Comenzamos hoy la serie de crónicas diarias que enviarán desde la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid los peregrinos zamoranos que participan en este evento eclesial. El delegado diocesano de Medios de Comunicación Social, Luis Santamaría, firma el relato de los hechos, con la ayuda de los voluntarios de comunicación que viajan en la comitiva zamorana y realizan el trabajo gráfico, y recogiendo las impresiones y vivencias de los jóvenes de Zamora.
Zamora, 17/08/11. Después de un viaje caracterizado por la música y la alegría, los tres autobuses de los peregrinos zamoranos llegamos al Colegio Menesiano de Madrid, donde estaba esperándonos Justino Santiago, superior de los menesianos de Zamora, y otros responsables y voluntarios del centro. Enseguida fuimos acomodados en el gimnasio del colegio, donde nos repartimos el espacio para dejar los equipajes y los sacos de dormir.
En el comedor del Colegio Menesiano, varios integrantes del grupo diocesano repartieron la comida, y después tuvo lugar el reparto de las acreditaciones personales y la célebre mochila del peregrino. Hubo que hacer una larga fila para ir metiendo todo el material: el Evangelio según San Mateo en seis idiomas, el Libro del Peregrino, la Guía de la JMJ, el YouCat (catecismo para jóvenes), la Agenda Litúrgica y Cultural, la vida de Benedicto XVI en manga y algún otro material impreso, además de un rosario, una cruz, el sombrero australiano, una camiseta, un abanico y hasta una botella de cerveza sin alcohol.
No dio tiempo a mucho más, porque hubo que partir para la Misa de inauguración de la JMJ, que comenzó a las 20 horas en la Plaza de Cibeles, pero cuya asistencia creemos que desbordó todas las expectativas. Yendo un rato antes, fue difícil pasar más allá de la Puerta de Alcalá. Ha sido el primer momento de mogollón y, como decía Alberto, uno de los zamoranos, “es como una final de la Champions, pero en religioso”.
El equipo que llevamos la comunicación nos acercamos previamente al Centro Internacional de Prensa, situado en el Palacio de Congresos del Paseo de la Castellana, y recogimos nuestra acreditación de prensa. Allí pudimos comprobar el movimiento que está generando la JMJ a nivel mediático e internacional. De hecho, somos alrededor de 5.000 personas las acreditadas como comunicadores para este acontecimiento.
Volviendo a la Misa inaugural, la participación zamorana se repartió por varios lugares, según los grupos organizados, y unos tuvieron más suerte que otros a la hora de encontrar un sitio donde se pudiera seguir bien la celebración (a través de pantallas, por supuesto) por una megafonía adecuada, y sin el calor del asfalto que impedía sentarse en el suelo. Fue presidida por el anfitrión de la JMJ, el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, y concelebrada por un montón de obispos y sacerdotes. Entre los acólitos, pudimos ver sirviendo el altar a un joven zamorano, Daniel Rodríguez, seminarista mayor de la Diócesis madrileña.
Se hizo la memoria litúrgica del beato Juan Pablo II, iniciador de estos encuentros. En la homilía, cada vez que nombraba al Papa anterior, la asamblea callejera aplaudía. Y es que el recuerdo del Papa que reunió a tantos jóvenes en otras JMJ como ésta es imborrable. Aunque, eso sí, Rouco ya dejó claro al predicar que ya hay que hablar de una nueva generación, la de Benedicto XVI.
Una gran cantidad de sacerdotes se repartieron por todos los lugares que ocupábamos los peregrinos, para dar la comunión en un maremágnum de colores y banderas, hábitos y camisetas, intentando llegar al mayor número de personas posibles, aunque en estos acontecimientos algunos no puedan participar del Cuerpo del Señor, ya sea por imposibilidad física por la dificultad del lugar, ya sea por falta de previsión.
Al acabar la eucaristía, el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, que es el dicasterio vaticano que coordina la JMJ por encargo del Papa, tuvo una alocución a los jóvenes, y el cardenal Rouco presentó a los participantes el relicario con la ampolla de sangre de Juan Pablo II, que ha sido traído expresamente desde Polonia. También hubo un momento de recuerdo de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid, reproducida a gran tamaño en el fondo del altar situado ante el nuevo Ayuntamiento de la capital.
Después de la celebración fue el tiempo de la cena, y el momento también de participar en alguno de los múltiples eventos que hay estos días en torno a la JMJ. Algunos pudimos disfrutar de un concierto en el templete del Parque del Retiro del grupo La Voz del Desierto, formado por algunos sacerdotes de la Diócesis de Alcalá, y que llama la atención a muchos por su mensaje evangélico en forma de rock.
Entre tantos miles de personas que nos reunimos en Madrid, aunque parezca mentira, también hay ocasión de encontrarse con algunas personas conocidas, de otros lugares de España o del extranjero. Eso es la catolicidad de la Iglesia, que en estos días hace visible y audible. Tras un día que ha producido cansancio en los peregrinos zamoranos, regresamos en Metro al Colegio Menesiano, donde nos esperan los voluntarios de la organización de la JMJ, vestidos con su polo verde identificativo, y nos preparamos para el descanso. Escribo estas líneas y subo las fotos mientras se apaga la luz del gimnasio y la gente va haciendo silencio. Mañana será otro día intenso, seguramente, que iniciaremos con la oración y el desayuno. Buenas noches.
Álbumes de fotos del primer día, en el espacio habilitado para ello en el espacio virtual de la Diócesis de Zamora:
Pues a todos los que hacéis posible que podamos seguiros en este blog, GRACIAS, es una forma de poder veros en foto y conocer cómo pasáis el día.
ResponderEliminarAprovecho para enviar un saludo a mi sobrina Claudia, va desde Benavente (un beso enorme), y a todos los que he visto en las fotos que subís a picassa, ¡qué invento! César, Paco, Santi, Andrés, Alex (que no le veo pero sí sus fotos), un saludo para todos ellos...
Gracias Luis por ese último esfuerzo, después de un día tan intenso, para contarnos vuestro día JMJ.
Ánimo y que mañana tengáis un día de nuevo, especial.