era imposible, Steve Jobs sería despedido de la empresa por él fundada. Eso no lo amilanó, pues levantó otra llamada neXT que con el tiempo se fusionaría -ironías del destino- con Apple, permitiendo el regreso de Jobs a su antiguo trabajo. Relanzó también la factoría Pixar, revolucionando el mundo de la animación por ordenador y dejándonos deliciosas maravillas del séptimo arte, películas de dibujos animados para grandes y pequeños que, por cierto, están muy cercanas a los valores del evangelio. Y en un memorable discurso a los jóvenes recién graduados de la Universidad de Stanford -uno de los vídeos más vistos en Internet- se atrevió a hablar de «conectar los puntos de nuestra vida» (una versión laica de la providencia), de la necesidad de perder para ganar, de la oportunidad que supone la muerte? Un hombre políticamente incorrecto, ¡gracias a Dios! ¿Cuál es el secreto de su atractiva fascinación? Antes los cristianos leíamos vidas de santos, ahora ya ni eso. Rodeados como estamos de personalidades mediocres, Steve Jobs representa el tesón, el sacrificio, la creatividad, la imaginación, el juego, la vida en estado puro y salvaje. Quizás en su encuentro con el Señor, este le haya dicho como a aquel escriba: «Steve, no estás lejos del Reino de Dios». Y habrá añadido en un guiño: «Por cierto, Steve, con todos esos aparatos que has creado también se puede anunciar mi evangelio, ¿verdad?».
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