Esta mañana la Catedral de Zamora ha acogido la Misa Crismal, presidida por el obispo Gregorio Martínez Sacristán y concelebrada por más de un centenar de sacerdotes que han renovado las promesas de su ordenación en la misma celebración en la que han sido bendecidos los santos óleos.
Zamora, 20/04/11. El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha presidido esta mañana la Misa Crismal, concelebrada por más de un centenar de sacerdotes de la Diócesis y con la asistencia de una nutrida representación de laicos y consagrados. En la mañana del Miércoles Santo, en la Catedral se unía la solemnidad de esta celebración con el bullicio de los preparativos de las procesiones y la asistencia de turistas y visitantes.
En su homilía el prelado mostró su alegría por compartir la celebración especialmente con el presbiterio de Zamora. “Es nuestra fiesta y nuestro día. Es momento también de agradecimiento y de oración, por todos los servicios que prestáis en cualquier lugar y en cualquier situación de nuestra variada Diócesis”, señaló, ya que “todos los lugares son importantes y decisivos para Dios”.
A los sacerdotes les dijo: “el obispo, servidor vuestro, reconoce de todo corazón en este día vuestro trabajo impagable y vuestra ayuda generosa y vuestro servicio fraterno y eclesial. Sin él, no sería posible anunciar a Jesucristo en esta tierra nuestra”. Insistió en el testimonio, ya que “lo más importante para la evangelización son los testigos. Nosotros somos maestros, es verdad, pero se nos escuchará más y dejaremos más huella no porque seamos maestros, sino cuando somos testigos del Señor, testigos del Crucificado, testigos de Dios”. Y por eso les exhortó: “sed testigos, sacerdotes que dejan huella”.
Gregorio Martínez Sacristán continuó diciendo: “y para ser testigos tendréis que tener una fuerza interior profunda, porque no hay testimonio si no nace del corazón, de dentro. Y de dentro nace si hay fuerza interior. Y habrá fuerza interior si hay gran espiritualidad, fuerte espiritualidad en todos nosotros”.
Sacerdotes en un tiempo difícil
“Expresión de nuestro Dios y Señor, los sacerdotes en este tiempo de oscurecimiento de Dios, de abandono de Dios, de desprecio de Dios, de risotadas sobre Dios y sobre su Iglesia, alcanzándonos más o menos esta cuestión, pero que es así… los sacerdotes somos, en medio de esta situación, los signos claros de la presencia de Dios en medio del mundo y de la vida de los hombres. Somos presencia de Dios en medio del mundo, de un mundo que no quiere, del mundo que oscurece a Dios”, afirmó.
Y les dijo a los sacerdotes de Zamora: “hermanos, me gustaría que esto lo interiorizarais fuertemente, porque viene un tiempo difícil, viene un tiempo dificultoso y martirial. Los sacerdotes tenemos que ser los testigos del Dios vivo, haciéndolo presente, siendo referencia, siendo presencia, siendo signo claro de Dios”. Por eso los presbíteros tienen que ser “camino que ayude a encontrarse con Dios”. Y su misión no tiene que ser otra que “dar a Dios, enseñar a Dios, mostrar a Dios”.
Al finalizar la eucaristía, el obispo diocesano agradeció la presencia en la celebración de los laicos y consagrados, pidiéndoles que colaboren con sus sacerdotes, los quieran y recen por ellos. También dio las gracias a los sacerdotes que se van a mover durante el Triduo Pascual para apoyar la labor celebrativa y pastoral de los párrocos que atienden varios pueblos, y recordó la colecta especial que se realiza el Viernes Santo a favor de los cristianos de Tierra Santa.
La Misa Crismal
La Misa Crismal es la primera de la liturgia del Jueves Santo, anterior a la Misa de la Cena del Señor, y en muchos lugares se adelanta, como en Zamora, para facilitar la participación de los sacerdotes y del pueblo, ya que los presbíteros renovaron ante la asamblea las promesas sacerdotales del día de su ordenación. Además, en esta eucaristía el obispo consagró el Santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos (empleado en el bautismo) y de los enfermos (empleado en la unción de los enfermos, de ahí el nombre de “Misa Crismal”.
La palabra “crisma” proviene del término griego chrisma, que significa unción (y por ello Cristo significa ungido, Mesías). Así se llama al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagró esta mañana, y que servirá para ungir a los nuevos bautizados, signar a los confirmados y ordenar a sacerdotes y obispos. En una procesión solemne los óleos fueron llevados al presbiterio de la Catedral en tres ánforas que se guardaban antes en el Coro, para ser bendecidos.
Como señalaba en la carta de convocatoria el vicario general, Juan Luis Martín, esta celebración quería “reconocer a Jesucristo como profeta, sacerdote y Señor de su pueblo, manifestar el ministerio del obispo en la diócesis como signo especial de Jesucristo, y expresar la unidad de todo el presbiterio en torno a Cristo y al obispo y estimular su fidelidad en el servicio a toda la comunidad diocesana”.
Las fotografías de la Misa Crismal pueden verse en el siguiente álbum digital:
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